ENTREVISTA A MARIANO SAPETTI
Actor de la obra teatral: “AMANTES Y OTROS DESCONOCIDOS”
Autores: Renée Taylor y Joseph Bologna
Dirección: Marcelo Zitelli
Por Guille Nuñez
Fotos: Nicolás Turchetto
Al salir del Teatro Porteño, luego de haber disfrutado de una comedia que ahonda sobre las cosas del querer desplegada en cinco escenas muy acertadas desde el texto (y el subtexto) tanto como en las composiciones actorales, me acerqué a Mariano Sapetti para entrevistarlo. Mariano es uno de los actores que interpreta con mucho humor al típico marido machista. Después de recibir las felicitaciones de su público junto a sus compañeros, tuvimos un intercambio de actor a actor que fue muy enriquecedor ya que complementa esta pieza teatral – altamente recomendable – con reflexiones muy lúcidas.
¿Qué moviliza esta obra en el elenco a la hora de componer y trabajar sus personajes?
El texto de «Amantes y otros desconocidos» es un reflejo de personalidades extremas en situaciones cotidianas las cuales son cercanas a todos nosotros en menor o mayor medida; por lo que a la hora de ponernos en la piel de los personajes nos enfrentamos a una realidad ineludible, de la cual nos tenemos que apropiar dejando nuestros perjuicios de lado. Y esa es la parte más difícil. Reconocer nuestra propia humanidad en la miseria de estos personajes sin prejuicios mediante.
Los cinco pantallazos que componen esta comedia, que data de los años 70, son un mosaico y una crítica actual de las relaciones de pareja, regida muchas veces por mandatos sociales arcaicos o nociones de lo que debería ser una pareja o una familia tradicional y que entra en crisis con lo que realmente sucede en la intimidad. También aquí entra la lucha de poder entre el hombre y la mujer, y la sexualidad, por supuesto, que se manifiesta de muchas maneras producto de esta tensión. La obra es un fiel reflejo actual de las relaciones de pareja, que pueden ser complejas, problemáticas e “infelices”, como dice Frank, uno de los personajes, a la vez que pasionales y placenteras, pero nunca sencillas.
¿Cómo y con qué recursos trabajaste tu personaje en la escena conyugal?
En mi caso particular, no tuve una preparación previa para encarar el personaje de Johnny. Sí muchísimas ganas de actuar. Fui el último actor del elenco que ingresó, ya que pasaron cuatro actores previamente y ninguno dio con el personaje en cuestión. Tenía dos semanas antes del estreno de la obra. O sea que «agarré un toro», lo que comúnmente se llama en teatro a aquél que acepta el desafío de ponerse ensayar un texto a pocos días de estrenar una obra. Para ese entonces no contaba con ninguna experiencia como actor, salvo el haber dirigido actores ya que soy director de cine y TV. En cuanto al trabajo concreto fueron dos semanas de ensayo contra reloj junto el director Marcelo Zitelli, la actriz Graciela Lima y la asistente de dirección Luna Cortés. La confianza que ellos me dieron y la que yo deposité en ellos fue fundamental para construir al personaje. Y los principales recursos con los que trabajé fueron tratar de buscar desde qué lugar tenía que interpretar el personaje. Había que encontrar rápido los pensamientos y emociones de los diferentes momentos que atraviesa Johnny en la escena. Lo primero que hice fue cortarme el pelo bien corto, ponerme una musculosa de entrecasa, sacarme el arito que tenía y quitarme las pulseras hippies para poder acercarme a Johnny desde lo físico, desde lo exterior. Verme distinto me ayudó para empezar. Su principal característica es la de un machista que quiere luchar en una causa perdida por mantener su superioridad masculina. Para actuar me apoyé en los recursos de mi formación en cine y de espectador de teatro y cine, por supuesto. Mi incursión en la música y el deporte fueron buenas herramientas para trabajar el ritmo actoral, y los desplazamientos físicos y la experiencia de vida, para evocar todos esos seres que conocimos y a veces fuimos o quisimos ser para interpretarlos. Todo eso me dio la confianza para poder encarnar a Johnny.
¿Cuál es tu aprendizaje respecto a tu vínculo con el director de esta pieza teatral?
Fue una gran experiencia, muy enriquecedora. Aprendí a confiar en el director, que para el actor de teatro, los ojos del director son los ojos del espectador. Él tenía una visión completamente distinta de la escena, pero luego la fui entendiendo y tomé sus indicaciones. Su trabajo es fundamental, hacerme ver que hay aspectos que el actor de teatro no puede observar, desde los movimientos, el énfasis de las palabras claves, a lo que genera con su tono de voz o la manera de interpretar el texto o lo que está transmitiendo al espectador. Marcelo para mí fue como un director técnico, el termómetro. Con carácter y sabiendo escuchar. Es por eso que fue importante confiar en él. Pero esa confianza no esa automática ni ciega. Se gana, por el respeto que uno le va teniendo al director a lo largo de los ensayos para delinear un personaje. A la vez que hay ciertas cosas en las que uno confía como actor y tiene que sostenerlas, con sus fundamentos y corazonadas a la hora de dialogar con el director y demostrándolo en las pasadas de actuación. Ese es el equilibrio que yo traté de emplear como actor, escucharlo mucho al director pero no dejar de escuchar lo que está sintiendo uno mismo y a esa pulsión que está pugnando por saltar. Porque al final, sos vos como actor el que sube al escenario, y pone el cuerpo y el corazón. Es muy diferente con el rol del actor en cine. Amantes y otros desconocidos fue una gran experiencia iniciática con Marcelo Zitelli, un gran director de actores.