
La emoción que produce entrar en una sala de teatro es una epifanía en el sentido filosófico del término, donde hace su aparición la esencia de algo olvidado por meses a causa de la pandemia. Ese sentimiento tan particular que nos comparte el reconocido director de la obra Ricky Pashkus en un vivo de instagram es el mismo que le provoca al espectador hambriento de teatro. Esta vez desde el Astral en la jamás olvidada Avenida Corrientes, el inconsciente se hizo presente y fue cómplice de un casting, allí donde unos jóvenes soñadores barajan sus cualidades escénicas en la pista para poder alcanzar el sueño de protagonizar una obra de Broadway.
“A chorus line” es un atípico musical que nos permite formar parte del detrás de escena de un proyecto teatral. El espectador está siendo partícipe de la cocina de un casting exigente y ambicioso donde los concursantes deben explotar su potencial tanto para el afuera pero sobre todo, para su propio “yo”. ¿Somos acaso un jurado que pondera la personalidad ante el talento?
Lo mágico de esta obra es el armado de los números que hacen lucir a cada uno de sus protagonistas y nos dejan deleitar con sus acrobacias y dotes vocales. Los últimos cinco minutos de la obra culminan con el brillo que caracteriza a un show de estas características y nos dejan con ganas de más. Tal es así que la obra merece ser vista más de una vez para revivir esa experiencia tan inusual e indescriptible que es ver levantar un telón.