
“En mí, las palabras son un pretexto para el silencio” Alejandra Pizarnik
Quizá Sbaraglia haya compuesto el poema más bello, si de esta palabra puede hablarse para nombre tal tema, Kant habló de lo sublime cuando estamos ante un abismo infinito y quizá sea la palabra, aunque intuyo que haya otra mejor: ¿lo ominoso? ¿abominable?, al horror y al abuso de poder. Un poema que logra el silencio ante un asunto donde las palabras se topan con el límite de lo decible. Donde el silencio es la única salida posible para no caer en un lenguaje forzoso.
No son pocos los crímenes en la historia de la humanidad. Se inspira en 5 tópicos, 5 tiempos, desde la edad media hasta nuestro tristemente cercano horror ligado al presente. El tema continúa vivo, es central para nuestro país, está más vivo que nunca. Flota como el Ángel de la Historia ¿Qué límites consideramos lo humano?
Para hacerlo vibrar, a metros nomás, los vuelos de la muerte. Los partidos de futbol en el campo de exterminio de la ESMA mientras el otro partido se jugaba en el monumental. La sociedad festejaba “ser campeones del mundo”, ganar y derrotar. Los vencedores y los vencidos en universos paralelos unidos. Donde en el mismo partido se jugaba el curso de la Historia nacional.
El teatro tiene un aura especial. Me canso de volver al mismo tema, pero es necesario, más aún en este caso. Un convivio (DUBATTI). Y en este caso, el ritual convoca al Ángel de la Historia que se presenta ante nosotros. ¿Hasta qué punto nos permitimos hacernos cargo de este saber? ¿Basta con un aplauso? ¿Qué tan presentes somos como para cambiar el curso de la historia y articular los tres grandes tiempos? Para no repetir los errores, como Sísifo.
Recordemos el final de Walter Benjamin, otro suicidado por la sociedad. (Como dijo Artaud de Van Gohg):
“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja indeteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso» (TESIS IX, sobre Filosofia de la historia)
Volviendo al espectáculo, la música de Fernando Tarrés juega un papel impresionante, como elemento místico, dionisíaco para disvolvernos en el ritual. Es posible sentir la obra con los ojos cerrados, es una invitación a esa reflexión íntima.
¿Dónde nos toca el abuso de poder?
Los entreactos, la ironía ideológica: mientras el infierno arde, la maquina continúa en su ilusión.
“Lo sé, y aún así.”
Por último, es imposible traducir a palabras lo que hace Terran con las visuales. (Y esto es algo bueno de decir) Una pintura indescriptible, una pintura viva como también lo está la Historia. Vive entre nosotros, en cada cuerpo, en cada dolor. Nos habita. ¿Qué hacemos con el pasado?
Es una pena que no estén continuando las funciones. ¿Que será del centro cultural Kirchner? ¿Y de la posibilidad de acceder por derecho a la cultura?
La sensación de profecía.
La necesidad de unirnos para defendernos.
Todo eso, en la sala Argentina del CCK.
Vamos al poema (A Sbaraglia, y a Pizarnik)
Ese detenerse,
ese no poder decir
cuando lo impronunciable
El horror
de la historia
del poder soberano
El territorio del poder
se escribe sobre los cuerpos
con el lenguaje más arbitrario
y es capricho del tirano
detenerse
a gozar
en lo infausto
que con su sola firma
autoriza
la barbarie.
Honrarás tus muertos.