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COMIENZO – Dramaturgia: David Eldrige – Director: Daniel Veronese – Por Dra. Raquel Tesone

“No existe la relación sexual” Jacques Lacan

“Si amas sufres si no amas enfermas” Sigmund Freud

“Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia”.  “Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también”. Milan Kundera

«El silencio es la conversación de las personas que se quieren. Lo que cuenta no es lo que se dice, sino lo que no es necesario decir».  Albert Camus

Comienzo es otro acierto del gran maestro Daniel Veronese que supo captar los interrogantes de nuestra época respecto a la temática de las relaciones y de aquello que se suele llamar amor frente al primer encuentro sexual o amoroso. 

Escrito con muchísimo humor e ironía por el dramaturgo británico David Eldrige y con una adaptación que incrementa el humor local con la impronta de Veronese, redoblando la comicidad hasta explotar la zona de las emociones inexpresadas o demasiado explícitas, rozando el borde del absurdo y de lo ridículo de las ansiedades y temores que surgen frente al sinceramiento con otro desde el comienzo. “Beginning” se presentó en 2017 en el National Theatre de Londres y forma parte de una trilogía que trabaja sobre las relaciones amorosas. Si además de un inteligente escritor le sumamos a nuestro reconocido y sagaz director, y le agregamos el otro ingrediente, dos actores de la talla de Vanesa Gonzalez y Gastón Cochiarale, estamos asistiendo a una experiencia en Teatro Picadero cuya fórmula es infalible y mágica. La ovación del público y al salir de la sala, la resonancia en los debates desencadenados en los espectadores acerca del amor, es el efecto al que nos tiene habituados las obras de Veronese.

La obra se desarrolla en tiempo real en una sola escena después de la inauguración del departamento de Laura, ella se queda a solas con Dany, el último de los invitados, y a los pocos minutos entran en un diálogo muy picante con un lenguaje directo y de nuestros tiempos. Laura le confiesa que lo quiere besar, se pone en plan de conquista y Dany se intimida, no sabe si salir corriendo o quedarse frente al desafío de tener a una mujer que considera inaccesible por sentirse fracasado. En tono de comedia, se desarrolla una trama con un potente intercambio que sucede a un ritmo vertiginoso. Es un ping pong actoral que contiene una dinámica desbordante de “touchés” de alto nivel humorístico, los cuerpos hablan del deseo de tocarse, de los miedos a esa la entrega y son portavoces de aquello que no se puede poner en palabras. 

Con un lúcido abordaje psicológico de las dimensiones emocionales que atraviesan este encuentro, se da lugar a que nos identifiquemos con uno y con otro de los protagonistas alternativamente en esa condición de fragilidad a la que nos expone el reflejo de la mirada del otro.

Los estallidos de las carcajadas al unísono en los espectadores al tiempo que nos mantiene atentos a seguir paso a paso los devenires de la escena, como si fuéramos parte integrante de la casa, hace que esta experiencia se destaque por la convivialidad en el público, envueltos en el ambiente de la escenografía realizada con excelencia por Rodrigo González Garrillo.

La obra nos muestra la complejidad de los vínculos sumada a la idealización que generan las redes sociales en aquellas personas que no están en pareja, fomentando la sensación de soledad y la idea comparativa con esos otros que han logrado alcanzar “la” felicidad en una vida de pareja. Sin embargo, no todo es lo que parece, ni lo que aparece en las redes, puesto que hay una gran proporción de nuestra población que está en estado de “agamia” (según el Boletín Estadísticas de Género del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y del Instituto Nacional de la Mujer, el 52,1 % varones y el 45,7% mujeres). Esto significa que están solteros, no responden a las formas tradicionales matrimoniales pero tampoco a  ninguna de las nuevas modalidades de vincularse (poliamor, parejas swingers, abiertas, monogamish…). La soltería que prioriza la libertad individual y los encuentros sexuales y amorosos, fuera de todo objetivo heteronormado relacionado con la idea de la necesidad de tener ningún formato de pareja, se multiplica. Comienzo, es una obra que nos interpela sobre estas nuevas modalidades de relacionarse y los efectos de la ruptura de las convenciones en épocas de encuentros por Tinder y aplicaciones, y que al mismo tiempo, nos habla de los sueños y los deseos de compartir la felicidad junto a otro, siguen vivos, pese a la diversidad de etiquetas para definir los sentimientos. Formatos que se acuerdan desde el primer momento, y en ocasiones, destruyen la espontaneidad y la posibilidad de dejarse llevar solamente por las sensaciones más inesperadas de un encuentro para que su devenir se despliegue solo fundamentado en los deseos.

Las aplicaciones parecen ofrecer una forma rápida de salir del aislamiento. Cuando Dany repite: “me tomo un taxi” y los espectadores nos reímos, si fuera en un chat, eso se traduce en:  “te clavo el visto y desaparezco de la escena”. ¿Será que es más fácil huir con un solo click frente a los temores a involucrarse con otro? 

Pero cuando todo parece indicar que hay una muerte anunciada, los personajes se metamorfosean mostrando otros matices del espectro afectivo y de un pasado que temen repetir, y nos sorprende otro final que nos deja con nuevos interrogantes.

Si bien son personajes encarnados, Dany y Laura, parecen reales por sus magistrales interpretaciones. Y me llevan a preguntarme, si ellos se hubieran conocido por las aplicaciones y Dany se hubiera sincerado tanto, ¿Laura lo hubiera etiquetado de fracasado, ya que él mismo se define así, y lo hubiera bloqueado sin posibilidad de conocerlo siquiera? O bien, ¿Dany la hubiera descartado por el temor al rechazo considerando que él la caratúla como una mujer inaccesible por su belleza, situación social y económica? ¡Cuántos pre-juicios y etiquetas! Dany dice que sería más fácil comunicarse con ella si estuviera en la pantalla de una aplicación, aunque en la práctica confiesa que tampoco le funcionó y no llegó a conocer a nadie por las redes, entonces, ¿es más fácil huir frente a los temores que surgen en el comienzo? ¿Qué sucede con el juego de seducción cuando la conquista es mutua y cuando hay una puesta en palabras que parece estar al servicio de paliar los miedos? ¿Detrás de la mujer independiente se puede esconder la mujer que sueña con renunciar a todo por el vestido blanco? ¿Es un sueño o es un mandato que sigue vigente para poder controlar el futuro de una relación frente a la incertidumbre de la ruptura de las convenciones? (al igual que tantas etiquetas para pensar como sigue el porvenir del vínculo).

Hay muchos más interrogantes que nos interpelan, y que quedan abierto. Y que dejaré para repensar con mucho placer junto a Daniel Veronese , quien nos dispara con esta obra las contradcciones, divergencias y desencuentro con el otro (y consigo mismo) fundante de la complejidad de la búsqueda de la felicidad en los vínculos.

Una obra de arte cuestionadora en todo su esplendor.

¡Bravo!

Se recomienda reportaje a Daniel Veronese con Dra. Tesone / @rachelrevart

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