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FEMINISMOS, PORNO Y SEX POL – Por Dra. Raquel Tesone

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Traducción Graffitis: «Devenir simple, es complicado»

FEMINISMOS, PORNO Y SEX POL

Por Dra. Raquel Tesone

Críticas reflexivas y edición: Ana Bogado

Arte callejero de París: Miss tic

Hablar de feminismos en plural permite delimitar las diferencias de las luchas de cada uno de los movimientos a las que doy mi total apoyo, ya que todos apuntan a promover los derechos de las mujeres y a denunciar el maltrato psicológico, psíquico y físico que, en su conjunto, trae como consecuencia un femicidio cada 26 horas solamente en Argentina en lo que va del año 2019.

En esta lucha están los acuerdos comunes y fundamentales con los que coincido en su defensa. Lucha que está consiguiendo logros como ningún otro movimiento en el mundo.

Cada vez somos más las mujeres que nos estamos uniendo en la lucha por nuestros derechos.

Mi posición es igualitaria frente a la defensa de los derechos de los hombres, aunque haya menos casos de violencia contra estos a manos de las mujeres (en comparación con el caso contrario).

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Traducción Graffitis: «La ética es la estética de adentro»

Por supuesto, los hombres no están exentos del maltrato, el abuso y la violación (tanto en la niñez como en la adultez), pero convengamos que distinguir la lucha feminista del resto es absolutamente necesario, porque las mujeres tienen desventajas sociales, económicas y políticas respecto a los hombres desde que la sociedad existe. Por eso mi apoyo es incondicional -al igual que el de la línea editorial de mi revista: “El Inconsciente”-, pese a que me demarco en muchos aspectos como, por ejemplo, la “marketización” de algunos movimientos feministas. Punto de inflexión que sostengo con el fin de prevenir que los medios sigan banalizando los ejes más importantes de esta lucha.

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Traducción Graffitis: «Un saludo al hombre»

Es probable que luego de esta nota, me ocurra lo mismo que a Madonna y me tilden de “mala feminista”, tal como lo manifestó ella misma durante su discurso luego de recibir el premio a la mujer del año en 2016. Cabe recordar que Madonna fue denostada por la mayor parte de los movimientos feministas cuando, a mi criterio, es el emblema más representativo de un movimiento feminista individual y contemporáneo.

¿Qué pasaría si tomamos el ejemplo de Madonna en cuanto a nuestra actitud frente a nuestros respectivos roles? ¿Necesitaríamos hablar de empoderamiento o simplemente de aceptación respecto al talento, el saber y el poder que ya tenemos? ¿Será por eso que Madonna es blanco de acusaciones tales como el exhibicionismo y la presentación de ella misma como un objeto sexual? ¿No podemos pensar que calificarla como “objeto sexual” responde a una visión machista y no a la vivencia y al arte que hacen a la impronta de Madonna? ¿Acaso es inconcebible que una mujer desee sentir su sensualidad sin ubicarse como un mero objeto de deseo del otro? Si la analizamos como ícono artístico, ésta peculiar mujer es un ejemplo ejemplar de la singularización de lo femenino y de quien, pese a las críticas, lidera la defensa de las mujeres. Madonna nos muestra lo que produce un sujeto deseante cuando se sale del lugar del objeto de deseo y pasa a ser sujeto de su deseo, sujeto deseante y deseable.  Es en ese sentido, hablo en plural de los feminismos tanto como de lo femenino, porque la feminidad es lo más singular de cada mujer.

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Traducción Graffitis: «Más fuerte que la pasión, la ilusión»

La pretensión de los  movimientos feministas de homogeneizar la idea de lo femenino es, a mi gusto, una misión imposible porque lo que caracteriza la esencia de la feminidad es la dificultad de aprehenderla.  Es así como vemos que cada movimiento feminista levanta distintas banderas; algunos son una especie de machismo a la inversa que engendra una suerte de guerra entre hombres y mujeres, donde el hombre es el enemigo natural -como lo señala Rita Segato-, lo que recrudece al machismo virulento, reaccionario y revanchista debido a la errónea idea de que el machismo hace solamente a la mentalidad de los hombres cuando hace a la mentalidad de muchas mujeres también; otros defienden la prostitución como la libre elección de la mujer de hacer uso de su cuerpo (con la intención de reglamentar que no haya ab-usos); otros son abolicionistas porque consideran que la prostitución fomenta la trata de mujeres. Otros pensamos que la prostitución es un tópico que habla por sí mismo del machismo imperante debido al hecho de que la gran mayoría de las mujeres que se inician en esta profesión, fueron, en un primer momento, secuestradas, drogadas y/o sometidas para tal fin (la mayoría de las veces por hombres); esto lo puedo afirmar gracias a haber tenido la oportunidad de atender y analizar mujeres que ejercieron la prostitución, quienes hablaron no sólo de sus experiencias sino también de la de sus compañeras, quienes, a pesar de haber afirmado que eligieron este trabajo como a cualquier otro, no zafaron de la explotación de un cafishio y muchas de ellas, soñaron terminar sus vidas como el personaje de Julia Roberts en la película  “Mujer Bonita”. Puede haber miles de posibilidades más, tantas como prostitutas existen. Sin embargo, en el mundo de la prostitución, la demanda excede la oferta y este indicador, conjuntamente con el goce perverso y la sed de poder de muchos hombres, es uno de los factores por los que hay secuestros. No olvidemos que el turismo más importante de Alemania son las putas de los fines de semana y que la “mercancía” más cotizada en este negocio oscuro y colosal, son las niñas vírgenes.

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Traducción Graffitis: «La censura es la fórmula perdida de la crítica»

Por otro lado, no pensemos que las mujeres somos las únicas sometidas por una sociedad enferma y consumista en este tópico, cabe recordar que muchos de los que componen el colectivo de consumidores sexuales son, en realidad, hombres con una seria falta de seguridad en sí mismos y baja autoestima a los que el dinero les confiere el poder que sienten que su pene no posee. Por otra parte, están los verdaderos monstruos engendrados por el Dr. Frankenstein que es esta sociedad machista: los hombres perversos, aquellos que gozan del sufrimiento ajeno, especialmente del de mujeres y niñas.

Los mismos debates y disidencias encontramos respecto a la temática de la pornografía; algunos piensan que se hace uso de la libertad de expresión erótica y otros pensamos que la industria pornográfica (en la gran mayoría de sus videos) responde a intereses capitalistas, que inventan y moldean los deseos bajo un formato machista de dominación de la mujer. Por supuesto, existe la otra cara de la moneda: la revancha del deseo de sometimiento de la mujer hacia el hombre.

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Traducción Graffitis: «El tiempo es una serie que engaña»

Aunque el público que consume porno sean hombres en su mayoría, cada vez son más las mujeres que lo ven, y ambos están embebidos de la cultura machista que el porno fomenta y sostiene; por eso es notable que el goce, en la mayor parte de los films, es exclusividad de los hombres y las mujeres son utilizadas como una “mercancía”, puro objeto de placer.

Es entonces, muy difícil que los movimientos feministas se pongan de acuerdo en cada uno de estos temas, excepto en la despenalización del aborto donde hay unanimidad, afortunadamente.

Cada mujer es un universo y todas pensamos diferente. Ahí radica nuestro sello, pluralidad y diversidad.

Si logramos respetar estos debates enriqueciendo todos los puntos de vista y jugando con nuestras diferencias, no dudo que la humanidad entera podría avanzar, aún más, en su proceso de transformación.

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Traducción Graffitis: «Yo estoy en la luna, no me la bajes»

Uno de los debates más interesantes, a mi parecer, dentro de los movimientos feministas, es el ecofeminismo, que denuncia la destrucción social y medioambiental que promueve el capitalismo.

Como podemos observar, los feminismos no pueden tener  una definición unánime de lo femenino porque lo femenino es plural y singular, aunque tengamos puntos en común entre todas las mujeres.

Lo femenino es una construcción subjetiva compleja atravesada por nuestra historia personal: las marcas de nuestra infancia, los mensajes recibidos acerca de los roles femeninos y masculinos de cada familia y de cada sociedad y el momento histórico, político y social que nos tocó vivir. La subjetividad femenina se construye como un devenir absolutamente personal en cada una de las mujeres y el intento de homogeneizar o generalizar para lograr llegar a acuerdos, involucra un riesgo de institucionalización (que no es lo mismo que legitimización).

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Traducción Graffitis: «La poesía es el deporte al extremo»

Desde el momento en que la política neoliberal buscó por todos los medios (sobre todo, todos los medios masivos de comunicación) coaptarnos para hacernos parte de un sistema, el resultado será quitarnos la autonomía. Vale señalar que la palabra “neo-liberal” en sí misma pretende construir una realidad que no existe.

Al decir de Foucault, todos formamos parte de las redes de poder y siempre será para el usufructo del propio sistema productor de poder en el que estamos insertos. Es entonces que podemos pensar que se fabrica, actualmente, una pornografía feminista que emerge como contracultura machista, formando parte de una industria manejada por el poder.

Al transformarse un movimiento en un movimiento hegemónico, se debe homogenizar una ideología para instituirse y lo instituido será absorbido de manera inevitable por el establishment.  

Retomando el tópico de la industria pornográfica, me gustaría hacer mención del mal llamado porno para mujeres (porno romántico), que posiciona al hombre que se excita con él en el lugar de un “maricón”.

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Traducción Graffitis: «Lo agudo del placer es excelente para la salud»

Ahí tenemos otro problema que padece la constitución de la masculinidad, la mayoría de los hombres no tienen permitido ser sensibles, ayudar a su mujer en las tareas domésticas o contener emocionalmente a sus hijos, entre muchas otras cosas que aún se consideran pertenecientes al universo femenino. Por otra parte, quienes logran no sentirse degradados por estas etiquetas y aceptan su lado sensible, lo hacen a costo de analizarse, superando los mandatos impuestos por sus padres y la sociedad. Los hombres, en todos los ámbitos que comparten, también son formadores primordiales de su identidad masculina. Por esto les aseguro que el sufrimiento de los hombres que vienen a mi consulta es, muchas veces, tan trágico como el de muchas mujeres, ya lo remarca en su lúcida e inteligente frase quien fue señalado y juzgado por la sociedad por ser homosexual, el eximio escritor Oscar Wilde: “Todo en el mundo se trata de sexo excepto el sexo. El sexo se trata de poder”. El poder se instala en los cuerpos y el circuito de dominación formatea el deseo masculino y femenino a nivel inconsciente, haciéndonos esclavos del poder: el hombre intenta dominar a la mujer, la mujer se resiste y/o trata de invertir la situación y el Estado, la sociedad y los medios tienen el control sobre ambos. Esto sólo demuestra una cosa: “divide y reinarás”.

La unión entre hombres y mujeres por la lucha feminista es un paso necesario para el avance contra los valores establecidos. Sin embargo, esta lucha debe hacerse desde una posición de tolerancia y respeto hacia los distintos puntos de vista. Pretender homogeneizar la subjetividad femenina intentando generalizarla, es una intención con la que no concuerdo. Desde mi lugar de mujer y psicoanalista, la pluralidad de los diferentes feminismos en juego y lo femenino no son sólo un producto del imaginario cultural, sino la invención personal de cada mujer.

Freud murió sin lograr responderse qué quiere la mujer. Pienso que un gran investigador como él, que escribió numerosos artículos sobre la feminidad, invitó a su círculo freudiano de mujeres a escribir sobre el tema e iluminó sus teorías sobre las etapas de la sexualidad con el tratamiento de las histéricas (los histéricos en tiempos victorianos supongo que no se animarian a consultar como las mujeres ), no pudo encontrar respuestas porque se formuló una pregunta imposible de responder por que partía de la generalización el deseo de la mujer que siempre generó este interrogante en los hombres. Por supuesto, Freud no fue el único que cayó en la trampa de la generalización. La mujer es un interrogante y allí reside el misterio que la habita. Este enigma solo halla  respuesta en cada una de nosotras y varía según la mujer, porque cada una desea algo distinto para su auto-constitución.

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Traducción Graffitis: «El llamado del deseo como recordatorio del placer»

Cuando Lacan dice que “LA» mujer no existe, nos advierte que podemos hablar sólo de “una mujer” desde su rasgo unario y único. Cada mujer que asiste a mi consulta trae sus particulares preguntas acerca de su subjetividad femenina. Luego de muchos años de experiencia de analizar tanto a hombres como a mujeres, me permito afirmar que el enigma que encierra la mujer radica en su capacidad de interrogarse tanto a sí misma como a los demás.

Como ya nos enseñó Simone de Beauvoir, no se nace mujer sino que se hace, y ese devenir se produce no sólo como construcción social y cultural, sino como un autocuestionamiento inexorable. Más aún en el momento histórico que estamos viviendo.

Cada mujer se interpela sobre lo que concibe como lo femenino intentando ir al encuentro de sus propias respuestas.

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Traducción Graffitis: «El porno es el blooper del deseo»

Es en este punto donde quisiera que volvamos a ingresar al mundo del porno, para poder ir más allá de los nuevos movimientos de porno feministas, donde las posiciones sexuales se modifican con el objetivo de no degradar a la mujer. Si bien esto es un avance, el porno sigue moldeando nuestra psique y llega a tal punto que cada vez más escucho en las consultas que se ha creado una firme creencia o, mejor dicho, convicción de que existe el “buen sexo” y el “mal sexo”, calificación que depende de los estándares la industria porno. En consecuencia, muchos “compran” la ilusión de que el “buen sexo” es estar veinte minutos entrando y saliendo de la vagina de una mujer para luego eyacular en cualquier parte de su cuerpo.

Lo porno posiciona a la mujer al servicio del placer del hombre, mientras los hombres (y las mujeres) no saben siquiera dónde está el clítoris en muchos casos (por supuesto, menos que se trata de una zona erógena con ocho mil terminaciones nerviosas que procura la excitación sexual) y, aunque lo sepan, no existe un manual que diga que a cada mujer le funciona el goce por vías diferentes, ni de los múltiples orgasmos y las diversas formas de llegar a él o de los motivos profundos que hay detrás de la imposibilidad de tener uno.

Es así como el sujeto deseante, en busca de la satisfacción de un deseo, queda nuevamente apresado por la industria pornográfica, que posiciona a la mujer en el lugar de un mero objeto sexual, lo que facilita la satisfacción a través  de la masturbación y la fantasía y, muchas veces, no a través del contacto y com-penetración con el otro.

 La escena virtual, finalmente, provoca a la hora de estar con el otro, que el otro como tal «desaparezca» de la escena sexual y se cosifique.

Esta temática está muy bien desarrollada por una de las mujeres que merece, al igual que Madonna, poder pensarla como un movimiento feminista en sí mismo: Virginie Despentes, quien, en su libro “La teoría de King Kong”, se singulariza hablando desde lo autobiográfico. Despentes es quien más puede dar cuenta de lo que sucede cuando una mujer es violada y cómo la prostitución puede ser una suerte de “toma de poder” donde se “acepta” la demanda y el deseo sexual del otro. Hay un con-sentimiento sin sentimiento y un pago que hace ingresar la sexualidad en los manejos del poder del capitalismo.

Por supuesto, las mujeres que están “felizmente casadas” por intereses económicos, practican una especie de prostitución socialmente aceptada.

En “La teoría de King Kong”, Despentes explica sus ambigüedades y contradicciones que son justamente donde me interesa detenerme: ¿Es algo elegido desde el propio deseo hacer pornografía? Es una pregunta que me lleva al riesgo de generalizar y es en lo que los psicólogos tratamos de no caer. Probablemente haya personas que lo deseen, pero si nuestros deseos están digitados por los discursos de poder que apresan nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, ¿cómo podemos hablar de libertad de elección? Me interpela saber si la pornografía donde los formatos de dominación son marcados corresponden al sostén de una lucha de sexos, fomentando la retracción libidinal o bien los orgasmos virtuales, en un contexto donde el otro sólo existe como objeto de nuestra fantasía pero jamás aparece como otro que siente, piensa y se presentifica como un otro diferente.

La politización de la sexualidad implicaría el control de nuestros cuerpos y de sus deseos.  El deseo parecería diluirse por las redes de internet, no porque internet sea culpable, sino porque la utilización de las redes apunta a que el deseo se consuma antes de consumarse.

Para una política que sostiene amos y esclavos, ¿no es necesario crear sometidos y sometedores sexuales?

Se habla mucho de la decadencia de la monogamia. Sin embargo, los poliamorosos se quejan de que hay menos sexo que en la monogamia. Los deseos parecen evaporarse en cuerpos anónimos. Si no se coge, se es funcional al capitalismo.

Como lo descubrió Freud, el deseo es inconsciente y cuando se hace consciente da lugar a una liberación a todo nivel.

El deseo, como el amor, hoy es revolucionario.

Retomando el tópico del goce femenino, este es lo menos funcional al capitalismo, no entra en la serie ya que es complejo y diferente para cada mujer (totalmente diferente a la sexualidad masculina).

Hay mujeres que necesitan más tiempo o diferentes tipos de estimulación para llegar al orgasmo (clitoridiana, vaginal, anal, tántrica, entre otras), pero las escenas porno tienen todo el acento puesto en el tamaño del pene y en el momento de la penetración y no en los preliminares y el contacto emocional y psico-sexual que suelen conformar el goce femenino fundamental. ¡Más falocéntrico, imposible!

Esta es la visión falocéntrica de la que muchas veces se culpa injustamente a Freud quien más defendió a las mujeres.  En realidad, el capitalismo y la competencia que promueve, estimula la creación de seres humanos productores y consumidores. Esto da lugar a cercenar los movimientos libidinales a la etapa fálica.

Pienso que hay una “centralización fálica” en lo social y que es más que un patriarcado.

En nuestra sociedad occidental, desde que la mujer vota, trabaja, estudia, se hace cargo de los hijos económicamente y, en ocasiones, adopta la función paterna, hablar del patriarcado me resulta restringido. Esta guerra de desigualdades está atravesada por cuestiones políticas que involucran los cuerpos, desviando la líbido para matar el deseo.

Quizás sí podamos pensar que en el imaginario cultural se intenta sostener a un patriarca que ya no tiene representación simbólica. Sin embargo, esto hablaría más de una sociedad falocéntrica que de un patriarcado.

Deseo rescatar la palabra de quien fue acallado, perseguido, encarcelado y muerto en prisión, Wilhelm Reich (1897-1957), quien da cuenta de la neurosis de masas, para avalar mi hipótesis de un capitalismo que nos deja fijados en la etapa fálica.

Reich fue fundador de la Sexpol (Política Económico-Sexual) y creador de un dispositivo, bajo la influencia de las ideas marxistas, donde integra la salud, la vivienda, la seguridad social y la educación, es decir, la calidad de vida de la población. No es casual que ésta corriente surja en los comienzos del nazismo y el fascismo de Mussolini. Era indispensable este anudamiento en el corpus del psicoanálisis, donde el atravesamiento de la política y la sexualidad sean teorizados, ya que sustenta el posicionamiento ético de los psicoanalistas frente a la sociedad y a la cultura a la que pertenecemos.

El psicoanálisis, en este sentido, siempre ha sido revolucionario y más aún en nuestro momento histórico-social, donde se lo está excluyendo de la currícula de las universidades europeas para ser reemplazado por la corriente hegemónica cognitivista conductual que es funcional al imaginario político y cultural imperante, es decir, que quiere exterminar al psicoanálisis por el peligro que representa.

Lo mismo ocurrió con Reich cuando comenzó a darle forma a este atravesamiento político dentro de las instituciones psicoanalíticas, influenciado por sus ideas marxistas, el resultado fue la expulsión. Cabe cuestionar a las instituciones psicoanalíticas, ya que en lugar de estar al servicio de sustentar el aspecto revolucionario del psicoanálisis, se pliegan al establishment; esto daría para otro escrito donde nos preguntemos: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad que éstas instituciones hagan quiebre por sobre lo instituido aunque se sostengan en una teoría y una práctica que subvierte lo políticamente correcto?

El Dr. Achilli nos relata en su curso “El círculo de Freud” realizado en APdeBA, y en su escrito sobre Reich que a partir del libro “Psicología de masas del fascismo” (1933), Reich no sólo queda fuera de las instituciones psicoanalíticas sino además, expulsado del  marxismo: “…es así como nace algo diferente, su sexo-política, un grupo de trabajos “con el fin de generar un cambio social”. Según Reich, esto sería posible sólo luego de un cambio sexual social; educación sexual, despenalización del aborto, libre práctica de las diferentes identidades sexuales… En 1936 vuelca todas estas ideas en La revolución sexual. Induce a los jóvenes a salir a la calle y militar. Equipara la lucha sexual a la lucha de clases, y consideraba que ambas debían caminar al mismo tiempo” (Dr. Ezequiel Achilli, 2018). Reich habla de una “neurosis de masas” integrando el nivel intrapsíquico de las categorías nosológicas psicopatológicas y enriqueciendo su conceptualización en tanto abarca lo transubjetivo de las neurosis en su relación con las políticas de dominación de la sexualidad, planteamiento que comienza a esbozarse desde su primer libro “La función del orgasmo”.

La neurosis de masas da cuenta de lo que luego filósofos y sociólogos tales como Nietzsche, Deleuze, Guattari, Foucault, Castoriadis, Badiou, Bourdieu, entre muchos otros, nos ponen sobre la pista de lo que implica el poder como una red que nos envuelve a todos y nos hacen formar parte de las masas manipuladas por un discurso perverso (caso Bolsonaro en Brasil), donde el horror tiene puesta en palabras, aquí no hay engaño, sino producción de una verdad que fomenta el odio hacia el diferente. Por supuesto, aquí lo que no se advierte en la masificación, es que todos somos diferentes y finalmente, que todos podemos terminar siendo un producto de ese discurso que crea el deseo de exterminar al otro, pero también el deseo de no desear. Al decir de Piera Aulagnier, el deseo de ser esclavo del discurso de otro donde sólo tengamos que repetir ese discurso como autómatas sin siquiera darnos cuenta de la alienación social en la que estamos inmersos. Ese deseo es un producto cultural que los dispositivos tecnológicos y las redes sociales supieron atrapar bajo su dominio y que debemos estar atentos para poder hacer un buen uso de éstos. Desear ser deseado por los “amigos de Facebook” por ejemplo. Este efecto psíquico del imaginario cultural neoliberal está muy bien trabajado en la serie “Black mirror” donde se relatan situaciones y comportamientos que “aparentan” libertad cuando en realidad, responde al goce del amo, productor del sometimiento social, la vigilancia y el control ejercido sobre las personas.

Dentro de esta neurosis de masas, como lo remarca Reich, van de la mano las luchas de clases y las luchas que emergen de los distintos movimientos de la diversidad sexual.

No hay un feminismo, uno considera la abolición de la prostitución, otro  se contrapone diciendo que las prostitutas tienen derecho a hacer lo que quieren con su cuerpo, otro que está contra las mujeres que salen a manifestar en tetas y otro que responde por qué no poder salir con su cuerpo como desean.

Tampoco hoy se concibe el amor sólo como contrato monogámico y aparece el poliamor como la “solución” y la panacea para evitar los conflictos de la monogamia. Pero me pregunto si se está promoviendo un nuevo producto del “amor neoliberal”. En el consumo de la inmediatez del deseo, es donde el deseo se vacía. La dispersión de la tan diversificada oferta termina exterminando la demanda y el deseo mismo. Y tampoco el ser humano logra impedir las problemáticas que se desatan y que son inherentes a los vínculos amorosos, como la pérdida del amor, los celos, las angustias, los juegos de poder  de los que no zafan ni con plan monogámico ni con plan poliamoroso. El capitalismo impone el lema que “siempre puede haber algo mejor” y que alguien tiene que tener el falo y alguien debe estar castrado. Y si son los hombres que se sienten castrados frente a las mujeres que ya no se exponen como su objeto de pertenencia, el único poder que queda es el maltrato, la violencia y el asesinato de la mujer en su punto extremo. El destrato es otras de las formas encubiertas del alarde de poder, “me clavó el visto y desapareció y la habíamos pasado de maravillas”, eso se suele escuchar en las mujeres más que en los hombres. Este fenómeno  ya tiene nombre internacional: ghosting. El otro convertido en un fantasma, como si nunca existió, es otra modalidad que estimula el capitalismo y los hombres la usan para mostrar a las mujeres que al menos tienen el poder de abandonarlas desapareciendo cual fantasmas.

Si la neurosis de masas está transitando la etapa fálica, pienso que la humanidad podría evolucionar hacia la etapa genital. Como nos enseñó Freud, en esta etapa las diferencias de sexo no se significan como castrado o no castrado, quien la tiene y quien no, o quién la tiene más grande, el inferior versus el superior, sino que cada uno con su genitalidad y sus diferencias, no es ni más ni menos que el otro. Algunos tenemos vagina y otros pene, pero nadie es mejor o peor, sino distintos.

El riesgo de algunos de los slogans feministas se concentran en un discurso que trae reacciones en los hombres que se sienten tratados como adversarios de las mujeres, y se tornan reaccionarios. Podemos pensar que ya estaba en ellos la mentalidad machista, pero también que estos hombres no saben cómo ubicarse frente al poder que las mujeres tenemos y que lo vivencian como fálico. En el imaginario masculino el enigma de la mujer es representado en la falta de pene, la diferencia es sentida como angustia de castración, y si las mujeres podríamos mostrar que sin “empoderarnos” sino aceptando el poder de nuestros propios genitales, somos potentes tanto para poder evitar la guerra entre los sexos y que cada uno asuma su diferencia y su poder, no como un poder “por sobre el otro” sino como un poder para sí mismo y para generar lazos de igualdad de derechos.

Si desde la singularidad desde cada lugar de poder pudiéramos abrir los ojos y estar alertas de la utilización política para separarnos y sumirnos en una guerra de sexos, lograremos superar la etapa fálica e ir más allá de Edipo.  ¿Lograremos ingresar en la genitalidad donde se acepten las diferencias y las diversidades sexuales? Si llegamos a atravesar está falicización social, accederemos a ser más solidarios entre nosotros y habrá igualdad de derechos y obligaciones. Así podríamos impedir que las redes del poder nos devoren hasta el último resquicio de nuestros deseos y que la humanidad de un paso adelante y no hacia atrás.

Quiero terminar con las palabras que dedica a las mujeres un gran hombre y un escritor que nos hace homenaje:

Brindemos por las locas, por las inadaptadas, por las rebeldes, por las alborotadoras, por las que no encajan, por las que ven las cosas de una manera diferente. No les gustan las reglas y no respetan el status-quo. Las puedes citar, no estar de acuerdo con ellas, glorificarlas o vilipendiarlas. Pero lo que no puedes hacer es ignorarlas. Porque cambian las cosas. Empujan adelante la raza humana. Mientras algunos las vean como locas, nosotras vemos el genio. Porque las mujeres que se creen tan locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo hacen.»
Jack Kerouac



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