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AL DIVÁN MARTÍN RODRÍGUEZ AGUIRRE – Por Dra. Raquel Tesone

FOTOGRAFÍAS Y VIDEOS : CELESTE BURGOS

Martin Rodriguez Aguirre reconocido por su interpretación de “Alan” el guardia de la serie de “En el Barro” y por “Rivi” en la serie Griselda (ambas en plataforma Netflix estrenadas en este año 2025) 

Martín empezó a estudiar en su adolescencia en un grupo de teatro que se llama El círculo de tiza. Se formó profesionalmente en España y Argentina.

A sus 25 años y muy cerca de recibirse de licenciado en Administración de Empresas, se la jugó por su gran pasión por el teatro. En el momento del casting para la serie Griselda Martín vivía en España, desde entonces, 2022, se instaló en la ciudad de Los Ángeles.

Tuvo su primer protagónico en 2009, cuando brilló en El cuarto de Leo, cinta uruguayaargentina dirigida por Enrique Buchichio. A partir del éxito de esta cinta le llegó el ofrecimiento para trabajar en España.

En Uruguay dicha película fue elegida como mejor película nacional, y Martín laureado como Mejor Actor en el Festival de Cine Gay de Ibiza. Fue elegido como mejor actor de película uruguaya en el 2010 por la Asociación de Críticos de Cine de Uruguay.

Posteriormente, fue reconocido por la prensa y sus colegas en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Martín volvió a trabajar bajo las órdenes de Buchinio en su segundo largometraje, Zanahoria (2013), ganador de tres premios en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, incluyendo el Colón de Oro a la mejor película. En ese mismo año participó en El tiempo y el viento, película brasileña dirigida por Jayme Monjardim, que hasta la rompió cuando TV Globo la estrenó en formato serie de 3 episodios.

En 2010 interpretó al militar y político argentino Miguel Soler en la película épica-histórica Revolución: El cruce de los Andes, de Leandro Ipiña, que protagonizó Rodrigo de la Serna como José de San Martín.

ACLARACIÓN: HAY SPOILERS DE EN EL BARRO Y GRISELDA, PERO SPOILERS NECESARIOS PARA EXPLORAR EL INCONSCIENTE

Bienvenido Al diván. Estoy muy agradecida que estés acá sabiendo que tenías que viajar mañana y tenés los tiempos acotados. 

Al final no viajo. Tuve que reprogramar mi viaje. 

Entonces, ¿estarás en Argentina en la fiesta de 10 años de El Inconsciente? Es el 20 en La Catedral Club.

Si, voy a estar y puedo ir, conozco ese lugar (exclamaciones de alegría de ambas partes). 

Gracias por venir a la fiesta, la vas a disfrutar mucho y gracias por aceptar esta experiencia. 

Pienso que hablar de mi y mi trabajo desde otro lugar, uno lo agradece. Que vos te tomes el tiempo y el trabajo de prepararlo, de pensar por dónde abordarlo, el cómo, esto del diván me parece espectacular. 

Me emocionan tus palabras, y más viniendo de vos. Al diván está pensado para quienes hacen un trabajo imprescindible: abrir cabezas, correr velos, alumbrar zonas oscuras. Lo que se genera aquí dentro es, de verdad, algo maravilloso. Y tu labor en la composición de Alan en la serie En el Barro, me interpela esa composición de tu personaje y el enigma que encierra tu actuación, lo Inconsciente hasta que sabe su verdad. 

Creo que en todos los personajes hay algo de lo Inconsciente que aparece en algún momento. Si bien uno como actor busca aferrarse a las cosas más concretas, como al estudio de una situación o de la personalidad del personaje, de la letra, lo que sucede en el momento, los vínculos, pero si hay un lugar que por momentos aparece y no siempre, y en el mejor de los casos aparece, y te sorprende, es como una especie de revelación. Es ahí donde surgen los gestos no previstos, los impulsos…. Y también trabajé sobre la idea de que Alan venía de ese origen, por qué no pensar que el espacio físico donde transcurre, que es dentro de una cárcel, eso constituye la figura de una madre. Él es hijo de eso, de ese edificio.

Es muy interesante esta idea de pensar la cárcel como una madre. René Kaës trabajó mucho esta cuestión, las instituciones que tienen ese rol materno al ofrecer un encuadre de sostén y apuntalamiento psíquico a sus miembros, como algo del orden de lo imaginario porque en realidad están en peligro. Es una fantasía uterina, un útero que protege de la desprotección del afuera. Freud también lo plantea cuando habla de la Iglesia y el Ejército como masas artificiales y del modo en que se produce la identificación con el líder.

Es que Alan podría decirte que se vinculaba de una manera muy inconsciente con una situación de maternidad ahí adentro. El personaje no lo sabe, pero yo actor sí lo sabía, y ahí es donde le empiezo a aumentar el volumen a mi interpretación. Vos podes hacer un personaje y apartar algo y separar lo que realmente está pasando objetivamente con este ser, y al mismo tiempo uno mismo empieza a tejer tus propias cuestiones con las cuestiones del personaje para que ese tejido vaya generando una malla que sea más orgánica y más creíble, cuando esa malla está construida y constituida de una manera consciente, ahi va a venir el inconsciente a decir, ah mira vos…

Y ahí te desarma

Si, te desarma en el buen sentido.

Si, totalmente en el mejor de los sentidos. Esto es precisamente lo que Lacan define como el inconsciente: un saber no sabido que produce efectos sin que el sujeto pueda reconocerlos, y que se experimenta como algo ajeno que, sin embargo, nos gobierna. Este atravesamiento que describis para componer tu personaje entre tus procesos inconscientes y los del del personaje, ¿lo has trabajado en análisis?

Si. Y es que iría a un psicoanalista hoy por hoy, y fui hace unos años, abordé la terapia psicoanalítica. Fue un periodo de mucha transición para mí en ese momento. Me acuerdo que me ayudó mucho. Vivía en Buenos Aires ya hacía muchos años. De San Juan me vine a los 25 y fue un cambio muy fuerte, pero no lo abordé con profesionales. Me acuerdo que fue un cambio de los más difíciles. Y además el hecho de dejarlo todo. A lo mejor ahora, no sé si es más fácil pero tenés otras herramientas que hace 20 años atrás. Y pensar en terapia era como una especie de cosa muy desconocida para mí. Te estoy hablando del primer movimiento. Me acuerdo que tenía una amiga que estudiaba psicología y hablábamos mucho. Y cuando yo le planteaba ciertas cuestiones, ella me ayudó muchísimo con lo que me decía. En el momento yo no lo valoraba tanto, pero después a la larga sentí que me había dado un empujón tan grande, esos empujones que vienen de adentro. Todo lo que ella me decía y por cómo abordamos el tema de este cambio que yo quería hacer en mi vida. Dejé todo en San Juan, y de una provincia de Argentina, me vine a Buenos Aires. 

¿Qué dejaste allá en San Juan? 

Dejé un trabajo… lo que no era algo menor. Tengo trabajo hoy por hoy, y era un buen trabajo en un hospital público. Era administrativo en la parte de la tesorería, tenía mucho contacto con médicos, enfermeros y ahí vi muchas cosas que tenían que ver con la necesidad de la gente, en una zona un tanto rural y todo lo que te presenta un hospital día a día: desde las emergencias hasta los internados mismos que asistían al hospital. Si bien estaba en el sector administrativo, igual lo veía. Dejé este trabajo, dejé una novia, una relación de 5 años y tomé la decisión, lo hablé con ella y entendimos que era el camino que tenía que seguir cada uno.

Además, trabajaba mucho en un elenco de teatro de ahí y eso también me costó mucho porque era dejar 5 o 6 años de trabajo muy arduo que me daba muchas satisfacciones a nivel crecimiento… Y son valores que vas creando. Y empecé a los 20 años con talleres de teatro con un profesor de San Juan, director también que arma un elenco que se llama El Círculo de Tiza. Ahí empezamos a hacer obras, montarnos nuestras propias obras y hasta tuvimos una sala en un taller mecánico, lo desarmamos entero y armamos una sala. Había que trabajar todo a pulmón desde cero todo. Eso implicó mucho crecimiento y mucho conocimiento de muchas áreas que no solamente eran actuar. Era desde armar carpintería, un escenario, las butacas, la alfombra, las luces, el vestuario, la dramaturgia, una escuela intensiva de cuestiones teatrales. Dejaba todo eso gracias a una beca del Instituto Nacional del Teatro. Y vengo a vivir a Buenos Aires, y eso me permitía subsistir. Se podía pedir la beca para estudiar con el maestro que quisieras, y yo elegí a Rubén Szchumacher.

Elegiste a un genio que tuve el honor de recibir en este mismo diván. 

¿Vino Al diván? Si. Es un genio. Es preciso, agudo. Eso me permitía pagar el taller y seguir subsistiendo durante ese año. Después empezaron a aparecer trabajos de actor. Me acuerdo que era una época en que se filmaban muchos comerciales en Buenos Aires. Hice algunos cortos, y ya empezaba a indagar un poco cómo era esa expresividad con la cámara Todo un cambio que había que hacer porque no era lo mismo que el teatro. Es otro lenguaje, y leí biografías, algunos contenidos teóricos, algunos maestros que se dedicaban a orientar a los actores en cómo era la cuestión. Me interesó mucho esa parte. Hice cortos hasta que un director uruguayo me elige para hacer la película “El cuarto de Leo», que es una una película uruguaya y primer largometraje para el director y primer largometraje también para él. Y primero mío. Y ahí puse todo, la carne y el corazón. Creo que también hay cierta ingenuidad que también ayuda a que salga lo Inconsciente. Estás más despojado de ciertos lineamientos que después empezás a cuestionar y hasta llegar a más viciar, ponerle (risas). Y yo creo que cuando llegás a la primera situación de algo, siempre va a ser fresco, siempre va a ser atractivo y aparece el inconsciente porque está todo a flor de piel, estás más permeable más que en otras experiencias. 

El trabajo de los psicoanalistas es indagar lo Inconsciente, y los buenos actores, como vos, lo hacen al atravesar su propia censura. Esa permeabilidad que describiste, entrando en sus zonas desconocidas. Freud decía que era una labor detectivesca la del analista, como vos que haces esa labor explorando al personaje y lo que moviliza en vos.

Claro, porque ahí funciona como una dualidad de doble juego y de doble filo fuerte, y tiene que ver más con la construcción que se arma en el espectador, como vos decís. Es una cuestión de percepción. Cómo lo percibimos, lo generamos y lo que produce. 

Como decías al principio sobre Alan, el guardia, él sabe inconscientemente algo de su propio origen y del desgarro materno, y por eso busca proteger a otros dando lo que él mismo necesita.

Es que Alan pensaba que cualquiera de esas chicas de la cárcel podría ser tu madre. Él estaba rodeado de esa posibilidad, no existía la presa mala, todas tenían algo de maternal inconscientemente,  ese útero que es la cárcel…

Hay algo edípico en juego… La cárcel funciona como útero. Por eso, quien está preso se siente desprotegido afuera. quieren volver al lugar “seguro” porque fuera no hay oportunidades y los espera más peligros.

Salvo que hagas el proceso que hace el personaje, y como dicen ustedes, “matar a la madre”. Y ahí es cuando se produce el proceso de desvinculación ya más consciente. Y siento que el personaje hizo el proceso que tenía que hacer, hizo el tránsito que no lo cuento así en total profundidad, por qué pienso que por eso no entra Alan en una segunda temporada. Creo que el personaje hizo ese proceso de su historia, el recorrido, ese arco dramático, lo consiguió. Como si fuese una persona que entra a una psicoterapia durante un año y sale.  

Muy interesante. Una psicoterapia para descubrir su verdad… El tema es el después…Como “La Borges”, si bien Alan logra completar esa parte de su historia, merecería su propia serie para lanzar la duda que nos deja: ¿qué será de él después y cómo se metaboliza esa verdad? Actuaste el Alan de antes de ese descubrimiento…

Bueno, ¿Qué pasó después? ¿qué pasa cuando alguien sabe la verdad? Interesante eso. Interesante qué podría pasar ahí.

Los psicólogos hemos trabajado mucho con las personas que estuvieron en vías de la recuperación de la identidad, nietos cuyos padres fueron secuestrados, asesinados, y apropiados. Descubrir su verdadero origen y reconstruir una identidad fragmentada, ese después es como renacer con otra identidad

Claro, porque después de saber su verdad, él es otra persona.. Ahí muere alguien… Y nace otra persona de esa otra madre que lo parió y que está en lo inconsciente. (silencio). Es interesante, sí. Creo que una de las cosas que más impacta también del personaje es justamente esto que estamos hablando. La gente se pregunta y a mí me preguntan, y  creo que estos interrogantes forman parte de esta conclusión que acabamos de llegar. 

Es que roza lo oculto de nuestra historia y lo que significan los desaparecidos en Argentina. Saber qué pasa con Alan después, nos puede permitir elaborar nuestra propia identidad fragmentada como argentinos, Pensemos que las abuelas han restituido la identidad de 140 nietos y nietas, de los que se animan a enfrentar ese dolor. ¿Qué marca deja este trauma en el tejido social y en nuestra identidad argentina?

Si… (silencio). Además, no escaparía mucho a cierta realidad que puede existir en la cárcel, es muy probable porque las chicas que tienen hijos en las cárceles, todo un tema. Trabajé mucho con Alan, me imaginé todo esto, un chico con una identidad en penumbras. Si bien él cree que su mamá es su mamá, siente cierta incomodidad. Hay algo que no termina de cerrar en él y eso lo constituye y lo pone en un lugar de cierta inconsistencia. Después cuando conoce a esta chica dentro de la cárcel, ahí se le viene también otra disyuntiva, digamos, otro dilema moral, si podemos decir, hasta poético. A lo mejor esa trama o esa línea dramática, quizá no tiene nada que ver con la otra, pero todo está mezclado. Y esto no lo cuenta la serie, pero en el trabajo propiamente dicho, todo está muy cuestionado, pensado. Piensa “si yo tengo una familia y estoy haciéndome el vivo dentro de la cárcel”…

Coincido que está mezclado. El dilema moral atraviesa el afuera de la cárcel y la mentira que está dentro. Esto anuncia su doble identidad. Lo acerca a su verdad: quién está dentro y quién está fuera de la cárcel. ¿Quién es la mujer que desea y quiere proteger? ¿Es una representación de su madre, o algo percibido inconscientemente? ¿Qué le pasó a su madre? Alan podría descubrir su pasado, su origen, lo que le ocurrió a esa mujer… si lo parió en la cárcel… 

Claro. Ahí la imaginación es muy amplia… Porque puede haber pasado cualquier cosa que te puedas imaginar. De hecho él le pregunta al personaje de Rita Cortese al final, y él se da cuenta que se sigue haciendo la boluda y dice, «Bueno, ahí ya hay una batalla perdida con ella”. Porque obviamente, ella no se lo va a contar. 

Y ese enigma despierta nuestros propios interrogantes, y por eso la gente quiere que siga tu personaje. Rita Cortese te corta de raíz (risas) y su personaje representa en nuestra sociedad el tan mentado ‘de eso no se habla’, y a guardar todo debajo de la alfombra.

Si. le dice: no vas a saber la verdad… Me da la impresión que la ficción tiene ese poder… Ficción, no tan ficción, porque al final, el entramado es ficcional, pero el contenido, tiene muchos referentes ahí adentro. Son como cosas que están latiendo, que son nuestras, que hacen a nuestra identidad. Y que son  vacíos, y  cuando se tocan esos vacíos, claro, ahí salta la térmica… (silencio) y lo queda en Alan al final, es un vacío. Que no es que el personaje resolvió algo, sino que descubre lo que estaba pasando. Narrativamente podríamos decir que el personaje sabe de ese vacío.

¿Pero qué hacemos con la forclusión (ese vacío que queda en el personaje)? Habría que ir al fondo de esta cuestión. ¿Qué hacemos con ese agujero social?

Es que si, después están los factores o actores en todo esto que están impidiendo que esa información salga a la luz. Y pensaba en este personaje, supongamos, apartándose un poquito de la ficción, en el caso de existir esta situación, pienso que este chico iría a investigar ahora.

Le daría sentido a su vida poder seguir investigando, destapando lo oculto y traumático. Creo que En el barro funciona como una denuncia social.

Si. Es denuncia, sí. 

Si no queremos verlo, es que todos estamos en el barro.

Exactamente.(Se cae el café en la remera) ¡Mira lo que acabo de hacer, Raquel. Y bueno, son  fallidos en el barro y en el café (risas) Ahora me vas a asociar con eso. (se limpia la remera) Y estamos hablando cosas fuertes también. Es que me dejaste pensando que yo saldría a salir a saber esa verdad, cómo poder vivir con ese vacío. Porque sino ¿cómo sigue él? Es como darle un cierre también para mi y  quedarte con el vacío… No, no podría vivir sin esa verdad y con ese vacío….

¿Alguna vez te quedaste con un vacío y quisiste saber una verdad?

Sí, creo que me pasa. Son cuestiones, verdades que tendrán que aparecer cuando tengan que aparecer. Digamos, no por nada en algún momento caes a un psicoanalista, ir a buscar una verdad. Y cuando fui quería entender qué pasaba con el mandato paterno. ¿Por qué me costaba tanto tomar esa decisión de ser actor, si te gusta y te sentís pleno ahí. No hay mucho más que negociar y ni que hablar. Ahora lo pienso así. En ese momento imagínate el chico el chico de 25 años, se le llenaba la cabeza de preguntas y de cuestiones que uno tiene incorporadas por mandato. Entonces es una lucha, ahí se produce la lucha por sacarse todo eso y empezar a hacer su propio camino.

¿Tu padre temía que no te pudiera ir tan bien como actor?

Yo creo que sí pero también por una cuestión de desconocimiento, no creo que haya sido más que por prejuicio y por no saber que hay una actividad que es muy concreta, y es dedicarse a algo como el arte. Y asociado con que yo vivía en una provincia donde todo esto era muy lejano… ¡tenés que ser muy soñador para pensar que vas a ser actor¡ Es muy distinto si vos vivís en una ciudad donde pasa de todo, y tenes más a la mano todo,  pero siendo así se hace todo más lejano. Entiendo los miedos que debe haber tenido y yo soy el mayor además. Tengo toda la mochila del mayor, de a ver qué vas a hacer, a ver cómo sigue esto.  Y encima mis hermanas menores son dos mujeres, o sea que yo soy el varón mayor. Así se fue configurando lo que fue mi identidad, Y hay también una configuración de una identidad artística también que fui alimentando como pude con los recursos que tuve y que al día de hoy lo sigo haciendo, digamos, seguir alimentando eso que nos apasiona. No le encuentro sentido a las cosas de la vida si eso no está, no me atraviesa, Venir a hablar con vos acá de mi trabajo es muy importante para mí y espero que sea importante para vos.

Absolutamente. Al diván es solo para quienes, desde mi mirada y mi deseo, intuyo que este encuentro podría resonar profundamente.

Para mi es importante porque me cierra un círculo, hace justo hace 1 año que yo terminé con este trabajo de la serie En el Barro, desde la preparación, desde el casting que te toman para ver si quedas o no quedas y del proceso del rodaje de todo eso. Y  ahora que vengamos a hablar las percepciones, del post, del imaginario, del qué sería de mi personaje…. Digo, a mí me cierra algo internamente que es absoluto.

¿Será necesario este proceso posterior? Te comprometiste tan profundamente con el personaje que relanzas preguntas que atraviesan a la sociedad: ¿Qué hacemos los argentinos con esto? Obras como El Eternauta o En el barro nos interpelan porque muestran, de manera universal, los efectos psíquicos en este caso de las instituciones carcelarias y refleja un micromundo de la sociedad global.

Si, toca fibras de la condición identitaria que tenemos los argentinos. Pienso que son obras que son contadas desde un lugar muy argentino, porque te muestran cuestiones que tienen que ver con nuestra idiosincrasia y nuestra cotidianidad, pero no solamente se queda en eso. Resuenan otras cuestiones que son para mí las más interesantes. No porque los personajes salgan jugando al truco solamente eso habla de la identidad argentina, sino otras cuestiones y ahí me parece lo más interesante de este tipo de obras y de quienes están atrás creando.

Y de los trucos que tenemos que hacer los argentinos: con las verdades, las mentiras, los guiños… ¡Ese juego de siempre que nos define y nos delata…!

¡Cuánto truco! 

(Risas) Y vos lo sabes jugar. Es fascinante cómo se entrelaza tu historia personal con tus personajes, y ese salto al vacío que diste, partiendo de tu propio vacío a la realización de tu sueño, de San Juan a Buenos Aires.

Es que a partir de ahí se empieza a desarrollar como un acercamiento muchas veces voluntario  con el desarrollo de proyectos audiovisuales, como películas, empezaron como tuve la oportunidad de filmar en San Juan. La película de San Martín,”Revolución: El cruce de los Andes” con Rodrigo de la Serna que hace de San Martín.  Y ahí fuimos a filmar a San Juan a la montaña. Entonces fue una vuelta espectacular en lugares donde yo había pasado los veranos porque mi familia tenía una una quinta en las montañas, era de una finca de mi abuelo. Los recuerdos más bonitos de la infancia son todos los meses de verano que íbamos a pasar ahí. Era un pueblito muy chiquito, todo era rural y un ambiente muy lindo. Volver ahí, porque en la localidad  donde tenía la finca mi abuelo, esa es la localidad donde parte el ejército de los Andes. Fuimos a las locaciones reales de donde pasó todo esto. Mi personaje era uno de los que estaba a cargo de la gesta con San Martín con, O’Higgins y Soler. Y yo era Soler, un militar argentino que iba al mando con una de las columnas. Y la verdad que salió muy buena, la produjo Canal 7, producción totalmente argentina. Fue interesante hacerla, yo estudié bastante, no hay mucha biografía, hay un librito así chiquito que encontré en una biblioteca que habla de la vida de él. Un argentino del interior de Buenos Aires que se suma al ejército de los Andes y se suma a San Martín en la gesta. Algunos datos de su vida personal y lo que expresa el libro decía que era un tipo que se había criado con 11 hermanos que tuvo que tener a cargo porque su madre murió muy joven. En fin, el asunto es que termina siendo militar y siendo parte del ejército. Entonces, tomé clases de equitación.. Yo ya sabía andar un poco a caballo en esa época, he estado en esa zona, siempre andábamos a caballo de niño y tomé unas clases. Fue un encuentro ahí con los baqueanos del lugar que nos daban los caballos. Fue espectacular. Estaban enloquecidos en mi familia.

¡El mandato cayó en el barro!

(Risas) Si, y lo íbamos derrocando el mandato, de a poco lo íbamos bajando. Y ahora es muy buena mi relación, los adoro. Me están esperando siempre porque cuando voy a San Juan, me quedo con ellos. Y me tomó mucho tiempo. Dos, tres veces al año voy, las Navidades me las quiero pasar siempre. Con mi madre tengo mucho diálogo más que con mi padre, más neutra, negociando conmigo y con mi padre. Y entonces, claro, hay algunos tejidos que me vinculan un poco a ese nivel con Alan, porque con mi madre tengo esa relación de complicidad y de lazo profundo. 

Tener a tu mamá como cómplice te regala la sensibilidad para hundirte en la profundidad de cada personaje que encaras.

Y también hay algo del mundo femenino que siempre me ha constituido en mi identidad. Me crié con dos chicas. No por nada, los últimos dos personajes que me tocan, En el barro y Griselda, hay un link entre los dos personajes, aunque sean muy distintos, hay una conexión entre los dos, ambos están absolutamente constituidos en su voluntad de ayudar a la mujer.

Tejiste un vínculo con tu madre, tus hermanas, y ese universo femenino, para derrocar el mandato paterno. Y me pregunto: ¿no serán los personajes quienes te eligen a vos…? Como si el Inconsciente te dictara: “volvé a San Juan para legitimarte con tu padre, y volvé como un prócer”.

Y la primera película que yo te contaba que había sido como para mí fue un antes y un después, El cuarto de Leo, eso vino después de analizarme, después un proceso de cambio, de transformación mía, colocándome a mí en un Buenos Aires totalmente solo, y empezando de cero, en todo sentido. Y el personaje de la película cuenta la historia de un chico gay que sale del closet y la película cuenta el proceso de transformación y de auto autoconocimiento de la identidad de este personaje. Fue un trabajo muy profundo con el director. No era una película que fuera por un lado de mostrar cierto morbo, sino al contrario, es muy profunda y muy psicológica. De hecho el personaje va al psicólogo, hay escenas en las que el personaje está en sesión hablando con el psicólogo. Había una construcción de identidad que el personaje estaba haciendo, evidentemente, yo también lo estaba haciendo porque atravesaba una vida nueva. Una película que habla de la identidad. Entonces, y quiero decir, volviendo, no por nada pasan las cosas, y no por nada se uno se configura o se reconfigura siempre en lo que hace, en lo que uno le pone más energía. Y yo le pongo mucha energía a la actuación, entonces lo que me va pasando tiene mucho que ver con lo que me pasa a mí. Así lo creo yo. 

Es fascinante que algo del orden de lo inconsciente, que para mí es visible en los síntomas, en la interpretación de sueños, en actos fallidos, sea tu herramienta como actor. Cada personaje te atraviesa y va construyendo tu identidad, que cambia y se transforma con todo lo que vivís.

Sí, a mí me encanta porque siento que mi identidad se trastoca también porque yo decidí vivir en Estados Unidos hace 2 años y medio que vivo en Los Ángeles. Fui por el proyecto de la serie Griselda que fue un proyecto que duró un año de rodaje. Y la producción me dice, «Te tenés que venir a vivir acá.» Y fue un rodaje bastante largo y atípico porque fue una producción que se tomaba muy en serio.  Y entonces ahí hubo otra movida, otra más. Porque era una producción que conjugó un elenco con actores que veníamos de diferentes países.

Y vos de San Juan a Buenos Aires y Buenos Aires a Los Ángeles. 

Y ahí ya la identidad, fíjate lo que es la cuestión de la identidad que me interpela el idioma, la  lengua ya no es la materna. 

Ahí sí que tenés poco de dónde agarrarte… ¡y encima en Los Ángeles con el español argento!

(Risas) Total, o sea, que si había vacío, todavía había algo más. Más profundo todavía. Y ahí he sentido muchísimo que mi identidad ha tenido que trastocarse, siempre en el buen sentido.Y el proceso fue paulatino, fue muy de a poco el proceso. Los Ángeles es una ciudad muy particular, no se parece a ninguna ciudad en el mundo, yo digo, porque está todo muy esparcido. Distancias y distancias, y todo te queda lejos. No es lo mismo que una ciudad concentrada como Buenos Aires, como Madrid. Tenés que tener auto si o si, podes vivir en una zona de playa total o  en el medio de la montaña total, o podes vivir en el microcentro. Dios, es una grandísima ciudad. Y a mí me gusta mucho la playa. Y así fui viviendo como de playa en playa. Desde que llegué, la primera vez, viví en una playa que se llama Hermosa Beach. Ya la palabra te lo dice. Un lugar encantador. Queda un poco más alejado de todo, pero igual es como una micro comunidad en la playa. 

Después me fui a vivir a Venice, la típica playa que se ve en las películas que andan en roller y en patineta en las calles, la playa con palmeras. Eso es Venice Beach donde están los falsos canales, como si estuvieras en Venecia. Por eso de ahí viene Venice porque son  parecidos a los de Italia, pero nada que ver. Y es como un micromundo que existe en Los Ángeles, pero Estados Unidos es muy grande. Y hay oportunidades que empezaron a salir a partir de quedarme ahí. Más conexiones, más audiciones, un poco buscado, pero un poco no. Pero se ve que en mi Inconsciente estaba que eso era lo que yo quería también, y así fueron apareciendo gente que quería trabajar conmigo y ellos estaban en Los Ángeles y entonces me dijeron un día, «Te vamos a empezar a mandar audiciones”, y eran en inglés, y aún no sabía inglés. Empecé a estudiar inglés por las  audiciones y me las estudiaba de memoria, pero me dije, no puedo actuar así, se va a notar que no puedo actuar esto, que no sé lo que estoy diciendo (risas). Y así fueron al principio, te estoy hablando hace 10 años, 6 años atrás. 

En seis años aprendiste inglés y sos bilingüe total… ¡y encima te las arreglás allá de maravillas!

(Risas) Toda la primera etapa, hubo una persona me ayudó muchísimo y fue Gonzalo. Lo conocí por esas casualidades de la vida y este amigo  me dice, «¿Y vos a qué te dedicas?» «No, yo soy actor y yo soy profe de inglés.» me dijo. Y me empieza ayudar mucho en las audiciones. Él era argentino, falleció hace 5 años…. Pero fue como un ángel que vino y estuvimos trabajando arduo en el inglés en las audiciones, él quería que yo audicionara. «Vos vas a quedar en una.» Y ellos me seguían mandando audiciones, y hace unos años las audiciones las grabas en tu casa para que no tengas que viajar tanto.. Y yo le decía, «Pero a vos te parece que yo viviendo en Buenos Aires puedo audicionar para proyectos de Estados Unidos y que además yo no sé inglés y si quedo para un proyecto, yo no tengo visa…»Pero por algo te los están mandando, vos tenés que hacerlo» “Sí, pero yo no sé inglés”, le decía. “No, pero eso lo vas a ir aprendiendo, vos tranquilo” Murió muy joven, murió de cáncer, éramos muy amigos y cuando le agarró el cáncer yo no estaba en Buenos Aires y fue medio fulminante. Fue alguien que se la jugó así totalmente a darme impulso, esa gente que aparece en la vida y que recuerdo siempre que vengo a Buenos Aires. Me acuerdo mucho de él y además, tenemos amigos en común, así que siempre está presente. Mira, ahora apareció también (silencio).  Y así, de a poco fueron los comienzos hasta que un día, llegó el casting y después empecé a viajar a Estados Unidos, a decir, «bueno, si esto me está pasando puede ser por algo. Voy a ponerle un poquito de voluntad” y entonces me iba por temporadas. Me iba 3 meses. Me alcanzaba la plata para ir 3 meses, volver. Cuando ya te quedas un poquito, ya tenés que hablar todo el tiempo en inglés. Me tomaba unos cursos de actuación. Y los mismos creadores de Griselda, son los que hacían “Narcos”, y yo había audicionado para algunos capítulos  también. Y años después, ya me llaman por un casting para Griselda y ahí fue cuando quedó en el papel de Rivi. 

¿No esperabas tener ese papel en la serie?

Lo hice como un casting más con la misma pasión que hago a todos, les pongo todo  porque además cuando te llega un casting tenés que ver a dónde estás, cómo lo hacés. Primero tenés que tener el tiempo para estudiarlo en 3-4 días todo el libreto. Todas las escenas que te mandan, dos, tres escenas. Y lo más difícil es que lo haces sin el interlocutor.

Y el interlocutor te lo tenés que buscar, puede ser un amigo, o una amiga, y es mejor si es actor para que te haga la segunda. Y después rodártelo en tu casa, digamos una pared de fondo blanco. La modalidad de audiciones caseras sin necesidad de trasladarte a lugares, se empezó a hacer en Estados Unidos mucho antes de la pandemia, hace más de 10 años, Y tengo una anécdota: un día me llamó mi agente y me dice: «Mira, va a haber un casting masivo para una producción de afuera de Estados Unidos y necesitan actores latinos y vos lo tenés que grabar en tu casa y mandarlo. Unas escenas que son en inglés, además”. Entonces yo digo, «Bueno, dale, pasame todo.» Me pregunté cómo grabarlas, porque eran épocas donde no existía el teléfono con cámara. Existían las tapitas esas, ¿te acordás? O las camaritas que ponías con la computadora, y no cualquiera tenía esas cámaras (risas) Y le digo, «Vos pásame, vos pásame todo.»  Entonces, llame a un amigo que estudia cine que estaba en las últimas materias y yo le había hecho muchos favores grabando cortos para sus materias.  «Mira, tengo una situación, tengo que hacer un casting, pero me han dicho que lo tengo que filmar y grabar.» ¿A vos qué te parece? Le digo, «Mira, acá están las escenas.» La escena transcurría en un auto con una chica que yo iba teniendo una discusión, una charla. Y le digo, «¿Cómo la ves para que filmemos esto?» No sé qué. Bueno, dale, dice, «Lo vamos a hacer, consigo la cámara, me la tienen que prestar y yo tengo a quién le podemos pedir un auto para que colguemos la cámara”. Y le avisé a una compañera de teatro que sabía inglés para que me haga la segunda. El asunto es que lo filmamos al casting como si fuera la película. Dentro del auto, con la cámara que se llama plano contraplano, con la chica, y yo manejando el auto. Conseguimos todo. Esto era para la ABC, una compañía muy grande en Estados Unidos, claro, lo grabamos,  editamos, todo y lo mandamos. Vos fíjate lo que es…

La creatividad argentina.

Claro, y la ignorancia también, porque llamaron a mi agente y le dijeron, «Mira, acá hemos quedado impactados y todos muy emocionados. Con este trabajo de Martín hemos llorado todos en el departamento de casting. Es impresionante, pero la modalidad de casting no es que el tenga que grabarlo en la locación y en el auto y hacerlo todo como la película. No, no, no. El casting, puedo explicarle a Martín, es con fondo de pared blanca, farolito adelante para que salga bien iluminado y él,  haciendo como que está manejando pero no se hace como la película, es un casting”.  (risas) Y yo hice una película porque entendí que eso era lo que había que hacer. En aquellos tiempos, no había cámaras en los teléfonos. La anécdota es que gracias a ese error, porque fue un error de concepción, no sabía  cómo se hacía un casting y mi amigo tampoco, fue tan impresionante que me invitaron a Los Ángeles. Y así fue mi primer viaje y gracias a ese casting fui ascendiendo como en los puestos que es como un concurso, vas como escalando y al final quedé finalista. En ese casting eligieron una chica, una actriz en vez de un actor porque  tenían que elegir a uno solo. Cuestiones de los castings, me invitaron a Los Ángeles y los fui a visitar. Aproveché para ir de vacaciones a Estados Unidos con un amigo, y por primera vez conocí California, alquilamos un auto y recorrimos la costa oeste, desde San Francisco hasta Los Ángeles. Y esas aventuras. Y le digo a mi amigo, «Che, vos sabes que voy a ir directora de casting de acá”. Y le escribí y me contestó, «Sí, Martín, ¿cómo no nos vamos a acordar de vos?» O sea, venite ya, vamos a hacer una reunión, que pin que pam. Me preparé para ir a la reunión, acordamos un día, llegué al edificio de la ABC, una cosa impresionante, espejada, todo el séptimo piso donde veía todos Los Ángeles y en la reunión había entre unos siete ejecutivos, la directora de casting me los presenta a todos. Una reunión buenísima, nos reímos y todo muy informal. Ahí más o menos ya empezaba a balbucear un poco de inglés,  pero me defendí  en la reunión porque salió todo bien. Y esta señora, la directora me dice que quiere empezar a trabajar conmigo. Y me dice: “yo necesito unos agentes de Estados Unidos para poder conseguir trabajos” y ellos mismos me consiguieron los agentes allá. Ahí viene la conexión con unos agentes de allá y son los que me empiezan a mandar proposiciones. Y siempre están proponiendo cosas con modalidades audiciones allá.

Por un error  (hermoso fallido) te dieron trabajo… hiciste tu propia película, ¡te salió increíble! Al final, cada personaje que elegís te revela algo de vos mismo. Y vos, como actor, lo traducir a la pantalla, dejándonos ver esas verdades invisibles que nos atraviesan a todos. Y por algo también tuviste que posponer este viaje. Seguramente te esperan muchos proyectos en Argentina, y además se cumple mi sueño de verte en la fiesta de 10 años de El Inconsciente. Te felicito por cada elección, por cada sueño que  fuiste tejiendo y transformando en realidad.

Y yo te felicito por los 10 años. Por la constancia y la pasión y todo. Yo te agradezco y sé que has invitado a gente muy grosa. 

Así te considero a vos, muy pero muy groso, con trayectoria internacional, pero sobre todo un ser que persigue sus sueños. Gracias por venir, por tu tiempo y por tu entrega.

DEL OTRO LADO DEL DIVÁN

Observar a Martín Rodríguez Aguirre es como mirar un río que corre por debajo de la superficie: calmo en apariencia, pero lleno de corrientes invisibles que arrastran secretos, emociones y verdades que apenas asoman. Cada una de mis intervenciones fueron como una piedra que se lanza al río y arma otro remolino, relanzándose con matices nuevos y profundidad (lo que en mi tesis sobre los sueños he dado en llamar effet ricochet (⁎). Desde el diván se siente esa pulsión, esa urgencia de dar vida a sus personajes, de dejar que lo que no se sabe, lo que se oculta en su propio inconsciente, aflore y tome forma en cada gesto, en cada pausa, en cada silencio que habla más que cualquier palabra. Se adentra en los recovecos más profundos de lo humano. Es un actor que se permite ser sorprendido por sí mismo, que escucha lo que su psique le dicta, que deja que la revelación lo atraviese y, entonces, lo despliega, íntegro y profundo, en la escena. Esa capacidad de cruzar lo desconocido y de habitarlo, y de guiarse por sus propios sueños, lo hace inigualable; aloja sus sueños y los escenifica.

Su viaje humano y profesional parece un mapa de osadía: de San Juan a Buenos Aires, de Buenos Aires a Los Ángeles, y siempre con la Argentina latiendo en sus raíces, recordándole quién es y de dónde viene. Cada expatriación no solo amplió su horizonte profesional, sino que tensó y expandió su identidad misma. Vivir en un país donde el idioma materno no es el principal, obligó a Martín a reconfigurar su percepción del mundo y de sí mismo, a sostenerse en la precariedad de lo nuevo y, al mismo tiempo, a construir desde allí un puente hacia su origen, hacia su Argentina, que siempre latente en sus elecciones. 

Martín no se adapta, se reinventa y desde ahí logra sostenerse en la distancia del origen, y aun así mantener un hilo que lo conecta con su historia, con su madre y sus hermanas, con esa complicidad femenina que lo acompaña y le permite romper mandatos paternos, asumir su deseo y perseguir su propia verdad.

En sus personajes, esa mezcla de conocimiento consciente técnico y profesional con su intuición psíquica, se hace carne. Alan, En el Barro no solo es un guardia de cárcel; es un enigma de desprotección, de maternidad inconsciente, un espejo de la sociedad, y de las víctimas de niños apropiados en Argentina. Martín convierte esa búsqueda en un acto de exploración psicoanalítica: su personaje encarna preguntas que trascienden la ficción y nos interpelan sobre la identidad, la historia y la memoria social, recordándonos que las obras no solo se ven, sino que también nos atraviesan, nos preguntan y nos desafían a mirar los vacíos que habitan en cada uno y en nuestra sociedad. En la “sesión” sucede lo mismo: envuelve con su magia, hace respirar cada silencio, cada gesto, nos invita a mirar con él, a preguntarnos, a sentir lo que aún no podemos nombrar. La actuación se convierte en un acto casi terapéutico, en un puente entre el individuo y la sociedad, entre lo íntimo y lo colectivo.

Es imposible no sentir la profundidad de su sensibilidad y la inteligencia emocional que lo sostiene. Esa forma de vincularse con su propio inconsciente y traducirlo a la pantalla es un arte en sí mismo: un equilibrio entre revelación y contención, entre sinceridad y juego, entre memoria y reinvención. Y, al final, queda esa chispa: la certeza de que cada personaje lo atraviesa y lo transforma, que cada historia que toca le deja una huella, que cada vacío que enfrenta se convierte en materia para la creación.

Es la imagen de un actor que se deja sorprender por su propio inconsciente, que traduce ese encuentro en la pantalla, que nos ofrece un espejo donde podemos asomarnos a nuestras propias verdades no dichas. Y nos deja la pregunta flotando en el aire: ¿cuánto de nosotros mismos podemos sostener, descubrir y transformar cuando nos animamos a mirar lo que aún no sabemos?

Ahí, en ese espacio entre lo sabido y lo invisible, en ese juego entre conciencia y deseo, entre risa y revelación, vibra la magia de Martín Rodríguez Aguirre. Y uno no puede evitar sonreír, un poco cómplice, un poco encantado: ¿quién dijo que el inconsciente no podía ser el mejor director de escena de todos los tiempos?

Y si seguimos prestando atención, uno casi se atreve a preguntarse: ¿cuánto de nuestro inconsciente quedará en silencio, esperando que un actor polifacético lo descubra primero… y nos haga a todos protagonistas de nuestra propia historia?

(⁎) Mi tesis está actualmente disponible en francés; aún no ha sido traducida al español. La idea central del effet ricochet, que describe la resonancia y conexión entre sujetos a través del inconsciente, se mantiene y es la que utilizo aquí para describir la dinámica de las sesiones y la actuación. Link a la tesis

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