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DOS PERSONAS DIFERENTES DICEN HACE BUEN TIEMPO de RAFAEL SPREGELBURD y ANDREA GARROTE – Por Dra Raquel Tesone

A treinta años de la primera presentación en el Rojas donde participó de la Bienal Buenos Artes Joven ’94, ésta obra de teatro “Dos personas diferentes dicen hace buen tiempo” se vuelve a presentar después de veinte años de “Bizarra” en la celebración de los 40 años del Rojas. Andrea Garrote y Rafael Spregelburd son dos reconocidos dramaturgos, actores y directores de teatro, que se inspiraron en los textos de 35 cuentos de Raymond Carver, pieza que giró por el mundo, no solo la volvieron a hacer, sino que recordaron sus  experiencias en aulas y salas del Centro Cultural Rojas. Se presentó también en Sala Beckett (Barcelona). Moma Teatre (Valencia),  y en  numerosas giras internacionales.

Esta obra escrita, interpretada y dirigida por Rafael Spregelburd /  Andrea Garrote es un homenaje representativo del emblemático Centro Cultural Rojas y al mismo tiempo, honra la obra de Raymond Carver, que no era dramaturgo, y lo han convertido en uno muy grande, retomando sus palabras, frases y reflexiones.

Es una obra que aborda la temática de la pareja, las dinámicas y las tensiones intevinculares inconscientes que son determinantes y que trasuntan a través de los equívocos, lapsus y actos fallidos de este diálogo. 

Tomando el título de la obra, ya aparece el tema de la diferencia entre los personajes al enunciar algo, y además la banalidad de la cotidianidad (hablar del tiempo),  evitando defensivsamente poner palabras a temas de fondo que disparan angustia. La reiteración de este enunciado encubre conflictos internos de la pareja, aquello de lo que “no se habla”. La compulsión a la repetición aparece como un intento de elaborar lo que quedó resonando a nivel inconsciente flotando en lo “no dicho”. Esto nos remite a la dramaturgia de Harold Pinter (único traductor al español de sus obras Rafael Spregelburd) quien también opera con palabras significantes en la obra “Noche”: un compendio de psicoanálisis de pareja, en el cual cada uno desea (pero no logra) sostener la ilusión de conservar el mismo recuerdo de cómo se conocieron. Pinter juega con la versión subjetiva de cada partenaire  acerca de ese primer momento del encuentro y la diferencia de sus miradas  y vivencias  en ese primer día.  Un tercero entra como fantasma ante la gran decepción de la no coincidencia de sus versiones y al no ser lo mismo lo recordado, ambos  interpretan esa  rememoración como la confusion de un encuentro con otro/a. En la dramaturgia de “Dos personas diferentes”, el tercero se presentifica desde el principio, lo que arma y reactiva el triángulo edípico. Nos precede  otro/a antes de nuestro nacimiento, y fue.una pareja nuestro que nos hizo advenir al mundo. Con quienes nos  criaron, aprendemos a relacionarnos, son nuestro primer modelo de lo que llamamos amor. En este caso, la transferencia en un vínculo amoroso de lo experimentado en nuestros primeros vínculos significativos, y se pone en juego en ese tercero que rompe la díada. Este conflicto edípico no se profundiza en el diálogo porque sw cae en lo trivial para no enfrentarlo,  corriendo el riesgo, de destruir lo construido por  huir y por temor dr confrontar las  emociones más íntimas. Pero aquello que se percibe, se siente y no se habla, permanece en  lo Inconsciente que insiste por expresarse y por lo cual, golpea la puerta hasta hacer estallar lo reprimido. 

El sentimiento del absurdo desencadenado por emociones escondidas al momento de un acto de infidelidad y la vulnerabilidad de los personajes, tanto como las ambigüedades típicas de una relación de pareja, están en esta obra al descubierto y sin resolverse. Queda en evidencia la máxima de Lacan: uno puede saber lo que dice pero no lo que el otro escucha ya que toda comunicación se constituye en el malentendido. Eso es lo que desata la risa en el público, esos equívocos y esa desconexión de los enunciados de cada protagonista, y una suerte de identificación con los personajes. En las charlas de pareja, algún significante, palabra o frase, lleva a otro significante y todo puede terminar en una pelea de un segundo para el otro. Diálogos desconectados emocionalmente y la  tensión de lo que suele ocurrir cuando las parejas se sienten capturadas en una conversación insostenible. Esta desconexión es acompañada con una impactante conexión con el público, como si los personajes hablaran o pensaran en voz alta,  sonríen, padecen, se sonrojan de lo que escuchan por boca del partenaire construyendo una complicidad con los espectadores, una modalidad de actuación que Rafael Spregelburd maneja de maravillas, así como los silencios tensos para que el público rellene lo no dicho. 

RALPH: Creo que Anderson me fue infiel con una mujer que se llamaba Marian.

(Confusión). Creo que Marian me fue infiel con una mujer… (Confusión).

MARIAN: Es que quería llamar la atención.

Aquí surgen algunos interrogantes: ¿quién fue infiel: su esposa o el hombre que logró seducirla? ¿A quién se le carga la culpa para aminorar el dolor de lo que puede ser vivido como desamor? ¿Es desamor una infidelidad y/o en ocasiones,  un recurso consagrado para llamar la atención del partenaire? En las cosas del querer, todas las posibilidades se abren como un abanico con diversos matices.  A veces, una infidelidad puede ser una manera de tomar venganza, en el caso de Marian por que  Ralph dejó encerrado al perro de los hijos (perro que se llama como él: Ralph, lo que puede ser un guiño para que los espectadores lo veamos como su rival afectivo).

MARIAN: La verdad que yo lo extraño, ¿eh?… 

RALPH: Está bien. ¿Qué me decís de aquella fiesta? Bueno, ahora que lo sacás a relucir, ¿qué pasó…? …esa noche… ¿Con Anderson? Quiero decir, te besó. Es decir, sé que te besó. Lo sé. ¿Trató de besarte? ahora… me lo podés contar. Es más simple. ¿Qué pasó? ¿Te besó?

MARIAN: ¿Viste que hay algo extraño en cómo uno recuerda el tiempo del recuerdo? El recuerdo del tiempo, que no… que es como inasible? Porque uno recuerda el suceso, y detalles, pavadas pero el tiempo, la duración, la extensión de ese suceso es como… ¿No te parece?

RALPH: Con la voz pasiva no hacés más que borrar la responsabilidad del sujeto, y lo sabés muy bien. 

En un duelo intelectual gramatical,  en la voz pasiva, no solo hay un juego de poder por saber quien tiene la razón, sino que hay una acusación subliminal de Ralph hacia la pasividad de Marian frente a su herida narcisista. En este punto nos preguntamos por qué Ralph pide la verdad tanto tiempo después (dos o tres años después) Marian no le dijo toda la verdad en el momento del hecho, y Ralph en lo más recóndito de su Inconsciente, sabia lo que no se atrevio a preguntar. Ese saber no sabido al decir de Lacan, emerge cuando retorna lo reprimido. En ocasiones, la pareja no está preparada para escuchar, y cuando si se quiere escuchar es cuando retumba en el presente porque hay un ruido actual que hace eco.

RALPH: Conmigo te besás así. 

MARIAN: Basta. ¿Querés saber la verdad?

RALPH: Nunca busqué otra cosa.

Ralph se mete en la boca del lobo y es devorado. Busca la verdad pero le duele escucharla y aquí aparece el mecanismo de defensa de la negación. 

RALPH: Debería haberme parado atrás… Más atrás… Yo

tendría que haber estado en otra parte… Pero hubiera salido la soga con toda la ropa tendida y ahora ya pasaron cuatro años. No tenías por qué decírmelo.

El mundo está lleno de perros, y a algunos no se les puede sacar ningún provecho. Los perros son libres.

Se siente encerrado tal como el perro que él encerró (las mascotas como  los hijos pueden ser chivos expiatorios). Ralph parece sentirse igual que  un perro más en la vida de Marian. Y ahora,  es libre porque la verdad lo libera de continuar haciendo esfuerzos en ocultarla.

Una obra que ahonda en las dinámicas de los vínculos de parejas  en un cruce con la obra de Raymond Carver que, con un léxico simple, y desde un lenguaje minimalista de la cotidianeidad, trabaja sobre la complejidad y disfuncionalidad de las relaciones. Carver, experto escritor en mostrarnos cómo nuestras relaciones se pueden tornar vacías hasta el hartazgo y cómo cada uno puede llegar a vivir su propia realidad, pone el acento también en como lo silenciado toma mayor relevancia que lo dicho como en esta obra de Garrote y Spregelburd.  Hay un fuerte enlace con el desarrollo de la trivialidad como defensa para tapar las problemáticas que atraviesan a la pareja respecto al cuento de Carver: “¿Dé qué hablamos cuando hablamos  de amor?, cuyo título ya es una interpelación al lector. ¿Es que lo que se pone en juego suele ser el  deseo de ser amado/a y la dificultad de poner en palabras las situaciones de conflicto por temor a la pérdida del ser amado?

Aquí un reportaje con Rafael a la salida de la función que enorgullece a nuestra cultura, por su humildad, su amor por el arte y por la alegria de recibir un reconocimiento en El Rojas nos da luz a estas dudas.

Dejamos una perlita acontecida en El Rojas al final de la obra. 

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