Soñé que estaba sola
en el mundo.
Veía mi cuerpo, me veía a mí,
sólo a mí, y la tristeza
fue muy grande.
Soñando cerré los ojos
diciéndome: “sola en el mundo,
sola en el mundo”,
y soñando imaginé cómo es
estar así:
imaginé andar por un camino,
sostenida por la tierra;
imaginé sentarme a descansar,
apoyada en una piedra,
a la sombra de un gran árbol.
Soñando sentí que las hojas
susurraban, y me vencía el sueño,
y el olor de las flores me envolvía,
y el césped y el polvo me sostenían.
Soñé despertar y ver el cielo tejido
entre las ramas, y la luz alumbrando
las alas de los pájaros.
Soñé ponerme a andar de nuevo
y encontrar el lago aquél, y beber
de su agua, y refrescar mi cara,
y verme reflejada en ese pedazo
de mundo, que también me miraba.