Doble o nada es una apuesta donde aquello que se juega es nada menos que el amor en confrontación al poder. Esta maravillosa obra de teatro trata sobre éste desafío que atraviesa la mayor parte de las parejas en nuestra época y nuestra sociedad, como una problemática ineludible. Tema controvertido que desata muchas cuestiones y la primera que se escucha entre los espectadores al salir de la sala es: “ella, ¿amaba más el poder que a él? Esta pregunta que se dispara en una primer lectura, es en sí misma, una interpelación que va revirtiéndose en la medida que la obra se desarrolla. Si giramos éste interrogante, surge el trasfondo de esta magnífica pieza teatral que se caracteriza por abrir nuevos cuestionamientos: ¿por qué motivos tiene que existir un versus o una tensión dialéctica entre el amor o el poder?, ¿cómo resolver el conflicto entre las cosas del querer en relación a las cosas del poder? ¿Por qué el amor necesariamente se pone en tela de juicio cuando la mujer ocupa un lugar de poder? Y lo más interesante es que, al mismo tiempo ésta apuesta es la de una pareja de actores que, podríamos afirmar sin dudarlo, es de las mejores de Argentina con trayectoria internacional, y que además son pareja de vida, lo cual genera una gran expectativa anticipada en su público. Hablar de Miguel Ángel Solá y Paula Cancio, significa un sello de garantía de calidad artística, y de la mando Quique Quintilla, se luce todo el talento interpretativo de ambos al máximo con una puesta en escena que destaca las dotes actorales de esta maravillosa dupla. Una puesta impecable hasta en sus detalles más nimios: la composición e interpretación de los personajes y la apropiación del espacio escénico, la escenografía que nos ambienta en una gran oficina de un alto mando y la iluminación adecuada en todo momento. Todo envuelve al espectador dentro de un acto de magia única. La prueba de esta sinergia entre los tres queda confirmada al final, cuando el público estalla con aplausos sostenidos y cerrados y, sólo en el momento que Miguel Ángel toma la palabra, los espectadores por respeto, detuvimos nuestras exclamaciones y nuestra ovación.
Una obra original con refinado sentido del humor y que, a modo de comedia, teje un tenso suspenso y cierto misterio que nos mantiene atados a la butaca. A la vez, es un libro que problematiza sobre lo que hace ruido en el vínculo de pareja hombre/mujer. Un texto inteligente que desata y analiza una polémica muy actual respecto al lugar de la mujer dentro de las redes del poder.
La obra nos cuenta la historia de un directivo de un diario que antes de dejar su puesto de trabajo tiene que decidir entre dos posibles reemplazantes: una sub-directora sagaz, creativa, apta para el puesto, y un hombre pintado como el típico “enano fascista”, aquel que llega a la cima de manera verticalista y cortando cabezas. ¿Cómo la impronta de ser hombre o ser mujer es todavía puesta en consideración como medida de quien es el más fuerte y apto (a lo darwiniano) para sobrevivir y para sostenerse en este tipo de empresas donde las trampas para acceder al poder son moneda corriente? ¿Por qué en el juego del poder, la mujer debería elegir entre tener poder o renunciar al amor? ¿Por qué solo puede ser amada a costa de perder el poder? Si una mujer tiene la capacidad y deseo de desenvolver sus potencialidades, por qué se piensa que ama más el poder que al ser amado, cuestión que no surge si el hombre es el poderoso.
En nuestra sociedad, parece que el poder y el amor no son compatibles. Las mujeres que desean crecer en una carrera están encerradas en una relación dilemática entre tener que elegir entre amar o poder. La apuesta “doble o nada” habla de hasta dónde se puede llegar para alcanzar el poder o bien, para quitar el poder a otro. La trampa de ésta apuesta radica en que el parámetro de la “la prueba de amor” utilizado por el hombre, lleva a la mujer a poner en tela de juicio su ambición de poder, como si ese anhelo no debería formar parte del mundo femenino. Aquí me cabe la pregunta: ¿de qué amor hablamos si no se acepta ni se respeta el deseo del otro?
El modelo de mujer del personaje de Paula Cancio, es el de una mujer libre. Ella lo conoció cuando era su profesor, lo amó y admiró secretamente desde el primer momento, debido a que él estaba casado y con hijos dentro de una familia muy convencional. Ella no lo amaba por lo que le podía proveer (sexo, hijos, familia), sino por lo que él era. En cambio, él le exige una prueba (doble o nada), induciéndola a dejar de ser ella misma: una mujer libre, talentosa, hábil, con todas las capacidades para ocupar su puesto y distinguirse en él. Cuando en una pareja el dilema es “o yo o el otro”, ¿podríamos pensar que hay “pareja”? Parecería que la aspiración de poder en la mujer es vivida por el hombre como traición hacia el ser amado. Si una mujer osa decir: “un hijo lo puedo tener con cualquiera, un libro lo puedo escribir yo misma…”, no parece posicionarse frente al hombre como un ser que sólo tiene una demanda de amor y apoyo, y muy por el contrario, abre una herida narcisista en la mentalidad machista. Motivo por el cual, el personaje se muestra más comprendida por otra mujer, “una Juliette Binoche con 20 años menos”, quién la acepta como es.
Esta pieza teatral, además de poner en relieve las diferencias que aún siguen teniendo las mujeres respecto a los hombres para ocupar puestos de poder, se aborda sin tapujos la cuestión de la diferencia generacional en las parejas. Diferencia que es socialmente aprobada cuando es el hombre que elige una mujer más joven y que genera rechazo social si la elección es a la inversa. ¡Otra gran diferencia! Si la mujer es mucho mayor que el hombre, es tachada de Yocasta, en cambio, si el hombre es el que elige una mujer más joven, lo rejuvenece otorgándole encanto.
Y para re-matar, hay una escena muy fuerte que nos interpela: si un hombre hace trampas y traiciona al ser amado para “hacerle pisar el palito”, resulta un sujeto astuto, en cambio, si la mujer le redobla la apuesta y responde con otra traición a su traición, se transforma en “una puta”.
“Doble o nada” trabaja sobre la lógica de las parejas actuales: o todo o nada. Al haber perdido el tipo de dominio que antaño tenía el hombre sobre la mujer, ya sea por su poder económico y laboral, en nuestros días, el hombre parece hacer jugar otra carta: la histerización masculina. En la obra, la seducción masculina lleva a la mujer a expresar su deseo de ser amada, y al hacerlo, quedar en posición vulnerable. ¿Por qué la premisa masculina es: “si me deseas y me amas, deja todo por mí, y sino, quedate con el poder, pero te dejo sola? ¿Qué deben hacer las mujeres para no quedar atrapadas en esa disyuntiva: “o el amor o el poder”, o todo o nada?
En los tiempos que corren, la mujer deberá soportar estoicamente esta soledad impuesta en busca de afirmar una valoración posible frente a sí misma y al mundo, hasta que los hombres logren comprender que la igualdad de derechos y oportunidades, no significa una amenaza al vínculo amoroso.