
Por primera vez fui al Espacio Callejón a ver una obra de teatro. Cuando crucé el largo pasillo, “túnel”, me encontré con un lindo bar escondido que contaba con una barra y algunas mesitas para esperar a que nos llamaran para ingresar a la sala teatral. Hago énfasis en lo que fue “la entrada en calor” porque fue en este momento donde lo encontré sentado en la punta de la barra al actor protagónico de “Un guapo del 900”. Con mi vergüenza e intrepidez decidí acercarme a él para felicitarlo por su papel en la obra que, en aquel entonces, la estaban dando en el Teatro Cervantes. Yo, interiormente, me preguntaba qué hacía allí. No tardé mucho tiempo en darme la respuesta: era un espectador más. Pero no, Juan Manuel Correa, con el que pude deleitarme en Un guapo era el director de la obra a la que yo me encontraba convocada ese día.
Y ahora sí, estas líneas que escribiré a continuación intentarán reflejar, o al menos esbozar algunos pensamientos que emergieron de mi mente durante y después (un “después” duradero, que no termina mañana) sobre “Eternos hasta mañana”.

La obra narra la historia de una banda de rock and roll, todos varones, que cuentan con muchos años de trayectoria como colectivo no solo musical, sino también de amistad. El “Tarta” es la figura “estrella” de la banda (¿no son los cantantes los que portan ese lugar? ¿o la segunda línea forma parte, también, del estrellato?). Después nos encontramos con “Chirola”, personaje querible, con heridas al descubierto que él elige no taparlas. “Santopo”, por su parte, el guitarrista que prefiere cuidarse de tanta franqueza dolorosa usando sus auriculares, gesto que invita a la contemplación -un término que nos regala el filósofo Chul Han-, estar adentro para reencontrarse con un afuera. Y la figura de sostén, un tanto caricaturizada por su afición por las “frases hechas” de libros de auto-ayuda: el “Mago”.
En esta pieza teatral se deje entrever una fuerte crítica al “boom” de los libros que venden bienestar socioemocional en un marco de una sociedad que está deteriorada ya que gestiona en contra del dolor, una sociedad paliativa, como señala con acierto el filósofo Byung Chul Hang en la que no se busca curar al paciente, sino que se encarga de darle calidad de vida por la mayor cantidad de tiempo posible. Pero ¿qué hay después? ¿Qué pasa con el dolor? La libertad hoy se mide en términos de autorrealización y autooptimización. “Santopo” se burla de los libros de auto-superación, que le quitaron a la filosofía la pregunta de la verdad y de la felicidad, y por lo tanto, se ríe del amigo que le hace justicia a las “frases hechas” permanentemente, intentando convencer a este último de ver las cosas más allá de lo que puede indicar un manual ¿Y vos que sentís? ¿Qué pensas? ¿Las fechas son lo único que importa? ¿Sigue habiendo un nos-otros? ¿Hay un espacio más allá de Labia? (Labia es el representante de la banda). Son preguntas que aparecen -no expresadas literalmente así- hacia el personaje fanatizado (dicho sea de paso, los invito a ver la película protagonizada por Valeria Bertuccelli –Gachi Pachi–, “Culpa Cero”, si se quieren seguir riendo de esta temática propia de la sociedad del rendimiento en la que vivimos).
Por otro lado, se hace alusión a otra temática sensible: el género. Es muy interesante que los varones de este grupo musical tienen el deseo de seguir “funcionando” como banda manteniendo el espíritu “varonil” porque es lo que los caracteriza esencialmente, más allá de toda carga de masculinidad que puede ser interpretada en términos de “machirulismo”, ellos se autoperciben como banda de varones por su estilo rockero que, con la presencia de una mujer cis (qué es ser mujer es otro debate que ameritaría la escritura de un artículo más extenso), cambiaría, dejaría de ser lo que -al menos intentan- ser. “Dama” representa el símbolo “muy minita” de la obra ¿Qué aspectos detonará su presencia en estos chicos músicos? ¿Qué lugar ocupará en relación al detonado de la banda? Vayan a ver la obra para develar(se) estos interrogantes que, espero, eternamente nos movilicen.

Ficha técnico artística
Actúan: Nicolas Amato Garcia, Juan Chapur, Camila Garófalo, Juan Marthe, Mariano Napoli, Juan Salmeri
Redes Sociales: Camila Garófalo
Fotografía: María Marta Cremona