
Podría plantear esta magnífica obra desde dos perspectivas (o varias) lecturas. Una, la más apegada a la historia que aparece en este escenario, hace referencia a dos mujeres que se presentan como víctimas de un hombre que está preso ante su esposa y le reclaman lo que parece corresponderles. Alli se desata un interesante juego de ser victima y victimario, bajo diferentes formas. La esposa, modista, también acusada de complicidad, de preparar la carnada, parece desconocer esta situación, aunque tiene un clarísimo registro de sus vínculos (malos) con su vecindario.
En otro plano, un escenario con mesa, sillas (pocas), una lámpara de pie que se enciende y se apaga misteriosamente, una ventana, una puerta y una máquina de coser y el infaltable reloj de pared, todo viejo, enmarcan esta historia en torno a alguien que no aparece jamás pero está presente todo el tiempo: el verdadero victimario, el hombre vestido con traje negro, esposo de la modista, que engañaba a sus victimas.
La complejidad de los personajes nos afecta, a la vez que acompañamos el impacto, la afectación y todo lo que genera la concatenación de hechos en los que ser victima y victimaria se funden, se entreveran, cambian de una posición a otra todo el tiempo.
Se abren preguntas respecto de qué es padecer, qué implican el deseo de venganza y su efectivización, el juego de complicidades y los miedos, pero sobre todo, la soledad y la vulnerabilidad.
¿Qué nos hace humanos? La directora, en un gran trabajo, muestra lo multidimensional de la fragilidad, que nos convierte, como sujetos, en pasivos y activos, potentes e impotentes, crueles y piadosos, creíbles, mentirosos, amables.
Carnada juega con esos fantasmas, a partir de un texto profundo y descarnado de la gran Susana Torres Molina, con la siempre excelente Ingrid Pelicori como la esposa, y Anahí Gadda y Carolina Guevara como las mujeres- niñas que van a reclamar lo que parece corresponderles.
Por eso, Carnada danza con lo descarnado de la vida misma, lo que nos vuelve responsables de nuestros actos, aun los ligados a los miedos, a las desmentidas, a anclarse en un rol de testigos, su toma de conciencia y aquello que nos lleva a resistir.
La puesta acompaña y la iluminación, excelente, hasta parecen personajes.
De eso se trate, tal vez.
¡Viva el teatro!
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia: Susana Torres Molina
Actúan: Ingrid Pelicori, Anahí Gadda, Carolina Guevara
Diseño y realización de escenografía: Víctor Salvatore
Colaboración en realización de escenografía: Paula Molina y Guillermo Manente
Diseño de iluminación: Matías Noval
Diseño y realización de vestuario: Cintia Miraglia
Asesoramiento coreográfico: Marina Svartzman
Producción ejecutiva y artística: Alejandra García
Prensa: Natalia Bocca
Asistencia de dirección: Gabriel Urbani
FUNCIONES:
Lunes 20.00 horas
El Portón de Sanchez. Sanchez de Bustamante 1034, Caba
