
El tío Mauricio era un exquisito contador de historias,
él sentía placer en contarlas y yo en
escucharlas
De joven el concurría a un piringundín de los bajos fondos El Sacamoco Bailable
Entre los asiduos concurrentes se podían encontrar poetas,
novios desahuciados y otras yerbas
El fin era pasarla bien en agradable compañía
Bailarinas, coperas y alguna viuda triste eran la Planta Permanente del establecimiento
El tío tenía su preferida: Camila una joven de rasgos finos, dulces modos, ojazos azules y una
mirada que paralizaba
La noche sin luna ni estrellas daban paso a las charlas interminables
El ruido y el silencio alentaban la atracción
Ella decía que tenía un don especial: inventar palabras
Dios, Patria, Pueblo, Amor, Guerrilla, Dictadura y Casta eran su creación
Una noche se despidió de mi tío,
dejaba ese lugar,
se anotó para cursar Filosofía y Letras
Él siempre la recuerda con amor y dice de ella: nunca debió haber inventado esa palabra…