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LA CASA DE LAS PELUCAS KOSHER.  Dirección: Nicolás Sorrivas – Por Lic. Mariana Wassner

Mirele es una mujer judía ortodoxa, que tiene una hija con un retraso madurativo, Leudith, y un importante negocio: fabrica  pelucas para las mujeres religiosas de mucho dinero de su comunidad. Las cosas nunca son como parecen, salvo para el espectador, que será testigo de la perversión de Mirele, su agresividad, su codicia  y su falta de consideración por el mundo.

Todo parece seguir su rumbo, hasta que tres clientas llegan a la casa de Mirele para adquirir pelucas. Poco a poco comienzan a destaparse situaciones, cada una más grave que la otra: el maltrato hacia su hija, que cuenta con un acompañamiento terapéutico y la existencia de un taller clandestino para la fabricación de las pelucas, con trabajadoras sometidas a esclavitud, encerradas bajo llave. 

¿Estallará algo? 

Esta excelente comedia negra pone de manifiesto muchas cuestiones: la crueldad, las apariencias, los ocultamientos, los miedos, pero, sobre todo, la hipocresía.

Este micro mundo de la ortodoxia en este caso puede ser, y de hecho lo es, cualquier  mundo en el que las cosas se  sospechan, se saben, pero no se denuncian, mucho más allá de la pertenencia religiosa: vivimos en un mundo en el que quienes pueden detentar un cierto poder, por más pequeño que sea, daña y somete al otro. 

¿Y si hubiera una llave que libere? ¿Qué sería salir del encierro, de las múltiples formas de encierro a la que las mentiras a voces nos  implican?

Conmueve el inicio con fragmentos de canciones en idish, “Tumbalaika”, como cuestión identitaria, a través de la cual comenzamos a sumergirnos en la casa en la que se fabrican las pelucas con trabajadoras esclavas. 

La autora, Karina Hepner, además de la historia, compone a una Leudith magnífica, ingenua, sensible, con una picardía impensable y mucho resquemor hacia su madre.

María Ursi Duco, en su papel de Mirele, es soberbia en el más amplio sentido de la palabra: por su actuación, por su personaje, al que no se le escapa una sonrisa a lo largo de la obra, ni siquiera en el saludo final.

Muy buena puesta, actuaciones y clima, para pensar en los vínculos, en las moralidades y en la necesidad de construir respeto y solidaridad.

Espacio Callejón

Humahuaca 3759, Caba

Viernes 20.00 horas. 

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