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María Solá: su musa inspiradora – Por Maximiliano Curcio

Foto de tapa de nota: Melanie Cascabelo

María (Luz) Solá Oteyza nace en Buenos Aires en 1996. Años después se traslada a España. Hija de actores, pasa la mayor parte de su infancia entre platós y camerinos. Se envuelve de ese mundo mágico que la rodea y crea sus propias historias desde pequeña. A los doce años debuta en televisión con un pequeño papel en la serie UCO y a los dieciséis decide que quiere estudiar cine para poder escribir guiones. Amante de los libros y las películas empieza a explorar sus cualidades redactando para diferentes medios de comunicación: Le Cool Madrid & Barcelona, METAL Magazine y La Crítica NYC a la edad de dieciocho años. Cansada de escribir sobre los demás decide escribir un poco sobre sí misma. Su poema Tengo hace pensar que no está muy lejos de iniciarse en la poesía cantada, pero, por ahora, sus versos vuelan acompañados de las ilustraciones de Laura Barrientos Lowey.

 

“LA ESCRITURA COMO UN ACTO CREATIVO INCONSCIENTE”

Por Maximiliano Curcio

Publicado por la editorial Círculo Rojo, la escritora María Solá presenta, en su primer libro, una colección de poemas titulado “Esto será nada, como todo”. Recorrer los mundos que transita María a través de sus versos resulta un viaje fascinante y emocionante. Cómo sólo los grandes escritores saben hacer, la autora nos invita a ser parte de su experiencia en la escritura, entendido como un acto de deseo creativo innato. Los invito a leer una charla sumamente interesante.

¿Qué representa para vos la escritura?

Si tuviera que definir lo que siento al escribir necesitaría escribirlo para entenderlo, primero. Después quizá consiga validar algún tipo de argumentación sobre lo que significa haber encontrado un canal de expresión, descarga, etcétera. Pero hoy me he levantado especialmente retorcida y entusiasta: me han dado buenas noticias respecto a un asunto personal, he comprado un abrigo de pelo sintético y un libro de bolsillo, me he bebido dos cafés y ahora tecleo con la casa sumida en un absoluto silencio.

Así que no voy a definirlo, no. Supongo que para cada uno significará una cosa totalmente diferente. Lo que sí voy a defender, y con esto no me corto un pelo, es el sentimiento universal del amor: el amor por los hijos, por las parejas, por la creación, por las plantas, por la lectura, la actuación o la medicina. Dentro del amor de cada individuo hay siempre una parte de deseo: el deseo de gustar, el deseo de obtener, de lograr, de destacar. El deseo por el alcohol, los cuerpos, la fama, los minutos acompañados o a solas. De obtener más, porque es difícil desear algo que ya tenemos: a no ser que nuestro deseo sea, efectivamente, conservarlo. Y también está la parte de la pasión, que quizá vendría a ser la gemela benigna de la obsesión. La pasión por la perfección, por la trascendencia, por todo lo que uno admira, por lo que nos atrae una y otra vez sin descanso. La pasión por fabricarnos un significado en este mundo. Amor, deseo y pasión son temas presentes en el verso y la prosa desde que estas se inventaron. Entones, yo creo que la escritura representa el amor por la vida, el deseo de conservación y la pasión por la creación.

¿Cómo es tu proceso de composición?

Todos tenemos manías. Suelo escribir entre las doce y las tres de la mañana, cuando todo está quieto y me permito darle voz y voto a la cabeza. No es fácil llegar al punto de concentración ya que, a menudo, cuando me predispongo a escribir -cuando me fuerzo a escribir y no lo hago “repentinamente”, aquello que muchos llaman “inspiración”- la mente me sabotea suponiendo que escribiré algo que no me disgustará, pero tampoco valdrá la pena enseñar. Siempre procuro tener tres o cuatro velas grandes en mi cuarto. La luz de vela me da tranquilidad e intimidad, escribo con luz de vela.

Procuro escribir un poema/relato corto cada noche, aunque no tenga ganas, para no perder la práctica. Al terminarlo o al “darlo por terminado”, lo leo una vez en silencio y cambio las cosas que me parece no se ajustan. Después lo leo de nuevo, esta vez en voz alta, y cambio también las palabras que difieren del ritmo o la fonética. Después cierro la libreta y me voy a la cama. Lo dejo reposar, reposo yo también. Y a la mañana siguiente en cuanto me levanto, lo leo seguido. Hay veces que por la noche escribo cosas que me encantan y al despertar siento que son horribles. Esto es porque la cabeza piensa de forma divergente por la noche.

Hay mucho texto repentino, “inspirado por”. Son determinados momentos en los que dejo la cabeza en blanco, o me quedo trabada en algún lugar de la memoria del que ni siquiera soy consciente. De pronto se me revela una palabra, o una frase, que viene así: de la nada, de ese pensamiento en blanco como si fuese una visión. Y en torno a esto construyo el escrito. Es complicado porque generalmente estos momentos se suelen dar en lugares como la ducha, el coche o durante alguna caminata. Me ha pasado varias veces de tener que salir de la ducha para escribir la referencia en el móvil y luego entrar de nuevo. Hay que apuntarlo y escribirlo todo, porque luego se va, luego se olvida, y todo sirve. Todo, todo, todo, sirve siempre para algo; aunque no sirva para nada.

 

María cierra nuestra entrevista con unas líneas en cuya contradicción se vislumbra la magia del acto creativo: en constante transformación y en la búsqueda de un sentido siempre sujeto a múltiples interpretaciones. ¿Pueden un par de líneas de tinta dar sentido a nuestra existencia? Como lectores, nos sentimos seducidos a adentrarnos en su obra. La decepción y la desesperanza se apoderan de la íntimamente nostálgica y existencialista “Cuando escribir no basta”. Apreciemos la poesía de María Luz Solá:

Cuando imaginar no basta,

Cuando llorar no basta,

Cuando reír no basta.

Cuando no basta con olvidar.

y el recordar no alimenta,

y la mañana no levanta,

Cuando la noche no arropa,

y el alimento no llena.

Cuando las manos se alejan

y las miradas se engañan

y cuando amar no conecta

y las experiencia no abarca

Cuando la soledad no basta

Cuando la sociedad no basta

Cuando la suciedad no cubre

y el niño duerme

y la lluvia descubre

al adulto que en él descansa.

Cuando escribir no basta

y el papel no cura

y la palabra es muda

porque la tinta no habla.

Cuando conmigo no basta,

cuando una línea basta

para acabar contigo,

Pero todos escuchan

miran

gritan

(Y…)

No basta.

Cuando la nada

La injusta,

La misma,

La nunca.

Cuando la sangre

Astuta,

Víctima,

Puta.

Cuando escribir se hace a oscuras.

Cuando nos damos la espalda,

Y el viento clama la ausencia a voces.

Y la tierra se abre,

arrasa el fuego los campos

Y las lágrimas superan

el mismo nivel del agua…

Y aún así

Todo corre,

Nada ocurre.

Todo,

Nada

Miran,

Gritan,

Sangran…

No ,

No Basta.

Escribir desde el Inconsciente, como un acto imprescindible para postergar el olvido, refleja la compulsión de María por registrarlo todo. El sello inequívoco de una autora ingeniosa, prolífica y en comunión constante con el ejercicio de su arte a través de la escritura. Igualmente apasionante se adivina adentrarse en su universo creativo. Apreciemos la belleza desgarradora del segundo poema que María nos comparte, llamado “Armada hasta los dientes”. Brutalmente honesta, esta poesía se nos revela como una súplica para enfrentar la vida en tiempos de cólera:

Necesito que respondas “No”.

Que digas “No”

a que te desarmen la vida.

Necesito que te armes

hasta los dientes,

que encuentres momentos

de soledad

y los recojas como sorpresas.

Necesito que ordenes los sentimientos,

y los coloques por niveles.

Porque eres sol,

eres luz, eres rayo

y trueno.

Un corazón sin heridas,

una mente sin veneno.

Eres sombra, eres raíz,

vida que crece a pie de río.

Y en la sangría de la

página

tú escribes el destino.

Eres silencio puro cuando

a voces gritas,

sangre milenaria en cuerpo

inmaduro.

Eres curvas,

pasión trotada,

eres pelo rubio

y manos frías.

Cuando danzas desnuda

por la habitación

cuando te manchas entera

en la cocina.

Necesito que me des un

“Sí”.

Quiero que te armes hasta

los dientes,

de cosas por amar,

de libros, de autores;

quiero que nadie te deje

cicatriz.

Quiero que seas un foco

rojo,

que te curen las lágrimas

y el mar,

quiero que ardas,

que los hagas arrodillarse,

que nadie,

absolutamente nadie

te pueda hacer dudar.

Eres el cambio constante

pero sin abandono del ser.

Recogiendo pruebas de

afecto,

jamás esperó final feliz.

Hace tiempo que dejaste

de creer

en la armadura de los hombres

valientes,

y por eso yo me quedo a verte

crecer…

¡Quiero que te armes hasta

los dientes!

Inquieta como todo artista a la vanguardia de las nuevas formas de la comunicación, la escritora también explora los terrenos audiovisuales del video poema en su canal personal en YouTube. Es indudable, María Solá Oteyza llegó para conmovernos con su poesía. Indagar en sus textos es también una invitación a pensar acerca de la quimérica búsqueda de la esencia de la creación artística. Como espectadores, completaremos el acto interpretativo bajo nuestra mirada más personal. Es en vano es intentar explicarlo con palabras.

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