
(Sugerencia: lean esto después de ver la peli. Sí, hay spoilers. Pero spoilers con contenido inconsciente.)
¿Quién no sintió alguna vez que el universo le mandaba una señal? A Denise, la protagonista de esta historia, esa señal le llega dentro de una botella. Y no es una metáfora tirada de los pelos: Mensaje en una botella es una comedia romántica con un giro psicoanalítico que vale la pena descorchar.
Luisana Lopilato interpreta a Denise, una mujer que se encuentra con una carta misteriosa y decide ir tras el autor. Lo que parece un jueguito detectivesco se convierte en una travesía emocional donde se reencuentra con sus ex y, de paso, con sus fantasmas. ¿El resultado? Un catálogo de vínculos fallidos que, lejos de ser pura mala suerte, revelan algo más profundo: nuestras elecciones amorosas no son tan libres como creemos.

Freud lo llamó “compulsión a la repetición”, y no es otra cosa que tropezar siempre con la misma piedra, solo que con distinto perfume. Denise se engancha con hombres que la ignoran, la manipulan, o directamente no están disponibles. Ella no elige: se deja elegir. Y así, como buena protagonista de su propia neurosis, se borra en cada vínculo para amoldarse al deseo ajeno. Spoiler 1: no le va muy bien, pero no olvidemos que es una comedia…hará todo para que ese viaje termine bien de la mano del genial Gabriel Nesci que le da una dosis de humor y torna en comedia su tragedia.
Denise se siente capturada en una serie de relaciones fallidas con hombres que parecen compartir características comunes: falta de contacto emocional y compromiso limitado o en imposibilidad de estar disponible. Esta repetición no es producto del azar, sino de la compulsión a la repetición (Wiederholungszwang), un bucle de escenas dolorosas que no son producto del masoquismo, sino más bien un intento inconsciente de elaborar lo que no está resuelto. Denise repite un patrón de vinculación con hombres que no la eligen del todo, o que solo la aman parcialmente.

Desde el personaje desopilante con escenas pícaras que llega de la mano de Rafael Spregelburd, en el papel de un hombre casado e inalcanzable. Lo suyo no es amor: es Edipo remix. Un vínculo que dice mucho de una relación edípica no resuelta, en la que Denise queda atrapada en un amor imposible. Spregelburd interpreta este personaje destacando el sentirse dividido entre su deseo y sus mandatos, con matices que lo sacan del estereotipo del “tipo casado”, sobre todo al momento de aceptar que sus obligaciones son más fuertes que sus deseos, aunque su deseo por Denise es lo que lo hace verdaderamente feliz. Él representa una atracción que la mantiene atrapada, a la espera que deje a su esposa para ocupar su lugar y que la elija a ella. Spoiler 2: tampoco pasa.
Luciano Cáceres encarna al típico narcisista que sólo ama su reflejo. Su vínculo reproduce una relación de quedar subordinada al deseo del otro, la manipula hasta que interviene su amiga Marina Belatti, desde un lugar no precisamente amigable. Benjamín Vicuña representa el hombre que le ofrece una relación romántica de cotillón que se desinfla como globo de helio. Benjamín Amadeo aparece como el “tierno”, el más joven, en quien Denise proyecta una ilusión que por momentos, se le escurre entre los dedos, aunque la esperanza queda.
¿Y los padres? Inés Estévez y Eduardo Blanco, una dupla que no necesita mucho tiempo en pantalla para marcar fuerte, ambos con rasgos muy particulares. Es el personaje de Luis Machín que enciende otra luz: no porque venga a rescatarla, sino porque no entra en el juego. Es como ese analista que aparece justo cuando uno ya no espera nada. Escucha, no seduce, no se engancha. En vez de atraparla, le devuelve una pregunta. Es el único que no la desea ni la rechaza, y eso… la descoloca y la transforma.
Como dijo Lacan: lo inconsciente es una carta enviada sin saber a quién… pero que llega. Gracias a poder escuchar ese mensaje, Denise deja de buscar validación en los otros y empieza a mirarse. Ya no espera que un hombre le diga quién es. Aprende —con dolor y humor— a elegir, a duelar lo que no fue, y a desear sin repetir.

Mensaje en una botella no es solo una historia de amor: es una invitación a mirar para adentro, a bucear en lo que evitamos para enfrentar las señales que el inconsciente nos manda… aunque vengan en envases reciclados que se encuentran «en el fondo de la cava».
Y vos, ¿ya encontraste tu botella?