
El ARTE siempre es testigo incorruptible de los hechos que transcurren en una sociedad, en el mundo.
En el Teatro Tadrón se la juegan. Los espectadores sabemos que vamos ahí a vivenciar un cachito de verdad.
En el caso de la Obra que dirige Daniel Godoy con dramaturgia de Alberto Romero, reaparecen todos los fantasmas de lo distinto.
Se desarrolla en una isla, o sea a/islados, separados, segregados. Los homosexuales, los perversos, los pobres, los ignorantes, la curia, el sacerdote equivocado de bando, los militares, los dictadores, los que ostentan el poder. y UNO bueno, como para poder seguir creyendo en la humanidad.

El comienzo de la obra es desopilante, alegre, bien llevado.
La Piaf con su vestido negro, el himno al Amor es la figura perfecta para encarnar el dolor y dar lugar a la tragedia, la rememoración que te dejan reflexionando y recordando el horror de aquellos tiempos.
