ACTUALMENTE A PARTIR DEL 11 DE MAYO 2024 TODOS LOS SÁBADOS EN TEATRO PAYRÓ
La desobediencia de Marte es un viaje a través del pasado y al presente del universo en un ensamblaje muy singular con aquello que re-presenta el teatro y el proceso creativo de los actores durante los ensayos.
Fui invitada a un ensayo de la obra que ya se estrenó en el Centro Cultural de la Ciencia, en una sala muy bella, con butacas sumamente cómodas, y como la obra inserta escenas de los que lo que sucede a los actores interpretando sus personajes, y al mismo tiempo, narra los encuentros entre el astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler y su colega, el científico Tycho Brahe, quienes investigaron la forma de establecer el modelo de las órbitas planetarias, estuve en principio sumergida en una especie de ensueño. Pensaba que los actores estaban metabolizando lo que les ocurría con sus personajes hasta que me dí cuenta que era parte de la obra dar cuenta de este proceso en un contrapunto -entre los personajes y los actores que ponen cuerpo y alma- maravilloso y peculiar. Consiguen así que el público se sumerja en la trama del dramaturgo mexicano Juan Villoro con cierta perplejidad y se comprometa con la vivencia de los actores.

Dirigida por Marcelo Lombardero que hace que las actuaciones de Osmar Núñez y Lautaro Delgado Tymruk se multipliquen, encarnando cuatro personajes: Kepler, Brahe y a los actores que tienen la misión de interpretarlos.
Surgen algunas cuestiones: ¿Cómo se gesta el acto teatral y qué implicación psíquica requiere entrar en la piel de un personaje? ¿Cuáles son las consecuencias de este trabajo de “médium” que realizan los actores? ¿Cómo se conjuga la vida privada de ellos en ese proceso y que tipo de vínculo particular se establece entre los personajes y los actores? ¿Qué papel juega el director en tanto, su objetivo es resguardar que la obra se lleve adelante, aún en el caso que el vínculo fuera de escena de los actores, llegase a ser conflictivo?
El misterio del hecho teatral y el misterio de la vida deja lugar a que se abra un abanico de interrogantes que los científicos pero también los artistas, intentan develar.
La obra cabalga en dos tiempos: se sitúa en 1600, en el castillo de Benatek, en la región de Bohemia, donde Kepler y Brahe se enfrentan por sus perspectivas contrapuestas acerca de las perspectivas sobre el cosmos y por sus problemáticas personales, y a la vez, está en el tiempo presente. En ese presente del acto teatral donde la vida íntima se expone al interpelar sobre cómo encarnar el psiquismo de los astrónomos y dos modalidades diferentes de idear la creaciónde los personajes. Actores que están envueltos en una historia que precede el ensayo de la obra. La temática de la particular relación entre ellos, es el punto de partida para tratar las cuestiones de la filiación, y si es necesariamente biológico en el ser humano la paternidad, a qué llamamos amor, la rivalidad entre dos tipos de actores que tienen una visión diferente de lo que se concibe como interpretación actoral, y donde el tema de hacer lo que uno ama por amor al arte al tiempo que se topa con la necesidad de ganar dinero para sostener lo que se ama en una sociedad capitalista.

Dos épocas, dos mentalidades, dos culturas y dos seres diferentes pero con algo en común que se irá revelando en la obra. Dos personas que se preguntan (y nos cuestionan) el sentido de la existencia, la búsqueda del conocimiento, la necesidad de poner entendimiento a la magia del universo, y la incertidumbre de la certeza socrática de saber que no sabemos nada.
La obra es una aguda reflexión sobre los puntos en común entre la ciencia y el arte, donde la razón se enlaza a la emoción en un texto inteligente con toques de humor, sostenido por las actuaciones de Delgado Tymruk y Nuñez que otorgan profundidad a la exploración de las tensiones de dos científicos y al vinculo de los actores en acción.
Con estas actuaciones magistrales que reflejan la complejidad psicologica de sus cuatro personajes, con una puesta en escena minimalista, muy atinada, y una iluminación que reproduce un ambiente astronómico, esta coproducción entre el Teatro Nacional Cervantes y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, la aplaudimos desde El Inconsciente.

Una obra de teatro que me dejó deslumbrada por su alta dosis de originalidad y su hondura psicológica, y que tiene un final que nos conmueve fuertemente, dejando un interrogante que nos lleva a otro y a otra pregunta…: “Sabemos acaso, ¿de qué se trata la vida?” ¿Cómo se origina el cosmos y este acto mágico teatral que acabamos de disfrutar de la mano de estos grandes artistas? La respuesta está la podrá descubrir cada espectador cuando se apagan las luces del escenario y nos quedamos con nosotros mismos.
Funciones. Centro Cultural de la Ciencia
Hasta el 30 de julio de viernes a domingo a las 20 horas,
Localidades gratuitas con previa reserva en Alternativa Teatral