No porque haya sido declarada de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, ni porque haya recibido premios y nominaciones; tampoco porque lleve quince temporadas en cartel.
Pero sí porque es necesaria, porque sabe hacer preguntas sobre un tema tan ríspido como la discapacidad y lo social, como la normalidad y lo que no alcanza ese estándar establecido quién sabe por quién o por quienes.
Pero sí porque es conmovedora, porque como dice algún reel del IG de la obra, acá hay lucha-justicia-resiliencia-coraje.
Porque hace falta valor y ovarios para confrontar con las imposibilidades propias y la avaricia, el desdén y la negligencia de la familia, el entorno anónimo y los agentes de salud y del sistema legal.
Julieta Bermúdez construye su personaje, Liliana Doblas, con evidente arduo trabajo sobre su cuerpo y sus emociones, con estudio amoroso y atento de lo que representa una discapacidad, que no te anula frente a los quehaceres diarios, pero sí te frena por las barreras que ponen las personas ante lo diferente, o ante las debilidades que sí se pueden ver, contrario a lo que sucede con las debilidades del mundo entero pero que no se pueden percibir a simple vista y que, sin embargo, suelen a veces ser más limitantes que cualquier trastorno madurativo, como la ignorancia emocional.
La puesta está muy ajustada a un buen texto y al destacable desempeño de los actores que -a excepción de la protagonista-, se visten con distintos personajes en el decurso de la obra.
Un elenco de excelente performance en su conjunto, que más allá de la actuación hipnótica de Julieta Bermúdez, se desenvuelve con solvencia y profunda comprensión de lo que traen a escena.
A subrayar: esa madre (Florencia Farías), una mujer que ha perdido a manos de sus otros hijos la fortuna acumulada por el marido ya fallecido y el antiguo esplendor de sus campos. Representa el desamor, la avaricia, la ceguera que luego el afuera reproduce porque faltó esa mirada constitutiva, ese afecto que acompaña y posibilita. El abogado defensor (Matías Durini), se muestra como un hombre de convicciones, precedido por un padre que sí lo construyó con su mirada, que sí acompañó, que sí transmitió valores. Atraviesa un matrimonio desafortunado y será -quizá- la desprotegida Liliana Doblas la que le enseñe a salir del pantano de ciertas realidades. Aparece con esto una nota tal vez fuera de relieve en el relato de la puesta pero que, sin embargo, aporta frescura y algo de entorno al nudo denso de la acción, que son dos escenas que muestran un juego de seducción entre el abogado Fernando Millán y su contadora (Nadia Brom, en reemplazo de Laura Accetta), que dispersan momentáneamente el clima opresivo de lo que se narra, al tiempo que juega como las luces y las sombras de lo real que se impone.
Notable también la actriz Constanza Fossatti con tres roles muy bien ejecutados.
Laura Accetta, Julieta Bermúdez, Nadia Brom (en reemplazo de Laura Accetta), Matías Durini, Florencia Farias, Constanza Fossatti, Miguel Lumi, Ale Marticorena, Yamila Mayo, Ivan Quevedo, Alejandra Sabatella, Alejandro Spada
Teatro El Ojo, J.D.Perón 2115, los viernes 20.30 hs.


