

«Mamá no me deja», escrita por Mirta Luna, Susana Fernández Del Palacio y Constanza Pescio, nos presenta la relación de tres mujeres, tres generaciones: abuela, madre e hija. El vínculo de esta triada se basa en la ambivalencia, intensidad y amor. Somos testigos de ese lazo especial, que todos conocemos, tejido por estas tres mujeres. Los títulos de Abuela, Madre e Hija nos identifican y nos conmueven, ya que, aunque no estén físicamente presentes, siempre están presentes en nuestras vidas. Durante la función, nos divertimos, nos emocionamos y nos identificamos con los personajes interpretados por Adriana Bernardotti, Mirta Luna y Constanza Pescio. Se puede apreciar un excelente trabajo en equipo en sus actuaciones, mostrando una coordinación y armonía sobresalientes.
Las tres actrices entregan todo sobre el escenario, brindando una interpretación unificada y cohesiva.
Constanza responde a preguntas que nos permiten sumergirnos en la historia de «Mamá no me deja».
¿Cómo fue Constanza el proceso creativo para escribir” Mamá no me deja” junto a Mirta y Susana. ¿Cómo surgió la idea?¿Cuáles fueron sus principales inspiraciones?
Estábamos buscando un texto para actuar las tres y en nuestras reuniones salían muchas charlas de mujeres. Como no conseguimos un texto que nos guste y que tuviera personajes acordes a nuestras edades, se nos ocurrió escribir una obra nosotras mismas. Hace rato que quería escribir sobre la temática de la relación madre-hija, y al ser las tres de diferentes generaciones, nos encantó la idea de escribir una historia entre abuela, madre e hija. A partir de ahí fuimos tirando ideas y yo iba tomando nota literal de frases que decían Mirta y Susana en nuestras charlas. Todas de historiasy anécdotas propias y de familiares y gente conocida. Una dramaturga amiga nos ayudó a armar un primer boceto yo lo continué y lo enriquecí con nuestras ideas, con experiencias de mi propia vida, armando diálogos y situaciones conflictivas que fueran convirtiendo la comedia en drama. Fue muy divertido y apasionante ir tejiendo tantos temas diferentes, y es muy rico el armado de cada personaje porque cada una tuvo para aportar aspectos propios de su generación y nos animamos a incluir muchos elementos de nuestras propias vidas. Pusimos el foco en hablar de todo aquello de lo que nadie habla y desmitificar la maternidad, mostrar el lado B de ese vínculo tan estrecho y fundamental de la vida. Una vez comenzado el proceso de ensayos, Susana se retiró del proyecto y se incorporó Adriana, que con su lectura aportó los toques finales para que el texto se destacara aún mejor.
En esa triada: abuela, madre e hija, se observa una compleja y fuerte relación que a lo largo de toda la obra se va descubriendo y desenmarañando nudos. La obra nos deja un gran interrogante. Interrogante que da para una segunda parte. ¿pensaron en una segunda parte?
No pensamos en una segunda parte para estos personajes, porque nos interesa mucho que quede abierto el final. Cada persona que viene a verla se lleva su propia interpretación y puede llenar esos interrogantes con sus propias experiencias. Es una invitación a hacer catarsis, verse reflejado/a y reflexionar.
Pero sí sucedió que varios hombres que la vieron nos pidieron una segunda parte que sea acerca de los hombres de esta historia, que son mencionados pero ninguno aparece y el público quiere conocer esa versión de la historia. Yo juego con la idea de que se llame “Papá Me Obliga” ¡jaja!
¿Cuáles son los temas principales que explora Mamá no me deja?
Principalmente hablamos de la maternidad, de cómo te cambia la vida y cómo condiciona a la mujer socioculturalmente. También de las historias repetidas en el seno familiar que, en ocasiones, aún queriendo hacer algo distinto caemos en modos y decisiones replicando a nuestros antecesores. Y aparte nos metimos a jugar con la gran brecha que separa a las generaciones en la actualidad. En los últimos 60 años ha cambiado tanto todo, que hoy en día a los abuelos les cuesta mucho comprender la realidad de sus nietos, e incluso a los padres. Los valores de antes están desdibujados y así como nuestros abuelos no se cuestionaban nada, los jóvenes de hoy se pierden con tanta libertad. Ellos a los treinta ya eran profesionales casados y con hijos, y muchos jóvenes treintañeros de hoy aún viven con sus padres, cambiando de carrera, viajando por el mundo, sin grandes compromisos, en una búsqueda eterna.
¿Cómo influye tu formación como directora de teatro en tu trabajo como escritora? ¿Hay algún elemento específico de la dirección que te ayude a escribir mejor?
Sí, influyó muchísimo para ayudarme a construir el texto. Como directora aprendí a buscar el conflicto en cada escena y los conflictos internos de los personajes, que en este caso los inventé y fui detectando elementos faltantes para hacer a la historia más interesante, más viva.
Tomé elementos que me interesan de diferentes autores y épocas (incorporados en la carrera de Dirección), como el hecho de que toda la obra transcurra en el living de la casa (elemento del naturalismo, nos metemos en la intimidad de la burguesía, que hoy se actualiza en la clase media-alta), también la ruptura de la comedia con drama que aprendí del gran Shakespeare, elementos de clown y de clásicos argentinos como Roberto Cossa, entre otros. No lo razoné, fue surgiendo de mi bagaje teatral interno. En esta obra no solo puse en práctica mis conocimientos de dirección sino también los de caracterización y escenografía.
¿Cómo fue el proceso de ensayo y producción?
Al ser una obra de teatro independiente, todo lo fuimos haciendo entre nosotras. Ensayamos en la casa de Mirta, dos o tres veces por semana y fuimos reuniendo de aquí y de allá los elementos de la escenografía. Con mis conocimientos de realización y dirección le fui dando una coherencia estética que ayudará a relatar la historia. Fue muchísimo esfuerzo de las actrices y mío, cuidando cada detalle para que la historia fuera verosímil.
¿Cuáles fueron algunos de los mayores desafíos que enfrentaste al dirigir y actuar en la obra? ¿Cómo los superaste?
Es la primera vez que actúo y dirijo, me animé porque es un personaje con poco texto y eso me permitía dirigir la mayor parte de la obra en la que mi personaje no aparece. Pero fue muy difícil y cansador en cuanto comenzamos a hacer pasadas completas de la obra. No se puede estar desde afuera y desde adentro al mismo tiempo. Me exigió un gran esfuerzo mental y pedí ayuda tanto a las actrices para que observarán las escenas en las que no participaban como a algunas personas amigas del palo del teatro que vinieron a algún que otro ensayo. La verdad es que a mi personaje lo pude profundizar con el correr de las funciones, porque antes de eso mi mayor atención estuvo en todo lo demás. También en esta segunda temporada incorporamos a mi prima, que es estudiante de teatro, como asistente de dirección y ella ayudó mucho a profundizar y pulir lo que yo no podía ver desde el escenario. Esta vez se pudo pero no lo volvería a hacer sin asistente.
¿Cuáles fueron tus expectativas para Mamá no me deja? ¿ se cumplieron?
Mi mayor expectativa era que el público se conmoviera, que se sintieran identificados y pudieran reflexionar sobre sus propias vidas. Eso se cumplió y superó mis expectativas. Al final de cada función la gente se acerca a felicitarnos y a compartirnos su sentir “pasé por todos los estados, nos dicen… me reí, lloré, es fuerte” Y eso a mi me da mucha satisfacción. Se van movilizados y se arman debates en la cena. Muchos volvieron a verla una segunda vez.
¿Cómo crees que la audiencia se relacionó con la obra? ¿Qué pensás que se lleven de ella?
La audiencia se sorprende con el cambio de comedia a drama, los toma por sorpresa y vamos al hueso. Pero la temática es tan común a todos que la mayoría empatiza y se emocionan mucho. Quien no tiene hijos, tiene madre o abuelos, alguien mayor a cargo que necesita cuidados. Creo que se llevan un mensaje profundo para pensar en las decisiones que tomamos a lo largo de la vida y una invitación a conectarse más con el deseo de crecer, de romper con los condicionamientos familiares y culturales para ser realmente libres.
Y también se llevan una tregua entre generaciones… la posibilidad de ver la realidad de los otros desde su propia perspectiva para comprendernos y poder comunicarnos más y mejor. Cada uno vive su propio drama y con esta obra lo mostramos así. No hay una sola verdad, cada una de estas mujeres tiene la propia y el desafío es poder escucharse.
¿Qué consejo le darías a alguien que quisiera escribir y dirigir su propia obra teatral?
Le diría que se anime. Que se puede y que es más fácil de lo que parece, pero que no se cierre ni se encapriche en que todo sea a su manera. Para mi poder pedir ayuda, poder escuchar las ideas de los otros y armar un buen equipo de trabajo es fundamental. En mi caso fue un camino de mucho autoconocimiento y fue importante tomar tiempos para conectarme con mis deseos y mis miedos. Hacer arte y trabajar con otros es un gran desafío. Se puede y es hermoso, pero para disfrutarlo se requiere humildad, ganas de aprender, firmeza, mucha paciencia y cierta cuota de entrega al destino.
¿Hay algún tema en particular de lo que te gustaría explorar en tu próximo trabajo?
Sí, tengo varias ideas. Hace rato que estoy proyectando una obra infantil y me gustaría mucho incursionar en títeres para adultos. Me gustan los textos que muestran las contradicciones del ser humano y la sensibilidad. Historias que inspiren la auto-observación.
¡Muchas gracias! «Brillaron en el Border y nos dejaron con ganas de mucho más de ‘Mamá no me deja'».

