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LAS CRIADAS – Dirección: Alberto Madin – Por Lic. Mariana Wassner

Esta pieza teatral, basada en el clásico de Jean Genet, está ambientada en el París de la posguerra.

Dos criadas y una Madame. Dos hermanas, Claire y Solange, y Madame. 

La obra comienza con la Madame (Albert Carlino), sentada en una silla, y sus dos criadas, los excelentes Ariel Arroyo y Daniel Di Rubbia, a sus pies. Madame se retira y quedan ellas, las sirvientas, las indeseables, las sucias, las malolientes. Las hermanas comienzan a realizar un juego de roles, en un ritual siniestro, en el que alternan ser ellas y ser Madame. Unidas por una cuerda elástica, se atraen y se detestan, se acercan y se alejan, se miran, se embelesan. 

En esta alternancia más que dialogar se van poniendo a prueba, ensayan un plan: matar a Madame, señora rica a la que aman y odian, a la que adulan y defenestran, a la que agradecen y aborrecen.

¿Se puede querer a quien se erige como su dueña? Si, se puede.

La complejidad de los vínculos humanos da cuenta no sólo de la variación de los afectos sino de las contradicciones que coexisten.

Las criadas es una obra claramente política que sostiene tensiones que indagan en lo más profundo de la condición humana: la posición de cada uno frente al sometimiento y la esclavitud, enmarcados entre el resentimiento, el miedo y la culpa.

No se trata de un Síndrome de Estocolmo, en el que el prisionero se enamora de su captor, sino de cómo las condiciones de vida, el sistema capitalista, crean en sí mismos la imposibilidad de torcer un destino. Claire y Solange son dos mujeres cansadas, grandes, desamparadas, que han sido recogidas desde muy jóvenes por Madame cuando pedían limosna.

¿Se puede odiar a alguien que las ha albergado, les ha dado todo y les dará su herencia? Este “todo” es un lugar de encierro, de muerte y de imposibilidad de salida. No hay ascenso social.

El director pone en juego, como en una clase de teatro, el sentido del sometimiento, desde su naturalización y aceptación y el dolor más profundo.

¿Hay lugar para el amor? No. Quien quiere la esclavitud, no se quiere, reza el texto de Genet.

Las criadas conmueven y obliga a pensar en términos políticos la configuración de los lazos sociales, en los que la vida misma parece ser comprendida como relaciones de sometimiento.

Un escenario austero, con espejos/retratos, que reflejan “lo maloliente”, tal vez la podredumbre de una sociedad decadente. 

La tragedia se cierne.

Pensar es un trabajo; desear romper cadenas, también. El sistema lo impide. 

La crueldad duele, y la impotencia, dejará de ser cuando se convierta en sublevación.

Salimos del teatro con el cuerpo doliente.

Como siempre, ¡Viva el Teatro!

Teatro Paraje Arteson

Palestina 919, Caba

Funciones: domingos 17.00 horas. Entradas por Alternativa Teatral.

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