Salimos de París el 29 de diciembre para pasar el fin de año 2015 en Sevilla. Necesitamos hacer un paréntesis después de los atentados terroristas de nuestra ciudad, un paréntesis para tomar distancia del horror y la impunidad que dejó a Paris sin tranquilidad ni Navidad. Un ataque contra la París en fiesta de Hemingway que cerraba un año en Francia, que además, había comenzado mal.
Habíamos pasado con mi mamá por el Bataclán un par de semanas antes, el mismo día que fue el presidente Obama. Todavía secuestrados por las imágenes y los sonidos, el viaje a Sevilla se presentó como una liberación. Los viajes tienen el poder de cambiar nuestras ideas, lo necesitábamos.
Lo primero que sorprende es el aeropuerto años 80, detenidos en el tiempo, congelado, con un mobiliario humilde que parece el de los aeropuertos de pequeñas ciudades latinoamericanas. Extraño pequeño aeropuerto para una ciudad mítica.
Al tomar el taxi recordé, en el acento andaluz del chofer, a mi entrañable amiga Inmaculada, de Cádiz, quien siempre se refería al sevillano como el “señorito sevillano”. También recordé que Federico García Lorca decía que “Sevilla es una torre de arqueros finos”.
Gaditanos y granadinos dirán que el sevillano es elegante y soberbio, le llamaran el « señorito sevillano » pero con un dejo de ironía.
Andalucía, la región con mas desempleo de España y tristemente conocida también por la alta tasa de violencia de género, tiene en Sevilla una capital alegre y rica que parece evadirse de las realidades que la rodean, altiva, desde su Giralda.
Quizás la prestancia del sevillano radica en saber que su gentilicio esta inscripto en el imaginario de todos los amigos de la belleza. Imaginario del flamenco, del fútbol, de la gastronomía, de la Semana Santa. Si, Sevilla es indisociable de toda belleza.
Profundamente mora, esta asentada a orillas del viejo río Betis, que los árabes llamaron Guadalquivir. Los orígenes de Sevilla se remontan al primer milenio A. C.
En 712 fue ocupada por Muza ibn Nusayr, quien conquistó Sevilla comenzando así la época musulmana que se extendería a lo largo de cinco siglos. De estos tiempos nos queda el minarete de la actual Catedral de Sevilla, La Giralda, hoy la tercera catedral más grande del mundo.
Pertenece a esta época La Torre de Oro y pare usted de contar, porque el legado es tremendo, esta vivo vibrante y atravesando los siglos. Los latinoamericanos hemos crecido escuchando los nombres de estos monumentos, al verlos nos son muy familiares.
El aroma de los Naranjos inunda la ciudad y es una seña de identidad que embriaga al viajero.
En el año 1248, después de 15 meses de asedio, el rey Fernando III consiguió la conquista de la ciudad Sevilla por los católicos.
Sevilla inaugura el siglo XX con su famosa Exposición Universal de 1929. Este evento nos deja la construcción de la Plaza de España y el parque de María Luisa, a partir de aquí la ciudad comienza una remodelación de su infraestructura para modernizar y mejorar la comunicación con tranvías y la canalización del río y construcción del aeropuerto. Ya es una leyenda.
Tras el paréntesis de la guerra civil española (1936-1939) y con motivo de la Exposición Universal en 1992, Sevilla pone en marcha un plan de mejora que permite la construcción de nuevos puentes sobre el río, avenidas y el enlace entre Madrid-Sevilla con el tren de alta velocidad.
La Exposición Universal de Sevilla, conocida como la « Expo 92 », dejó infraestructuras alegres que se han aprovechado y reconvertido en lo que se conoce hoy como el parque Tecnológico de la Cartuja, un parque temático llamado Isla mágica.
TRES DIAS EN SEVILLA
Hablemos de Flamenco
La palabra “flamenco” deriva de dos términos árabes que juntos significan: campesino errante.
Dicen que nadie sale ileso de un tango, yo diría lo mismo del flamenco.
Camarón de la Isla decía que el flamenco siempre es una pena y que el amor es una pena también. Así que, errantes viajeros, quizás podremos abrirnos al flamenco algunos instantes.
Un pequeño teatro en el centro historico « La Casa de la Memoria » nos hizo bien aquella noche de diciembre. Por una muy pequeña suma usted puede admirar un espectáculo de poco más de una hora con verdaderos artistas locales, sin salir ileso.
Fútbol y Olé
Por poco más del precio de la entrada al cine, usted puede permitirse vibrar con el Sevilla Fútbol Club.
El duende del fútbol hace emocionar profundamente al viajero curioso que escuchó hablar de la leyenda… El himno del club cantado con fervor por todas las generaciones “Sevilla Sevilla Sevilla aquí estamos tus hijos Sevilla …Sevillano seré hasta la muerte”. Podríamos hacer un estudio antropológico de un himno que recicla la tradición de Sevilla, el orgullo del patrimonio y la consciencia de la herencia.
Última tapa: La gastronomía
Usted tendrá que detenerse cada treinta minutos a leer un menú y a probar una tapa. Ni el más organizado de los viajeros consigue tener disciplina con los horarios, usted comerá y deberá hacerlo a lo largo de todo el día y este ejercicio lo mantendrá en un hilo, como la nicotina al fumador.
Sevilla es un viaje fundamentalmente gastronómico.
El viajero probará tapas de nombres extraños como “rabo de toro” o tapas clásicas como el “montadito de jamón serrano” todo envuelto en el invierno de una cerveza a cero grados, como los franceses jamás sabrán servirla.
Usted tendrá ganas, como yo las tuve, de quedarse a vivir un tiempo debajo de un naranjo.
Dicen que no se ha visitado Andalucía hasta que no se hace el amor bajo un olivo. Quedan materias pendientes…
Tres noches en Sevilla serán suficientes para exorcizarlo de todo los males de las grandes metrópolis y hacerle revivir la emoción de la comida, el arte, el deporte y todo tipo de manifestaciones de fe y de voluptuosidad absoluta para el Inconsciente.
Sevilla, hermosísima ciudad; quien no ha visto a Sevilla no ha visto maravilla; y yo soy de la misma opinión.