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Lo que duran las palabras – Por Claude Revart

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Por un momento tus palabras perdieron sentido y se hicieron el sonido del agua que golpea las rocas en los márgenes del río.

Creo que se habían escapado mucho antes, mientras yo estaba huyendo a la certeza de mi silencio: reptaba dentro de la razón ¡y no quería perderte!

Buscándote estiraba la mano como una serpiente que escarba con los dedos que le salen como lenguas de la boca

No te preocupes demasiado.  Las palabras quedan pegadas en la pared, una hora, un día, un siglo…

lo que dura la vida de un gato que no pasa hambre y está bien alimentado, y es blanco y negro, un gato femenino, en lo posible.

(Escritura doméstica)

Entra Franz en escena y cambia la dirección de mis pasos.

Escucho la mano de ella agitarse sobria y desesperada dentro de los márgenes del papel.

Ella toma otra hoja, escucho su mano correr desbarrancada.   

Camino: Mis pasos son un bucle, un toc y un silencio;

y si camino ligero, entre el toc y el toc que le sigue, hay un pequeño silencio.

Algo raro pasó  en la escena:

¡y es que el gato ya no mueve la cola!

              ¡C’est fini!

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