

Daniel Veronese comenzó su carrera como actor y mimo. En 1985 incursionó en el teatro de objetos, disciplina que lo llevó a crear en 1989 el grupo «El Periférico de Objetos». Su estética, tanto como director como dramaturgo, lo lleva a plantear una mirada particular en el espectro teatral argentino.
Es autor de más de veinte títulos y director de más de una decena de obras. Basándose en la síntesis, en la autorreferencialidad del teatro mismo y en lo siniestro, su obra genera una presencia transversal sobre los patrones formales del teatro tradicional.
Tiene publicados dos libros que contienen toda su obra: «Cuerpo de Prueba», editado por el C.B.C. de la Universidad de Bs.As, (actualmente agotado) y «La Deriva», editado por Adriana Hidalgo Editores. Entre sus últimas obras con autoría propia están: «Los Corderos» y «Paranormales». Cuenta además con varias publicaciones en editoriales francesas. Sus obras están traducidas al italiano, al alemán, al francés y al portugués. Multipremiado Segundo Premio Nacional y Primer Premio Nacional de Argentina por su dramaturgia. Estrena en 2021 «La persona deprimida» con la actuación de María Onetto y “Otoño Invierno”. Estrenó en España “Regreso al hogar” de Harold Pinter. Actualmente en este año 2023 reestrenó en Teatro Picadero con Luis Machin y Javier Lorenzo: “La última sesión de Freud» que sigue en cartel junto a otra obra que estrenó con muchísimo suceso en Abril 2024: «Comienzo» con libro de David Eldrige y la actuaciones de Vanesa Gonzalez y Gastón Cochiarale. EL INCONSCIENTE lo sigue en todas sus obras.
Recomendamos para complementar lectura de la nota de “Comienzo” – Dra. Raquel Tesone en este link:
https://revistaelinconsciente.com/2024/04/13/comienzo-dramaturgia-david-eldrige-director-daniel-veronese-por-dra-raquel-tesone/
Y al diván DANIEL VERONESE (febrero 2016 y marzo 2023) con Dra. Raquel Tesone en columna Al diván revistaelinconsciente.com y en este link:
https://revistaelinconsciente.com/2023/03/07/al-divan-daniel-veronese-reconsulta-teatralizada-por-dra-raquel-tesone/
REPORTAJE A DANIEL VERONESE POR DRA. RAQUEL TESONE

¿Qué te atrajo del libro Comienzo del dramaturgo británico de David Eldrige que adaptaste redoblando la ironía y el humor hasta explotar la zona de la ridiculez en su extrema comicidad?
Me atrajo sobre todo una historia de amor complejo, el devenir de un encuentro que no terminaba por concretarse y que parecía más cercano al fracaso que a la posibilidad de algún comienzo concreto.
Un final que abre más interrogantes. Muy acertada la dupla Vanesa González y Gastón Cochiarale. ¿Cómo tomaste esa decisión?
Estuvimos con Blutrach viendo listas de actores. Él me sugirió a ellos dos, que ya habían trabajado juntos. Hicimos una lectura y enseguida me convencieron los dos.

Los protagonistas Laura y Dany, se conocen en la fiesta de inaguración del departamento de ella, expresan sus deseos pero, al mismo tiempo, aparecen sus trabas para pasar al acto ¿Qué pensas del devenir erótico cuando todo se reduce a la puesta en palabras sobre coger o no coger?
Según las circunstancias, los momentos, los participantes. Las palabras y los hechos pueden reducirse a eso y ser erótico, o no. No podría hablar demasiado sobre el origen o el desarrollo de un momento erótico, en general es algo que excede el pensar sobre el hecho mismo.
Soy donde no pienso, diría Lacan, en eso que excede… El amor, si ya no responde a un mandato social como la institución familiar, ¿genera mayor incertidumbre hoy?
Tengo dos hijas, una adolescente, la otra ya más adulta. Las escucho hablar, intento comprender a qué mandato responden ahora (que obviamente no es el mío) Me resulta necesario comprender y acompañar. Igual creo que nos iguala la falta de garantías a la hora de tener el control. Las nuevas tribus tiene libertades y condicionamientos nuevos. Pero creo que a la larga es igual de complicado y arduo que en etapas anteriores. Creo que lo nuevo me suena más resuelto, por ser nuevo, pero en el fondo les pasarán cosas inevitables a la hora de buscar la felicidad.

Recomiendo tu obra a mis analizantes adolescentes y adultos, para pensar las etiquetas que intentan capturar el amor desde el comienzo (poliamor, monogamish, agamia, relaciones abiertas y muchas más), ¿será un modo de tener el control del futuro del vínculo?
Habrá que ver que queda de todo eso, si los deseos empiezan a cambiar. Pero lo concreto (con el nombre que quieras ponerle) desde hace mucho tiempo el hombre y la mujer necesitan aparearse para seguir existiendo como especie. Yo en el teatro, por suerte no necesito definir el amor, solo tengo que mostrarlo, vivo y orgánico. Además el teatro no sirve mucho (muchos pueden pensar lo contrario) para hablar del futuro. El presente a veces está demasiado cerca. Lo pasado es más nuestro tema.
Y quizá lo pasado esté presente en tu obra, y nos interpela. ¿los nuevos formatos del amor (cooptadas por la sociedad de consumo) podrían operar como otro mandato donde hay que “encajar” no tomando en cuenta que los deseos pueden diferir de los acuerdos tácitos?
La verdad me gustaría responderte, pero para mí es imposible saberlo; primero porque mi saber en el tema es de alguien que mira con asombro y con escepticismo lo que le rodea. No voy detrás de lo nuevo. Solo soy un director de teatro. Particularmente las nuevas modalidades de amor no las consumo, no las practico, no soy moderno. No creo que llegue a mantener una relación abierta, no me interesa, no lo necesito. Mi búsqueda va por otro lado, tanto en términos amatorios como en términos teatrales. Pero, si necesitara mantener una relación abierta y la padeciera, es muy fácil, la cerraría inmediatamente. No soy alguien que sigue modas, banderas, modalidades de uso. Es probable que el consumo (de cualquier tipo) llegue a decepcionarnos y a engañarnos, pero eso no es nuevo.
El consumo como engaño… , interesantísimo. Al decir de Milan Kundera, cuando las palabras están al servicio de definir la relación, terminan por destruir el amor por desear capturarlo, y eso está expresado cuando Dany le dice a Laura: ¿para qué me dijiste todo eso? ¿Crees que Dany se inhibe por sentirse atrapado en la puesta en palabras del deseo explícito de Laura? Tanto chat y palabras, ¿puede matar el deseo?
No chateo, te lo expliqué más arriba. Pero no creo que las palabras maten el deseo. No generalicemos. Es la personalidad de Dani que parece jugarle en contra. Sí, en la obra, el personaje hablá de más, pero también está llevado a una composición algo exagerada. La idea de la obra es dar vueltas por un conflicto que entre dos adultos, en la vida cotidiana, creo, debería tener otro devenir, no éste tan teatral y efectivo que sucede en un escenario, empujado deliberadamente a circunstancias concretas, para producir sentimientos concretos en el espectador.

Hay una confrontación entre Dany que piensa que si ella estuviera en una aplicación sería más fácil comunicarse versus Laura que cree en la absoluta fugacidad de esos encuentros por las redes. ¿Y vos qué pensas?
Yo soy alguien que detesta las aplicaciones. Obviamente hay más facilidad de conocer gente ahora. Soy de la época que había que llamar por teléfono. Tengo Instagran desde la pandemia, pero lo abrí de puro aburrido. No suelo participar de él. No suelo agregar muchas cosas, incluso no sé como hacerlo y ni quiero saberlo. Facebook hace años que no lo abro. Siento que soy de otro tipo de piel. Pero tampoco creo que las épocas se equivocan. Yo soy el desubicado ante esta realidad, y está perfecto.
Puede haber más facilidad para conocer gente ahora, sin embargo, la obra muestra innumerables dificultades para el acercamiento, ¿Cuáles son las contrariedades e impedimentos que visibiliza la obra y hace que nos identifiquemos?
Creo que nos identificamos con la humanidad de esas personas; si bien son distintas a nosotros, padecen cosas que padecemos o hemos padecido. Compartimos (siempre hablando muy en general) esas trabas para un acercamiento, dibujadas de distinta manera, de distintos colores, porque habrán cambiado los lenguajes corporales y verbales, los códigos de acercamiento, los tiempos de espera, (todo joven quiere estrenar formas, sentirse alejado de lo viejo) pero todavía seguimos siendo humanos, todavía no nos implantaron (masivamente) chips de funcionamiento amatorio, y en la intimidad, en la profundidad de nuestro ser, el animal biológico que aún somos, pide cariño, pide que nos den un abrazo. Creo. O quiero creer.

¿Consideras que detrás de una mujer soltera por elección, independiente, que no necesita un hombre para sentirse mujer, se esconde la mujer que sueña con el vestido blanco capaz de cambiar radicalmente su vida por tener una familia? ¿Es que estaría en vigencia este mandato? La incrongruencia entre lo que se dice, lo que se piensa y lo que se siente, es notable.
No, definitivamente no creo en una sola cosa. Ni en el hombre ni en la mujer. Creo que suceden en el universo emocional cosas muy contradictorias y a veces al mismo tiempo. El ser humano es muy particular como para definirlo por querer un vestido blanco o no (y sumale su homólogo masculino). Hace poco escribí una obra en la cual un personaje defiende la idea de que el ser humano no cambia, que lo que construyó lo perseguirá por el resto de su vida, así que lo mejor es aguantar lo que le tocó en suerte. No creo que el psicoanálisis esté muy de acuerdo con esto, pero teatral y poéticamente me parece un pensamiento muy potente en una ficción, ya que se mete en territorios que no debería, destruyendo axiomas sobre la felicidad que estaría al alcance de la mano, o al menos a la vista. Y por lo tanto habría que perseguirla.
El psicoanálisis, en ese aspecto, opera como tu teatro: destruye axiomas preestablecidos para des-cubrir el deseo singular de cada analizante. Dany se define como un pelotudo, y Laura igual quiere algo con él. Dany teme ser “usado” para cumplir el sueño de ella. ¿Pensás que hay algo de eso más allá del deseo?
No lo sé. Creo que tanto Dany como Laura son dos personas imperfectas, que se encuentran, sienten vibraciones, creo que esto puede ser el comienzo de algo, una se envalentona y acciona, el otro se acobarda y también acciona, aunque en sentido contrario, pero la dirección que toman los dos es la misma, están en el mismo carril, como una lucha de esgrima. Ante semejante expresión de deseo (ya sea expresada o reprimida) lograda en una primera instancia, con el primer encuentro, lo más lógico sería pensar que los mueve más una necesidad de estar acompañado que lo otro.

¿Y el fenómeno del ghosting? ¿Refleja acaso el mostrar el deseo de no estar acompañado y que el otro quede “a la espera de…”?
Me acuerdo del gran creador Tato Pavlovsky, dirigirlo fue una de las cosas más maravillosas que me pasó en teatro. Un personaje suyo decía que cuando se acercaba a una mujer, y la mujer respondía un poco (él lo graficaba físicamente) decía: “yo me pongo de costado y ella viene atraída hacia mí, pasa de largo y cae a mis pies, la hago pasar de largo, le hago un vacío sádico”. Nos reíamos mucho con ese personaje odiable y entrañable, como el de “Potestad” que vos decís: “¿qué hago? ¿lo mato o lo llevo a mi casa?” (risas). Eso de ser atractivo y mostrarte desde un lugar que incluso te puede lastimar es muy disruptivo. Cualquier similitud con nuestra emocionalidad no es pura coincidencia.
Y hablando del poder de hacer daño… ¿Pensás que el universo de lo virtual confina a la mayoría en la zona de confort funcionando como un manual de autoayuda de quienes proclaman tener la vaca atada?
Son preguntas muy difíciles de contestar y no quedar pifiándola. Siempre existió quién se la juega y quién esconde. Quizás lo que hace esta época es acelerar los tiempos. Y eso hace pensar que vivimos más cosas. Pero en el interior de cada uno creo que el peligro de perder la zona de confort sigue vigente. Por eso nada alcanza finalmente, todo se traduce en una forma más de búsqueda, en dónde a veces tenemos miedos y a veces, algo nos lanza hacia adelante, y nos hace estrellarnos. Son cuestiones más relativas a tu métier, yo nunca estudié psicología. Me interesa el teatro, más que desde un lugar social, desde un lugar individual, desde lo que me motiva a mí, y desde ese lugar me lleva a sentirme emocionado. Si yo me emociono, si encuentro algo que no conocía, si aprendo algo con el teatro, ya es suficiente, y creo que son solo esas emociones las que puedo exponer a la gente. Siento que al no referirme a las cosas de una manera racional, empiezan a aparecer lugares poéticos, tal vez más artísticos. Pero casi no me puedo hacer cargo. El Inconsciente me llevó para acá, ahí veo lo que me funciona a mí, lo que me interesa que se está produciendo. No tengo las respuestas cuando tus preguntas llegan a ser más profundas, no sé qué decirte. No tengo esa experiencia todavía. En mi cotidianeidad, tengo una hija adolescente y otra de 27 años, y las trato de entender, de seguirlas, de comprenderlas y acompañarlas. Solo eso puedo fuera de la escena. Ojalá fuera más inteligente en la cotidianeidad. Y hay situaciones de la obra que sí padezco o las he padecido; y ahí veo el sufrimiento, me puedo relacionar con eso y puedo decir algo sobre eso. Pero siempre hablo de mí, de cosas que viví o padecí, eso hace que me interese un tema. El verdadero interés o curiosidad para hacer una obra de teatro, es cuando siento que estoy resolviendo algo, cuando lo que estoy haciendo, me suena parecido a lo que viví o a lo que puedo llegar a vivir.
Con esta lúcida reflexión frente a las preguntas que desencadena tu obra y a tu abordaje, dejamos acá. No dudo que si Freud te escuchara, haría otras teorías con tus obras, como lo hizo con Edipo de Sófocles. Un gran aporte al psicoanálisis y una obra para seguir lanzando nuestros deseos más allá de todo lo establecido. Sos un ejemplo de gran jugador y Comienzo, es otro golazo. Felicitaciones.











