Fotografías: Martín Berra
“El ritmo” es una obra coral donde cada personaje parece tener una historia que se liga a la de los otros personajes, componiendo una especie de coreografía que se sostiene con una musicalidad grupal.
Es obra para “ver”, “escuchar” y luego, dejar que transcurra al interior de uno mismo, el eco de esa polifonía de voces que nos atraviesan el alma. Lo que resulta interesante de “visualizar” en esta obra original, creativa y con una dinámica particular, es la forma en que se combina el ritmo de cada uno de los protagonistas. Seres que comparten una oficina trabajando en algo que ni ellos mismos saben de qué se trata. “La logística de las logística”, es la denominación de la tarea que deben cumplir, sin saber ni para quién ni para qué. Efectos de un sistema que los encierra y les impone un ritmo.
Bion, un psicoanalista inglés que investigó los efectos de la grupalidad, utilizando el psicoanálisis y nos enseñó lo que muestra esta obra: el nivel emocional (supuestos básicos) puede fomentar o bloquear la tarea en un grupo. Las emociones intensas, los deseos y los impulsos atraviesan a estos seres que están mecanizados para cumplir una tarea dentro de una sociedad disciplinaria donde hasta la sexualidad está controlada (Foucault).
Aquello que se escucha, las palabras que se dicen, los ruidos que resuenan en el escenario (acarrean cajas, tecleado de computadora, corridas, etc.), conforman ese ritmo donde que más allá del significado de aquello que se dicen, encierra un gran vacío existencial. Los significantes se repiten y como todo proceso creativo en el cual el Inconsciente se pone en juego, hay una palabra que surge, una palabra que rompe con la repetición y que vehiculiza otro sentido a lo dicho o a aquello que se quiere decir. Este aspecto de la obra, le otorga un toque de humor, ya que aparece un acto fallido, un lapsus en medio de un trabajo mecanizado. Uno de los personajes, justamente la única que no sigue el ritmo de los otros, un ser ralentizado, triste y en pleno duelo porque acaba de quedar viuda, delata que su compañero se la pasa viendo videos pornos; de esta manera, irrumpe en el discurso del grupo la sexualidad. Palabras que escapan a la repetición haciendo ruptura del ritmo automatizado donde lo que se escurre tiene una connotación sexual que crea otro sentido discursivo. La viuda tiene otro ritmo no solo por su duelo y su tristeza, sino porque es la más consciente de ser mortal, es quien se confrontó a la muerte. No existe celular ni computadora que la ayude a evadirse ni a entrar en otra órbita que no sea la pena que la envuelve y que no la deja adaptarse al ritmo del grupo.
Podríamos decir que es una obra psicoanalítica que genera en los espectadores algo similar a la intervención de un analista, una suerte de efecto polisémico. Y esto es lo más interesante de la obra, y la experimentación de ese ritmo que impone el trabajo y a partir de allí, la libre interpretación que cada espectador arma al salir de la sala y los puntos de identificación con los personajes.
Una puesta en escena impecable y muy buenas actuaciones, donde se destaca una dirección puntillosa, aguda, original e inteligente. Por todo esto, al finalizar la obra, me acerqué a su Director Matías Feldman quien me respondió algunas de las primeras cuestiones que me surgieron para ir elaborando con sus reflexiones.
¿Cómo llegaste y porqué te interesaste por poner el acento en la exploración del ritmo en tu obra teatral?
Por mi formación de músico siempre estuve obsesionado por el ritmo. Ese hilo invisible que nos conectaba a los distintos músicos que tocábamos juntos. Ese latir al mismo tiempo, es algo inmaterial y a su vez muy contundente. Me interesa el ritmo porque es una membrana que está entre el contenido y la forma. Es un borde que señala el sentido. El ritmo está ligado al sentido y no al significado. No tiene que ver con el proceso de significación; y todo aquello que señale o haga resonar el sentido (ese fondo innombrable en todo proceso de significación) me interesa mucho.
El texto parecería sostenerse desde una musicalidad. ¿De qué manera juega la palabra con el ritmo? ¿Cómo se resignifica el lenguaje desde la repetición?
Hay una frase de Pasolini que dice de sí mismo que se repite. Y la repetición de una palabra o pensamiento tiende a la pérdida de significado. Como en las oraciones religiosas. Repetición que es pérdida de significado y pérdida de significado que es significado.
Hay una tensión entre el ritmo y el relato, y podemos pensar una tensión entre el ritmo que produce el sintagma de sonidos que componen una palabra y lo que la palabra está intentado señalar a través del proceso de significación. Esa tensión me obsesiona también.
La repetición de las escenas y de pronto, la irrupción de algo nuevo, ¿remite a tu manera de trabajar el nivel Inconsciente?
No lo sé. En el proceso creativo estoy todo el tiempo imponiéndome lugares de incomodidad, formas de sacarme de las zonas de confort, eso me asegura no trabajar con procedimientos condicionados. Quizás lo que trato de hacer conscientemente es justamente evitar procedimientos inconscientes. Y en ese proceso bastante controlado espero la aparición de lo incontrolado, del accidente.
¿El trabajo en una sociedad capitalista, apunta a robotizar al sujeto? ¿Cómo juega en esta visión del trabajo la cuestión de la sexualidad y la muerte?
El capitalismo en las últimas décadas fue virando hacia la financierización en todos los aspectos y niveles. No creo que a este nuevo capitalismo le interese robotizarnos, pero si desmaterializarnos, que la experiencia no necesite del cuerpo; través de las nuevas tecnologías la tendencia es a virtualizar, a mediar la experiencia. Ya sea por las interfaces (facebook, wassap, instragram) como por los medios de comunicación que reemplazan la realidad (algo ya imposible de aprehender) por un recorte intencionado de la misma. Esto lleva a un olvido del cuerpo, y con ello a una financierización de la sexualidad y claro, un olvido de la muerte.