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DINÁMICA DE LA VIOLENCIA (Habitación Macbeth) – Por Lic. Manuel Larrabure

La interpretación de Pompeyo sobre el Macbeth de Shakespeare (audio de la entrevosta a Pompeyo Audivert abajo), nos puede ilustrar como es el mecanismo dinàmico de la violencia. Estas reflexiones son interesantes para nuestra propia vida, aún cuando no se adhiera a la metafìsica propuesta por Pompeyo y por Shakespeare, aùn con otra terminologìa y/o marco teòrico, estas ideas pueden interpretarse y traspolarse a interpretaciones psicoanalíticas donde el «más allá» se situará en mas alla del yo consciente, como lo inconsciente Freudiano. 

Según Pompeyo, Macbeth es un «Ser raptado». Esta idea está muy presente en el mundo griego de la tragedia y en Shakespeare, quien retoma la tragedia y la adapta a su tiempo. Las brujas que se presentan a Macbeth implantan en su ser el rapto, la semilla del mal. Pero Macbeth es una persona, y no solamente un ser raptado en modo continuo. De este modo, aparece la culpa como un lastre en la conciencia humana, como una rémora, como un recuerdo de quien es en realidad. La culpa no aparece como algo a extirpar sino un recuerdo de sí mismo, de su verdadera identidad, una vuelta hacia sí mismo. Pero en el camino de convertirse en un criminal perfecto, en un ser raptado en totalidad, Macbeth va deshaciéndose de la culpa, para entrar en la valencia del ser raptado y dejarse tomar por la violencia, y por la «velocidad del crimen». 

Pompeyo advierte el tema de la velocidad y la interrupción del pensamiento. Macbeth «se deja llevar». No tiene pausa. Es pura reacción. La culpa es un ancla en sí mismo pero las fuerzas ominosas encuentran su camino en las pasiones para emerger y tomar al ser. Son fuerzas sobrenaturales. Freud podría llamarlo «El inconsciente». En este sentido es que sostengo que se puede intercambiar el marco teórico, pero de todos modos es un ser raptado: ya sea por las fuerzas ominosas, o las del inconsciente. Hay algo que toma al «Yo», que lo lleva a actuar, a suspender su capacidad de pensamiento y meterse de lleno en la Acción. O en la «compulsión a la repetición» de un acto. «Macbeth matará toda la noche, Macbeth no dormirá más.» 

¿Còmo se afirma Macbeth en su nueva versión?
Pasa las culpas a la esposa. Al liberarse de la culpa, elimina la contradicción. Ya puede quitarse la carga moral para afirmarse en su nuevo Ser, en un ser con sangre en las manos. Asumido en total deseo de poder. Pero, sin embargo, la fábula moral se cierra de la manera en que Shakespeare retorna al equilibrio del mundo, y perderá el trono porque en la visión Isabelina, la ruptura del orden metafìsico es insostenible. El camino moral de Macbeth es cómo se aleja de sí mismo a través del crimen, del ser raptado y del borramiento de la culpa. Macbeth acumula muerte: «Aunque me quede un soplo de vida, cumpliré con mi papel. No dejaré de amontonar cadáveres.»

La culpa es la única rémora de esa identidad perdida y tomada. En ese sentido, Macbeth se fragmenta. Para insistir en su fragmentación, o en que el peso de la identidad se decante por el ser raptado, debe eliminar la culpa. Es por eso que es una rèmora, un lastre. Es algo que aún se arrastra de quién era. Pero ya no se es. El rapto se afirma, la identidad larvada puede asentarse. Es decir, la larva termina por crecer en el ser, como un virus, como un zombie. La culpa, si era ese contrapeso contra la larva, ese llamado de la conciencia y del pensamiento, ese lugar de Duda cartesiana, es extirpada y reemplazada por la velocidad de la mano y el cuchillo. «La mano es más rápida que la vista» en el sentido que la mano es el cuerpo, las pasiones y las fuerzas ominosas que utilizan al ser como un tìtere y al mundo como un teatro donde desplegarse. La vista es la reflexión, es el libre albedrìo, es la capacidad del ser humano para empoderarse de sus acciones, para poder meditarlas, para poder accionar en coherencia con sus pensamientos y no desconocerse a sí mismo. «Que el cuchillo accione, y que los ojos vean después». Esta es la dialéctica entre la acción y la reflexión que se suspende en Macbeth para afirmar la larva, para que las fuerzas oscuras puedan desplegarse y tomar al ser. 

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