
Un grupo de 3 amigos, el Topo Rodrigo, el Pingu Felipe y el Cabeza Leandro, se encuentran, como todos los años, a pescar en el río Paraná. Casi un ritual, no se trata simplemente de la pesca sino de lo que acontece en un encuentro: se construye la “rutina” de la amistad.
Conversan, se interpelan, se pelean, intercambian puntos de vista, en una intimidad que otro contexto, otra propuesta, no les permitiría.
Pero esta vez, algo cambia. El malestar estomacal de uno por lo que comió en la ruta, el acompañamiento, las soledades compartidas y la tormenta que se desata los reúne en una conversación distinta: ¿Qué es capaz cada uno de mostrarle al otro?

Las conversaciones se vuelven intensas: las paternidades, el deseo de un hijo, las relaciones de pareja, las soledades, lo cotidiano. Nada es obvio, y la amistad, la diferencia de perspectivas hace que se erijan complicidades.
En un entorno mágico y minimalista, tres sillas, unos baldes y un plástico verde que hace las veces de río, de cobijo, de carpa, de límite, en un escenario en el que los cuerpos hablan. No se trata sólo de los parlamentos, son los cuerpos y los rostros sufrientes de estos tres hombres, solos en medio de una tormenta, que empiezan a preguntarse por la paternidad, la real, la deseada, la temida, la obligada, la fantaseada.
¿Y si el río trae un hijo?
El lenguaje gestual fluye, como el río Paraná. Vemos miedo, deseo, alegría, sorpresa.

Muy buenas las actuaciones de los tres actores: Laureano Lozano, Federico Falasco y Luciano Kaczer.
Impecable dirección de Alejandra Endler.
Mención especial para el acompañamiento sonoro con interpretación en vivo de Paula Vargas, que despliega cada instante, cada movimiento, cada gesto, con una musicalidad que conmueve, que remite a lo profundo que nos permite el encuentro con el otro.
Una pieza distinta.
Teatro Jufré
Jufré 444, Caba
Funciones; sábados 21,30 horas
