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LA GESTA HEROICA de Ricardo Bartis – Por Lic. Manuel Larrabure (@Manula.ok)

“Sabed que he dividido en tres mi reino
y que es mi firme decisión liberar mi vejez de tareas y cuidados,
asignándolos a sangre más joven,
mientras yo, descargado, camino hacia la muerte.”

(Shakespeare, El Rey Lear)

Estamos en el contexto del cierre de un ciclo en la historia del teatro nacional. Al menos, de una poética gestada por Bartis en el Sportivo teatral. Un lugar donde se buscó una nueva forma de hacer teatro. Un método del no método, la búsqueda de pulir el lenguaje hasta quitarle todo lo que en él haya de excesivo, de innecesario, y, por tanto, de miserable. Un templo de des-sacralización, del ataque sistemático contra el testo, como ya proponía Artaud, quitar del centro al texto para dimensionar lo teatral: el cuerpo. Si, las palabras sí, pero: ¿Desde dónde vienen? ¿Cómo hablamos? ¿Para qué las decimos? 

Existe detrás de toda estética, de toda poética, un decir. No un mensaje sistemático y revelado, más bien, un Ethos. Si para Pizarnik las palabras eran esas intercesoras, para Bartís, en un gesto similar, el testo es una excusa. Lo que se quiere hacer en el cuerpo teatral es vibrar, desear, sentir – ahí – justo ahí en la presencia que establece la dialéctica con el público. El lenguaje es siempre un intercesor para algo más.

Recuerdo haberme ido antes de la función del San Martin sobre Hamlet, que dirigió Schumacher. ¡Que respeto por la palabra! Que sacralización absurda y lejana al contexto (con-texto-por-demás). “Oh, morir, tal vez, soñar.” Y el brillo de Furriel en los altoparlantes desde la fila 100 de la gran sala. ¡Cuán contrario a este espíritu es el modo de Bartis! Esa lengua viva y argentina, ese modo de ser tan propio. Si, tomar un mito, incluso, tomar dos. Hacer lo que se quiera con el mito, jugar a ser el minotauro, dejar de ser Penólope, ser el Héroe / matar al Héroe. ¿Cuantos mitos nos sorprendemos de encarnar en la medida que más los conocemos? (Si, como decía Wilde, la crítica en cierto modo es una especie de autobiografía)

La tormenta: explica Dubatti que en Shakespeare existe por detrás una cosmovisión de la época que el extrae como paradigma que atraviesa lo extenso de su obra: la cosmovisión Isabelina (Tylliard). En esta, el orden del universo se da por medio de la Cadena del Ser, donde los astros están conectados con lo terrestre, desde lo más elevado hasta lo más bajo. Es una visión jerárquica que pone al humano en el centro y al Rey en un lugar privilegiado, puesto ahí por Dios, intercesor terreno de los designios divinos. Que abdique al trono es un acto de locura que desorganiza el cosmos y el clima se contagia de esto expresándose en una tormenta. 

Bartís sabe bien que esta acusación Isabelina lo toca y lo tocará. Como bien sucede en el conversatorio que da en el Cervantes tras las funciones de la Gesta heróica, cuando una voz del público lo increpa: “Yo soy psicoanalista lacaniana”, (dándose autoridad) Para pronto pasar a la acusación: “- ¿Como usted puede dejarnos sin el Sportivo!? ¿Dónde va a estudiar teatro mi hijo?” Pero para Bartís, justamente esta es la causa del cierre: el Sportivo se convirtió en escuela y perdió su espíritu inicial: un laboratorio de investigación del lenguaje teatral.

 -¿Usted decidió abrirlo?

-Y si…

-Usted decidió cerrarlo? 

–Y si..

:https://www.youtube.com/watch?v=IdAwgI0T31o   (1 hora: 07 minutos: 00)


(Por cierto, muy hábil el moderador para cortar el tema)

La modificación: el acto de matar al padre simbólicamente, matar al testo, a su sacralidad. Usarlo como un retazo compuesto de retazos de toda proveniencia: de los cuerpos, de la actualidad, de la irreverencia, del mito, de la cita. Para el padre también un alivio soltar ese lugar de Ley. Cada quien tiene para dar lo que tiene para dar. El resto, no se trata de continuar un linaje por obediencia. Se trata de crear un nuevo trono y un nuevo reino de los hijxs.

El teatro nacional, el teatro porteño, no muere por el cierre del Sportivo. Bartís es ahora uno más de los grandes que nos sirve para pensarnos en nuestro quehacer teatral. Como Artaud, Grotowsky, Stanislavsky, Discépolo

Soltar el manual y aventurarnos irreverentemente es tarea de nuestra generación.

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