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NO ES TANGO – Director: Ollantay Rojas – Por Dra. Raquel Tesone (@rachel_revart)

La negación es un mecanismo de defensa desde el punto de vista freudiano. Negamos lo que vivimos como una amenaza, y eso a nivel inconsciente, lo afirma. Siempre se niega lo reprimido. El tango en su modo contemporáneo (piazzoliano y el electrotango hoy en orquestas como Tanghetto que no encajan en los estereotipos tradicionales del tango), impone a la idiosincrasia argentina, una transformación que engendra resistencia. 

Astor Piazzolla padeció esta negación que resuena furiosa con los máximos exponentes de nuestra cultura, de nuestro arte y nuestros campeones mundiales de fútbol, siendo inherente a la argentinidad. Costumbres argentinas de decir “no”, canta Andrés Calamaro en su famoso tema. Cuando a Piazzolla le cuestionaban que su música “no era tango”, era justamente en el momento que representaba lo más emblemático del tango en el resto del mundo con un éxito y una repercusión más que merecida por su genialidad.

No tengo la menor duda que sí Astor hubiese podido asistir a disfrutar de esta obra, sentiría que tanto músicos, como bailarines, como el vanguardista director Ollantay Rojas, han honrado a nuestro Piazzola, como nunca antes lo hicieron los espectáculos que yo he presenciado hasta el momento.

Es un verdadero regalo a Piazzolla y a todos aquellos que amamos su música, un grandioso homenaje tanto a sus composiciones, como a la interpretación excelsa de las emociones que desatan cada uno de sus temas. 

Con una puesta en escena que si bien es austera, pone en relevancia con una iluminación atinada los cuerpos de cada uno de los que forman parte del elenco, de una forma casi coral.

No es tango, es puro tango, alto tango, poético tango, bello tango, violento tango, conmovedor tango, machista tango, feminista tango, no binario tango, transgénero tango, orgiastico tango, y más, tanto en su música como en su danza. Traspasa los límites de los códigos cerrados del tango tradicional reflejando lo que simboliza el tango en la actualidad. 

Los músicos, los bailarines y la iluminación en esta puesta, está calculada para la total integración y expresividad de esa música que atraviesa los cuerpos parlantes. Las coreografías tampoco son las convencionales, no se intenta mostrar lo bien que bailan (aunque bailan como los dioses), y muy por el contrario, se apunta a la elevación de la singularidad de cada uno de los bailarinxs que capturan los sentimientos de la musicalidad. Esa manera subjetiva de liberar los cuerpos en escena, denotan una total naturalidad y con mucha habilidad, se confrontan y nos confrontan desde la danza a lo que trasunta la música de Piazzolla con músicos de alto nivel. ¿Y a qué estamos enfrentados quienes amamos el tango?: a establecer una conexión con el partenaire de movida y a través de la musicalidad; esa conexión se instala al bailar el primer tango, o el segundo…,  o en ocasiones, no se establece, ya que es como el amor, no se impone, sólo se siente. Y en el abrazo ya podemos saber mucho de lo que sucede con el otrx: encuentro, desencuentro, lucha de poder, quién sabe más, quien baila mejor (quien la tiene más grande o quién está castrado), quien gana y quién vence en esa pugna por el poder, quien manipula y maltrata el cuerpo del otrx, quien te acaricia y seduce, quien duda a cada paso, bailo o no bailo, miro, o no miro, o si, me animo y miro, conecto y hacemos el amor bailando hasta quedar exhaustos de tanto placer.

Los roles de conductor y conducido están en escena en constante transformación al punto de mostrar que esos roles no son ni siquiera necesarios como nos han enseñado, ya que quien es “conducidx” puede estar guiando y ser activo. En una de las magníficas escenas, Milagros Rolandelli desde el rol mal llamado “conducida” (con esa palabra el cuerpo es comparado con un automóvil), hace que su partenaire recorra en su abrazo todo el espacio escénico, y es un momento de muchísimo despliegue de su feminidad y potencia femenina. El cuerpo como pertenencia ajena está puesto en cuestión, y todo lo que se juega en el amor/odio, apropiación, desapego… se muestra y se deconstruye.

En los tiempos que corren y nos corre, nos urge que se articule el tango en el mundo contemporáneo con las transformaciones a todo nivel, y sobre todo lo que implica el lazo social, seguir insistiendo con arte con la ruptura del pensamiento binario y el sistema patriarcal. Para lograrlo, es indispensable que el tango en tanto, es la danza y la música por excelencia que representa a la cultura argentina, muestre con sus obras estos cuestionamientos, y esta obra lo logra con una alto grado de creatividad, humor, poesía y pasión piazzolliana. 

Bailan David Alejandro Palo, Marcela Vespasiano, Nicolás Minoliti, y también se destacan Lisandro Eberle junto a Milagros Rolandelli quienes son coreógrafos con Ollantay Rojas, y no sólo se remarca una técnica muy afinada, además, hay posibilidad de romper expresamente con la técnica y entremezclar la danza contemporánea con teatralidad, pero sintiendo el tango en cada fibra del cuerpo a través de los movimientos del tango, porque el tango no es la suma de pasos sino son movimientos en total sinergia con el partenaire (aunque bailemos sin partenaire, siempre existe este en el imaginario).

Ollantay Rojas me cuenta a la salida de la función que vienen trabajando hace dos años en compañías y espectáculo comerciales, “y siempre pensando en hacer algo más personal, que tenga autoría fusionando las disciplinas del teatro, la danza contemporánea, la música, pensar el tango de una manera intervenida”. Todas las escenas hablan de la sensualidad del tango, del histeriqueo, y siempre está intervenido desde lo vincular. Ollantay agrega “que son escenas que hablan de la vida cotidiana, las cuestiones de los roles y del género, y eso inevitablemente, influye en la vida y como artistas”. 

Cuerpos parlantes, deseantes de expresar su arte y conectividad desde la dimensión emocional que exige la música de Astor que nos hace atravesar por diferentes sentimientos en cada uno de sus temas. Una verdadera belleza plena de múltiples reflexiones que se disparan post función. 

A gozarla. 

A quienes se atrevieron a decirle a Astor Piazzola: ¡No es tango! , esta obra responde con un grupo de artistas alto vuelo, que al elegir este nombre, lo parodian y lo cuestionan, y nos dicen que NO ES TANGO:ES TANGO Y DEL MEJOR. 

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