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DISCEPOLÍN FANÁTICO ARLEQUIN de Daniel Casablanca – Dir. Guada Bervhi – Por Dra. Raquel Tesone / R Revart

PH: Maxi Bort

Filmación Reportaje: Marcel Dance y agradecimiento a Máx Masri por sus reflexiones

Esta obra escrita y actuada por Daniel Casablanca es un maravilloso homenaje a Enrique Santos Discépolo, quien si bien es célebre como el gran poeta, músico y compositor de tango, era además, actor, cineasta y dramaturgo, y solo un actor de la talla de Casablanca, un artista multifacético, es capaz de desplegar todos sus talentos, cantando, tocando el piano y con una actuación fascinante, lo cual lo encarna y lo honra en todos los sentidos. La puesta en escena y la dirección de Guada Bervhi es impecable en los mínimos detalles de iluminación, escenografía y en la cual, condensa con humor las cuestiones existenciales de Discépolo a través del universo simbólico del clown. Logra así que la figura bufonesca esté plena de ternura lo cual intensifica aspectos emocionales de este ser que vivía en un contexto que lo atravesaba trágicamente. El grotesco es utilizado para vehiculizar su verdad, una vida que está marcada por la orfandad temprana, el compromiso político en una Argentina donde las injusticias sociales eran innumerables. 

Discépolo como figura pública expresaba un humor ácido y realista y su angustia frente a la situación vulnerable de los más débiles. Casablanca encarna las ambivalencias emocionales de un ser que en su poesía nos habla de un corazón desgarrado por no poder encontrar su lugar en este mundo. 

En el recorrido de la obra, logra sumergir a los espectadores al interior de Discépolo en su  soledad, sus contradicciones y su desesperación frente a la injusticia, con una gran profundidad y entre risas trágicas, se transmite la tierna melancolía de una personalidad que es emblemática del tango y de nuestra argentinidad, en tanto, encarna su sufrimiento colectivo. Recordemos que en aquellos años, Nació en 1901, y murió en 1951, no por azar de un ataque al corazón, lo que es muy representativo de los golpes emocionales frente a su prestigio por un lado, y por otro, su compromiso con los cambios sociales requeridos para una sociedad más justa. De allí, canciones como Yira, Yira, que tienen una fuerte vigencia en la sociedad argentina y en el meta-verso de la post-verdad, que refleja su forma de denuncia y de compromiso social. Su tango más conocidoCambalache (1934) puede leerse como un discurso social sobre el desencanto, la caída de los ideales, la angustia existencial frente a la dilución de los valores, y al mismo tiempo, habla de una sociedad que está subsumida en un goce sin ley (hoy es una ley sin garantía, la ley del “mercado”) donde se pierde las referencias simbólicas y todo da igual, y  reina el sinsentido. “El mundo fue y será una porquería ya lo sé. En el 506 y en el 2000 también” Hoy su poesía toma forma de profecía y de advertencia porque pronostica que en el año 2000 seguirá el mismo cambalache, No olvidemos la crisis económica de los años 30, la corrupción política sumado al desarraigo de inmigrantes desamparados y de esto trasunta Yira, Yira, preanunciando la post verdad, sin anclaje simbólico, en una especie de errancia del lazo social. Este actor nos muestra la forma de tramitar todo ese sufrimiento y poder componer y escribir para lograr sentir que podemos realmente hacer una denuncia no violenta del malestar social sin acallar nuestras voces. 

Este gran actor Daniel Casablanca, retoma en su interpretación la esencia de sus temas de tango donde la ironía y el sarcasmo, ofician como un mecanismo de defensa frente al dolor. siendo sus letras un canal de resiliencia emocional. De allí la pregnancia en todos los argentinos que nos podemos identificar con sus canciones y con su música. Las carencias de origen en su infancia, su orfandad, lo empujan a su creación artística en un intento de darle sentido al caos del mundo sublimado en su poético lenguaje. 

Casablanca realiza de la mano de Bervhi una composición muy profunda de un ser sensible a las problemáticas sociales de su tiempo, sumamente lúcida y con un fuerte simbolismo la escenografía que nos ubica en el tiempo, pasado, presente y futuro del personaje mientras se traslada por el espacio del escenario, utilizando cada uno de los objetos teatrales con meticulosidad y con un toque mágico, La iluminación y el sonido, lo acompañan formando un juego coreográfico impecable hasta en sus mínimos gestos clownescos. Cabe aclarar que el arlequín en la obra no es solo un recurso estético, sino que habla de la subjetividad de Discépolo y así lo imagina Casablanca en su composición, como un doble trágico que está ligado a una personaje ambiguo, una especie de representación del Inconsciente que es portador de aquello que el bufón se atreve a decir con cierta ingenuidad lo que no se quiere escuchar. Es la voz de la sabiduría que mostrando lo absurdo del “orden” social, desata risas como una especie de máscara que alude a la esencia discepoliana. En ese desdoblamiento escénico, se dice aquello de lo que no se habla directamente, dejando al público con sus propias conclusiones o interrogantes. El arlequín con su vestuario fragmentado alude a la división del sujeto, a sus contradicciones y al humor como modalidad de transmitir una verdad. En ese sentido, es un reflejo del Yo y de la sociedad en su conjunto, y el arlequín opera otorgando más humanidad a su personaje con ternura y al decir de Lacan, el humor es una forma de hacer soportable lo insoportable.  En este aspecto, la risa nos permite que el teatro sea un modo de resistencia para lograr cuestionarnos y transformarnos a través de soñar con un mundo mejor desde el imaginario de pensar a Discepolo solo componiendo esos tangos que nos muestra nuestra propia herida como sociedad y por donde reconstruir sobre los escombros de esa época.

La obra aborda diferentes tópicos como el de la inspiración y las musas, lo hace con arte, y logra hacernos reír del salto al vacío que implica para un artista la página en blanco, ese momento donde la angustia puede abarcarlo todo. Y como en Discépolo la angustia es social. nos interroga sobre si sería posible sentirse feliz si estamos viviendo en medio de la injusticia. La obra nos confronta a una posición ética que habla de una necesidad de transformación de los malestares de nuestra cultura, y en este espectáculo, la dupla Casablanca / Bervhi despliega este cuestionamiento social a través de la música, la poesía y las risas del público. ¡Chapeau Discepolin fanático arlequin!

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