Por Julián Infante
Principios del siglo XX. Una época marcada por la cruda realidad de quienes vinieron a estas tierras en busca de una vida mejor y en muchos casos, no la encontraron. O no lo lograron sino en un largo tiempo. Esta obra nos cuenta a cerca de la vida y del día a día de los inmigrantes que vinieron a nuestro país. A través de las primeras obras del dramaturgo argentino Armando Discépolo (hermano de Enrique Santos Discépolo), creador del género teatral “grotesco criollo”, podemos ver la miseria, el hambre, las necesidades y demás penurias por las que atravesaban los recién llegados a la Argentina. Cabe destacar que todos estos ingredientes son la característica fundamental de este particular género, llamado “grotesco”.
La obra transcurre en una especie de clase interactiva con el público en la que, fiel al género, se roban risas y conmociones emocionales. Nos pinta un cuadro del Buenos Aires “culturalmente inicial”, donde los extranjeros, los conventillos y, posteriormente el lunfardo, se juntaron para “fabricar” lo que hoy se conoce como Tango.
Es una obra que para el que gusta del género grotesco, por momentos puede resultar divertida, históricamente informativa y por momentos, triste.