Por Julián Infante
¿Consideras que tus relaciones familiares son las peores? ¿Alguna vez te pasaste de whisky en compañía de un hermano con el que te llevas pésimo, quedando sin otra opción que tener que soportarlo después del crematorio de tu vieja? Y si agregamos a este panorama, a la mujer de tu hermano y a la tuya estableciendo alianza contra sus maridos, tenemos un escenario bien picante.
¿Que desata la muerte de una madre entre dos hermanos que son tan diferentes entre sí, y que además, se han relacionado de forma muy diferente con su madre? Tal parece que podría haber un denominador común entre estos hermanos: el desmadre. La soledad y el vacío de sus respectivas vidas donde los signa la insatisfacción.
El tema del amor es central en esta obra que nos lleva a repensar si es posible sostener una relación de amor cuando se llega al punto límite de la violencia física y verbal. Existe un abordaje poco lineal y muy interesante, porque a su vez, es la violencia que si bien, derrumba el amor, promueve una escalada verbal que mantiene “caliente” la relación de pareja. No se trata de amor, pero quizás de su contrapartida. La obra nos lleva a pensar que allí hay una obsesión de poder sobre el otro, por poseerlo en una pasión destructiva. En todo caso, esta pieza teatral abre una serie de interrogantes alrededor del amor y su diferencia con la pasión.
Mujeres, ¿Alguna vez fueron infieles? Vení! Mirá! Sentí! Y trata de encontrar una respuesta a la cuestión de por qué la infidelidad en una mujer no está aceptada socialmente como la del hombre, y es juzgada como vergonzante. En el caso que la mujer sea infiel (y encima con un hombre menor que ella), se convierte inmediatamente en una “puta” para el marido y para el entorno. Si esto mismo sucediera en el hombre, por el contrario, sería concebido a nivel social, como el más «macho», o si no accede a tener sexo con cualquier mujer, cargaría con el estigma de “puto”, lo cual, es otro peso, el peso de no poder elegir.
¿La infidelidad en una relación de pareja que lleva años, implica el engaño a otro, o más bien, sería una forma de engañarse a sí mismo? ¿No es una especie de renegación de una ruptura que ya estaba implícita en ese vínculo de pareja? Si se deja un lugar vacío, el ingreso de un tercero, ¿no queda servido en bandeja?
Vigilia de noche, los hará recorrer en sola una noche que los mantendrá a todos en develados, los sucesos que transcurren en una reunión post-mortem maternal. La oscuridad de la noche arroja luz sobre la sombra de esos vínculos familiares, y allí donde se esconden las almas, esta obra ilumina los entreveros inconscientes que atraviesan a las parejas y a los hermanos entre sí.
Dos hermanos, dos esposas, cuatro historias.
Una obra que nos cuenta al oído pequeños y turbios secretitos familiares.
Escenográfica y humorísticamente, divertida y negra, y sin duda, con el sello de un gran Director como Daniel Veronese, en el impecable Teatro Picadero.