
“No hay hechos, sólo interpretaciones” Friedrich Nietzsche
En ocasiones, mis analizantes me demandan con insistencia que vaya a ver una película, y en el caso de Anatomía de una caída, quien me lo pide es de origen francés, y utiliza el imperativo en esta frase: “il faut absolument que tu la vois”, que en español no tiene una exacta traducción porque carecemos del mismo verbo, pero sería algo así como decir “hace falta o, es necesario que la veas”: Y fue así como me sentí impelida a verla para trabajarlo como material de análisis y profundizar el impacto que ésta película produce en él. La primera cuestión es: ¿cuál es “su película?, y aunque sé que voy a transformarla en “mi” película, poder verla contribuye a amplificar el espectro de los motivos de su demanda. Este mismo efecto suele sucederme frente al pedido de la lectura de un determinado libro, asistir a una obra de teatro, o conocer una pintura, etc. porque el arte es una especie de sueño diurno sublimado por el creador que dispara procesos inconscientes en quienes lo contemplamos; y aunque tiene grandes diferencias con los sueños, comparten algunos rasgos que los asemeja. Por ejemplo, el estado de confusión que se genera en ocasiones al despertar de un sueño donde por un momento no sabemos si estamos en el sueño, o es parte de la realidad de la vigilia aquello que estamos soñando. Ese borde donde la realidad y la ficción se conjugan hasta no poder distinguirse, es lo que desarrolla esta película en múltiples capas que se despliegan en la medida que la historia avanza. A tal punto juega en esa cornisa, que los protagonistas portan los mismos nombres que los actores: Sandra, está encarnada con una potencia escénica magistral por Sandra Huller, actriz alemana (nominada al Oscar como mejor actriz protagónica por esta película y mejor actriz de reparto por “Zona de interés”), y Samuel, interpretado de forma admirable por Samuel Theis. Otro punto de conjugación entre la realidad y la fantasía, reside en que el guión Anatomía de una caída está co-escrito por Justine Triet, la directora, y su esposo Arthur Harari, y este es un dato que la hace más destacable, ya que son dos escritores, escribiendo la historia de una pareja de escritores, lo que debe haber requerido un análisis de sus propios intercambios como pareja reflejado en los diálogos y en las escenas de la vida conyugal.

Sandra y Samuel conviven hace un año en una casa en la montaña de Grenoble con su hijo de 11 años, Daniel (impecable actuación de Milo Machado Graner) y su perro Snoop. Verán que hasta el perro “actúa” de forma dramática creando suspenso, Messi es su verdadero nombre, lo que me procura un gran placer que se llame así y que sea ganador del Premio a la mejor actuación canina en Cannes, y asistió a los Premios Oscar. Los cuatro protagonistas capturan la cámara con interpretaciones de una inmensa hondura psicológica que se detiene sobre los mínimos gestos, miradas que se cruzan, temblor en los labios, manos que se crispan, y que dicen mucho de las emociones que circulan entre los partenaires, como el miedo, el rencor, los reproches, la desconfianza, el amor y el dolor hasta la indiferencia y la frialdad.
Sandra es una exitosa escritora y Samuel es un profesor que aspira a escribir su libro pero su vuelo creativo está decayendo por lo que le propone a su esposa vivir en ese chalet aislado en la montaña para lograr inspirarse en su novela. La película comienza con la caída de una pelota desde una escalera y el perro que baja a buscarla. El perro es otro miembro importante de esa familia debido a que Daniel sufrió un accidente que lo dejó ciego y será quien vea lo que el niño no pueda ver. Luego, aparece Sandra entrevistando a una estudiante que la visita en su hogar y charlan sobre la propuesta de escribir sobre la vida de la joven, (y ya la idea es mezclar la realidad y la ficción), intercambio que queda interrumpido a la irrupción de la música de manera abrupta. Se genera un ambiente peculiar porque la música a todo volumen, no permite que se escuchen entre ellas. Sandra le explica que es su marido que está escuchando música y se despide combinando otro encuentro. Esta primera escena ya denota un clima de malestar dentro de la convivencia. La secuencia que sigue es con Daniel paseando a su perro, y al volver a su casa el perro encuentra el cadáver de su padre. Ahí comienza lo que parece una pesadilla: el proceso judicial de su madre acusada de haber asesinado a su padre.
Las escenas contienen una fuerza de realidad que parece un documental, y durante el juicio que dura un año, se trata de desmenuzar una caída, pero ¿qué “caída”? ¿La caída de Samuel desde la ventana de su altillo donde la sospecha de haber cometido un crimen recae en Sandra, o la caída de esa pareja cuyo misterio y secretos escondidos se presentifican durante ese proceso?
Justine Triet, la célebre directora, desarrolla con arte y suspenso los enigmas que envuelven el clima familiar. Y lo que tiene atornillado a los espectadores en sus butacas (observé que varios estaban sin apoyar sus espaldas en ellas, en posición expectante), es un guión que nos corre del lugar común de una película típica de suspenso en los que en general, el acento está puesto en descubrir si la acusada es culpable o inocente. En Anatomía… aquello que atrapa son los interrogantes que nos interpelan manteniendo la intriga y nos invita a reflexionar acerca de la complejidad emocional de los vínculos familiares.
Los diálogos enfocan con inteligencia las creencias que operan como constructos de la realidad en cada uno y rebotan en el espectador. Cómo juega la narrativa mediática del juicio y los prejuicios acerca de la pareja dentro de los dispositivos judiciales, las fantasías vinculares de pareja y de la relación triangular madre/padre/hijo. Algunas de las escenas resuenan en eco, las problemáticas y conflictivas que atraviesan a mis consultantes de pareja: los lugares de poder, la competencia, los celos, la sexualidad como escenario del poder de cada uno, el tiempo individual versus el tiempo que se le dedica a las tareas domésticas. La distribución de las responsabilidades que requiere un hijo en tanto la maternidad y la paternidad se comparten. En uno de los diálogos, Samuel culpa a Sandra de vampirizarlo al punto de no poder escribir por cuidar a su hijo mientras ella se da su tiempo para escribir y además, le reprocha que utilice en su hogar el idioma inglés y no el francés, viviendo en Francia. Todo lo que podría interpretarse hasta como una ventaja (que el hijo aprenda la lengua materna u otra lengua -en este caso, inglés-, y que ella publique libros pudiendo dar sustento económico a la familia mientras su marido supera el bloqueo para escribir), desde el punto de vista de Samuel es algo que le quita, y no que le aporta. Una negación de la responsabilidad compartida en la parentalidad y un no hacerse cargo que eligió como madre de su hijo a una mujer cuya lengua materna es la alemana y su lengua de adopción el inglés ya que vivía en Londres. El idioma en este caso es otro campo de batalla donde se juega el poder, ya que Sandra tenía dificultades para expresarse en francés. De hecho, en el juicio le pidieron hablar en francés y en los climas emocionales, no lo podía sostener.
Entre esos diálogos inflamados que aparecen revelando las vicisitudes de la relación, cabe preguntarse: ¿de qué se la acusa y acosa a Sandra? ¿Es sospechosa de asesinar a su esposo?¿O se la acusa por no ser una mujer convencional y ajustarse a los mandatos del patriarcado? Es bisexual y confiesa haber tenido una aventura con una mujer fuera del matrimonio, es una mujer que tiene ambiciones profesionales y delega parte del tiempo de crianza de su hijo compartiendo el tiempo con el marido dando por sentado que corresponde la colaboración mutua. La película muestra de qué manera la independencia de las mujeres pone en jaque la institución matrimonial reflejado en las dificultades de la convivencia. ¿Qué conflictos tiene que enfrentar una mujer en su matrimonio cuando se permite ser libre y ejercer la igualdad de derechos tanto en la maternidad, como en su progreso personal y profesional? ¿Qué “no lugar” cree tener el hombre sino es un lugar de supremacía sobre la mujer? Por otro lado, como ambos son escritores, Samuel la culpa de quitarle la autoría de una de sus ideas que utiliza en su libro; una vez más, lo que podría interpretarse como un intercambio enriquecedor y fuente de inspiración. Samuel podría sentirse su musa (parece que la musa no es un lugar masculino…), y por el contrario, lo percibe como plagio. La herida narcisista del que tiene más o menos “éxito” en la pareja en esta sociedad de consumo, petrifica el vínculo en una perspectiva falocéntrica: ¿quien tiene el falo y quien no lo tiene?

La trama de las discusiones acaloradas (al punto de la violencia) donde ambos tienen sus “razones” en la sinrazón de lo que detona una explosión verbal, es otro de los temas que trabajamos los analistas de pareja. Cuando se culpa al otro del propio malestar, cada partenaire parece tener sus razones pero culpar al otro, es una forma de no hacerse responsable de si mismo. La disputa por quien tiene la razón culpabilizando al partenaire, genera un círculo vicioso que va in crescendo hasta el maltrato verbal, y llegado a ese punto, el daño al vínculo suele ser irreparable. Sin embargo, Triet carece de una mirada culpabilizante, no nos hace tomar partido ni por Sandra ni por Samuel, mostrando que no hay culpables en los vínculos cuando una relación no marcha como se desea.
Los elementos principales que mantienen al espectador a tiro y en suspenso, es el tratamiento de esta puesta en cuestión de los roles de la pareja en una familia. ¿Cómo se “debería” responder para satisfacer al otro en la imagen que el mundo espera de ellos? Esa es la pregunta que se superpone a ¿qué es lo que cada uno desea de esa relación? El “deber ser” los aprisiona y es allí, donde se produce la gran caída en picada de la relación. Y los argumentos del debate entre el abogado defensor y el fiscal, hablan de la forma tendenciosa al interpretar ajustando el relato y diseccionando la «caída» para aproximarse, a la verdad. Otro elemento que otorga más realismo es la relación del abogado defensor con Sandra, un amigo de años que confiesa haber estado enamorado en su juventud, pero que si bien bascula por momentos y duda si su clienta no llegó a cometer el crimen, el amor resta intacto y pueden más, lo que favorece el debate contra el fiscal y que sostenga la posición del suicidio de Samuel. El otro elemento potente es la música, no sólo el tema que pone Samuel al principio de manera repentina, también la música que toca Daniel en su piano inmerso entre la desolación del duelo por la pérdida de su padre y las dudas que lo habitan durante el juicio cuando las hipótesis apuntan sobre su madre y teme poner en riesgo su inocencia. La elección del tema Asturias de Isaac Albéniz, es de una sofisticación a la medida exacta de la tensión necesaria para mostrar mayor realismo. La sensibilidad y madurez de ese niño, tomando la decisión de interpretar los hechos bajo la percepción de «su» verdad, hará bascular la balanza de la justicia. Y el Opus 28 de Chopin, es el toque de gloria del the end.
El proceso judicial a la que la acusada está expuesta implica la apertura de una suerte de Caja de Pandora donde surgen todas las miserias y vicisitudes de esta caída en una especie de infierno.
Sandra Huller corporiza las emociones contenidas que siente una mujer, al sentirse “desnudada” por los jueces y el fiscal acompañado de la alharaca mediática y amarillista. Intenta en su inevitable exposición, proteger como madre a su hijo a quien se lo implica en su vida y detalles íntimos de la relación parental. La excelencia actoral es destacable en cada uno de los actores en roles secundarios, la dirección de actores y los planos impactando en el rostro, logran hacer ingresar al espectador en un suspenso tal, que estamos a la espera de cada silencio y de cada palabra que saldrá de la boca de cada uno de los actores. Sin embargo, Sandra Huller no ganó el Oscar a la mejor actriz, y si bien la película es célebre a nivel internacional, recibió dos Globos de Oro, Premio Goya a la Mejor película extranjera, la Palma de Oro en la Mostra de Venecia, un premio de la Crítica Cinematográfica, siete nominaciones al BAFTA, y cinco nominaciones de la Academia a la Mejor película, mejor dirección, mejor guión, mejor montaje y mejor actriz. Sin embargo: el premio Oscar 2024 lo ganó solamente al mejor guión original, y tampoco fue elegida por el jurado de Francia como la mejor película extranjera. Las declaraciones fuertes de la directora contra el neoliberalismo y las reformas laborales de Macron y además, otro detalle no menor, Triet es feminista, es un combo que no contribuyó a que gane más premios aún. Muy merecido los premios a Milo Machado Graner una actuación remarcable con un impresionante nivel de profundidad emocional: mejor actor revelación (Premios César 2024) y premio al mejor intérprete revelación y mejor actor de reparto (Premio de la Sociedad Internacional de Cinéfilos 2024). El lugar que ocupa el hijo, testigo ciego (pero no mudo y la ceguera nos remite al final de Edipo y a lo que no quiere ver de su madre) a la hora de testificar, brinda una lección respecto a la búsqueda de la verdad y a poner en duda la construcción de la realidad, en tanto, la verdad es una fabricación del orden de la subjetividad. Y Daniel, como hijo elabora su propia verdad, aquella que él necesita creer.. En este sentido, esta película es indispensable para aquellos que tenemos un lugar de responsabilidad en nuestra sociedad en el campo de la salud mental. A través del rol del psiquiatra como testigo por haber sido psicoterapeuta de Samuel, se muestra cuánta responsabilidad tenemos en aquello que escuchamos. El psiquiatra acusa a Sandra de castradora (otra mirada falocéntrica) por “quitarle” tiempo a su marido en la crianza del hijo, como si la responsabilidad paterna fuera la causa del impidimento para escribir. Este testimonio nos alerta a todos los que ejercemos con ética nuestra profesión, a ser cuidadosos a la hora de saber con qué material trabajamos: la realidad psíquica y no la realidad factual. Esto conlleva el no juzgar ni victimizar a nuestros analizados en la búsqueda de su propia verdad sabiendo que siempre que se habla de un tercero, (y hasta de ellos mismos), se habla de una re-presentación del registro imaginario y simbólico. El otro siempre es una construcción subjetiva de nuestro mundo interno: otra línea delicada entre la realidad y la fantasía…
La película desentraña con sagacidad la complejidad del modo en que las redes del entramado de poder construyen con sus discursos de saber esa “verdad” supuestamente objetiva . Así nos enseña el filósofo Foucault, esa “verdad” está atravesada por los dispositivos psiquiátricos, médicos, jurídicos, mediáticos que intervienen con sus discursos hasta en cómo significamos el amor de pareja. En el libro “La verdad y las formas jurídicas”, Foucault nos advierte que lo que damos en llamar justicia, apunta a fabricar una verdad al servicio del poder. Tal como lo expresa el proceso judicial al que exponen a Sandra, un juicio no busca la verdad sino lo que haga bascular al acusado para exhonerarlo o hacerlo culpable frente al jurado (representante de la sociedad que lo enjuicia) Al decir de Einstein, el objeto observado es contaminado por el observador.
Una película con múltiples aristas para seguir pensando los lugares de poder en la pareja, y el complejo posicionamiento femenino en la actualidad donde aún los latigazos del patriarcado siguen pegando fuerte.
Cabe la pregunta si el Oscar 2024 al mejor guión -contando con 5 nominaciones- se lo otorgaron porque estaba incluído el marido en la escritura del guión … , escatimando los honores que merece la película en si por su dirección y actuación de dos mujeres muy potentes como Triet y Huller. De todas formas, el mayor premio es el éxito de taquilla y todo lo que nos da para recuestionarnos, ya que finalmente los otros premios responden al orden de lo instituído y ésta película sale de lo normativizado. Por eso mismo: chapeau para esta pareja Justine y Arthur por la creatividad en dupla, logrando repensar las problemáticas que los atraviesa como pareja y conlleva la convivencia en nuestra actual sociedad.