Fotos: Celeste Burgos
Javier Daulte eximio director de teatro de textos propios y otros autores, dramaturgo, guionista, psicólogo y profesor de teatro, dicta cursos y seminarios en Sudamérica y Europa, multipremiado y reconocido por sus obras, entre otras: Amadeus, ¿Estas ahi?, Novecento, Los vecinos de arriba, Valeria Radioactiva, Bésame mucho… Actualmente en Espacio Callejón está dirigiendo la obra de teatro Luz Testigo. En 2011 recibió el Premio Konex de Platino al mejor director de teatro de la década 2001-2010, y en 2004 el Konex – Diploma al Mérito en la disciplina «Teatro: Quinquenio 1999 – 2003». En 2012 recibió el ACE de Oro.
Contame sobre tu consulta.
Te cuento que mi primera consulta la hice por una cuestión vocacional estaba bastante avanzado en la carrera de Psicología, debía tener 24 años y ya desde la adolescencia estudiaba teatro. Mi familia no tenía nada que ver con el teatro, una familia tipo clase media de Olivos, con mucho aprecio por la cultura, mi papá y mi mamá era muy leídos y además, tengo una hermana que se llama Gabriela que tiene 5 años más y ella era como el modelo de todo lo que estaba bien hecho. Tenían mucho miedo de que yo sea un bruto (risas). Hasta que fui a ver una obra de teatro: “Despertar de primavera”, fue en mi adolescencia en el teatro Olimpia que dirigía al Alesso.
¿Y algo se despertó con esa obra?
Si. Y la vi muchas veces. Algo me pasó. A partir de esa obra, no paraba de ir a ver teatro, iba solo porque mi familia no me podía seguir el tren y no me acompañaban ni mis amigos, hasta que un amigo de la familia dijo que había que llevarme a un taller de teatro. Fui a un taller de San Telmo y en aquella época estaba en el secundario, y me iba a un teatro al mediodía hasta que vi un cartel que decía: “teatro para adolescentes”. Ahí empiezo a estudiar en el Payró.Tuve una gran transferencia con ese lugar y cuando hago mi consulta ya estaba muy metido ahí en el teatro porque ese lugar se transformó en un segundo hogar del cual también empecé a necesitar irme. Tuve que salir como de dos úteros, de mi familia y del Payró porque me tenía muy capturado. Esa terapia me ayudó muchísimo a desprenderme de ese lugar para hacer mi vida teatral por otros lados, pero eso fue mucho después ya que estuve veinte años en el Payró. Fue un proceso nada fácil porque son esos lugares que te nutren, te dan, pero también te asfixian. Necesitaba respirar otros aires y fue un momento muy importante de mi vida profesional. Y ya llevo 25 años de análisis entre idas y vueltas con el mismo analista que me recontra conoce y lo invito a ver mis obras, siempre ha estado cerca y fue testigo de todo esto que viví.
Creciste muchísimo en este proceso de análisis.
Siempre le voy a estar muy agradecido porque me ha dado toda la confianza en mí mismo. Me ayudaba a espantar todos los fantasmas y las inseguridades que tenemos todos los que en esta profesión que estamos tan expuestos donde se nos complica mucho más los rasgos inseguridad. John Travolta hablando de los actores decía que es una profesión que nos exige, por un lado, ser personas sumamente sensibles para poder comprender y sumergirse en los distintos universos de los personajes, y por otro, en este arte y al mismo tiempo, al estar tan expuestos, hay que estar muy fuerte para resistir los embates de esta exposición. Esa combinación entre la sensibilidad y fortaleza, es algo que no siempre está equilibrado (risas). Hay un gran trabajo que uno tiene que hacer sobre uno mismo aunque te vaya bien y la gente crea que sos Superman, porque sólo sos una persona como cualquier otra.
Una de las ideas que sostengo en este tipo de entrevistas que no es muy diferente a una primera entrevista psicológica, es justamente la desidealización, el poder acceder a saber que los artistas llegan a donde llegan, gracias a un intenso trabajo psíquico.
Somos sólo seres humanos y convivimos con este debate. Los otros nos ven como una persona que ha logrado muchas cosas y nos ven fuertes por eso, pero eso no es así; la fortaleza pasa por otras cuestiones. No hay tal omnipotencia, uno es igualmente vulnerable y sensible a todo.
Exactamente. Y hoy después de tantos años de análisis, ¿por qué me consultas?
Hoy consulto por algo que tiene que ver con el después de los 50. Tengo que tomar decisiones de mi vida y cada tanto me vuelvo a cuestionar mis decisiones. Así como en mi adolescencia decidí irme del teatro, y tiempo más tarde, también trabajé mucho en Europa y me dije por ahora eso es un capítulo terminado, así como en otro momento decidí comprarme Callejón, son momentos que marcan hitos en mi vida con fuertes decisiones, ahora me veo venir otro momento de decisión. Ahora mis decisiones involucran aspectos múltiples de la vida, como mudarme, salir del Centro dónde vivo, y además, estoy con una suerte de retorno a los viajes que los había parado porque me había hartado viajar tanto. Estuve yendo y viniendo durante 10 años, y viví casi lo mismo, allá que acá, iba y venía todo el tiempo y ahora quiero ampliar horizontes y encontrar un equilibrio. Todo lo que yo hice afuera me sirvió mucho, aprendí mucho y es algo que forma parte de mi vida. No es tan fácil decir ahora se terminó.
Necesitabas un descanso.
Exacto. También influye que mi hijo va a cumplir 25 años es un adulto, viaje mucho cuando era chico porque tenía la prioridad de fortalecer aspectos de mi trabajo, escribiendo y dirigiendo, cumpliendo sueños y objetivos. El hecho de conseguir ciertos logros en una tierra extraña donde nadie te conoce ‘aunque en ese momento, yo ya había hecho las obras más importantes’, fue necesario.
¡Ahí sí que saliste del útero!
(Risas) Sí, tuve una vuelta importante. Después de la dictadura y de las guerra de las Malvinas, yo sentí claramente que me expulsaron de mi país. Me enojé mucho y tuve que estar mucho tiempo fuera para recuperar un cariño y valorar el ser nacional. Ahora con todos los líos y con todo lo horroroso de la coyuntura que estamos viviendo, me encanta ser argentino; es un país maravilloso y el mejor lugar para hacer lo que hago. Tengo ahora 56 y soy agnóstico, no tengo educación religiosa y vengo de una familia de laicos, mi papá ni siquiera estaba ocupado, así que imagínate, soy muy racional no tengo creencias de ningún tipo ni siquiera me pega el New Age, y sin embargo, un astrólogo me dejó pensando cuando me dijo que cuando nacemos los planetas están alineados de una determinada forma, y esa alineación se vuelve alinear cada 29 años. Es como que hay un renacimiento y por ese motivo, hay cambios a los 29, y luego a los 58. Me estoy acercando a los 58 y a una cierta plenitud o tranquilidad.
Transmitís esa plenitud en tu ser.
Creo que es parte de la formación profesional, al ser director y al tener una cuestión pedagógica, sé que puedo darle confianza al otro para que pueda brillar. Trato de transmitir a los actores seguridad y calma porque he padecido mucho en mi formación la transmisión de todo lo opuesto. A mí todavía, la ansiedad y la inseguridad me come mucho la cabeza.
¿Qué te pone tan ansioso?
Siento que estoy perdiendo el tiempo y que soy un vago, que debería hacer más. Me digo: “podés parar un poco” en el sentido de parar la ansiedad, no parar de hacer, es que a mí la vida me parece aburrida. Salgo de vacaciones y no sé qué hacer bien con el tiempo libre, y es que lo que más me divierte es mi trabajo. Cuando consulté, no sabía si esto se iba a transformar en mi trabajo y en mi profesión, y qué iba a poder vivir de esto…
¿Pero no te lo imaginabas?
¡No, si mis maestros me tiraban abajo! Pensé que iba a ser psicólogo y que iba a hacer teatro en mis ratos libres, y hoy hago solo teatro. Me di el lujo de estudiar, siempre estudiar es tan lindo, aprender de un gran autor como Freud y enseñado por grandes profesores, fue maravilloso y poder estar en un país donde podés estudiar gratis. Ahora te digo que si alguien me dijera de atender, pienso que lo podría hacer.
Con 25 años de análisis, estás más que habilitado.
Y con el título y la matrícula que tengo, poder, puedo.
Pienso que el análisis nos habilita más que todos los títulos, aunque esa legitimidad social sea necesaria para avalar un saber, pero el saber de lo Inconsciente, es otro saber.
Es que un analista que no se haya analizado es un desastre. No creo que nadie pueda hacer psicoanálisis sino hace análisis, no me parece posible… por ahí otras terapias si, y por más que yo sea fan del psicoanálisis, pienso que cualquier espacio donde uno pueda pedir ayuda, es bueno. A mi las otras terapias me costarían mucho poder hacerlas porque satisfacen la demanda. Si uno sabe a lo que va, uno distingue que es una psicoterapia y no un análisis y no habría ningún problema, y es como ir a pedir un consejo a alguien que sabe, a veces uno puede pedir un consejo. A mí me encantó analizarme y me hizo mucho bien.
Se nota que te nutre el saber psicológico en tus obras.
No pienso en algún saber. Freud abrevó mucho más en lo que leía que en la clínica, cuando analiza a Schreber fue a través de su escrito. “La interpretación de los sueños” está más basado en la bibliografía que leyó y en sus sueños que en casos puntuales. Esa es la gran enseñanza de Freud, saber que el comportamiento humano se lo comprende y estudia en las personas y en las manifestaciones artísticas porque hacen ver al ser humano de forma transversal en la historia de la humanidad y en forma transversal en la geografía. Nosotros podemos entender algo de del alma rusa leyendo a Tolstoi, Dostoievski y a Chéjov. De hecho, el complejo de Edipo lo toma de Sófocles y de los “Hermanos Karamazov,” y él lo conceptualiza analizando esas dos obras. En ese sentido si hay algo que puedas notar en mi trabajo es lo leído y lo investigado. Fortner dice que un escritor se nutre de tres cosas: la investigado que sería lo leído, lo recordado y lo imaginado.
Borges decía que un buen escritor es un buen lector.
No sé si escribo cada vez mejor pero sé que leo cada vez mejor. Escribir es un proceso que se va madurando pero para escribir hay que tener ideas y eso es algo muy aleatorio, a veces una idea sale con más espontaneidad o no, y ahí uno dice: “se me prendió la lamparita”
¿En qué obras que has escrito surgió esa sensación?
En varias… y lo que es maravilloso es cuando son las 3 de la tarde y uno se pone a escribir, y de pronto son las 8 de la noche y te preguntas cómo pasaron 5 horas y yo no me di cuenta. Uno puede sumergirse en un espacio donde uno estuvo allí durante un montón de tiempo, y lo que aparece de esas horas de viaje es inédito, y me digo: “¿cómo lo hice?: no lo sé (risas). Por eso no sé bien qué hacer con el ocio ‘’que no es un problema sólo para mí sino para la mayoría de las personas’, por lo cual triunfa tanto el consumismo. Igual no me quejo, la pasó bien y puedo estar boludeando en mi casa y no pasa nada. Pero lo que m{as me divierte es hacer lo que me gusta.
Entonces, volviendo a tu motivo de consulta, estás atravesando por un momento bisagra en tu vida.
Tengo proyectos en España, en Estados Unidos y tendría que empezar a ver cómo hacer para germinar todo, empezar a asumir movimientos para que sea todo posible, porque nada sale mágicamente. Y parte de mi constitución subjetiva y algo que está en mis obras todo el tiempo, es que habito siempre en dos lugares, no puedo habitar en un solo lugar. En la obra “Valeria radioactiva”, hay dos realidades, una la ficción y otra la realidad. Nunca creí demasiado en la astrología pero si soy Piscis o sea son dos peces que van uno en contra del otro, y eso es algo imposible. Nunca vas a ver dos peces nadando en distintas direcciones. No lo vivo como un problema, siento que es parte de mi ser y mi producción tiene mucho que ver con esa dualidad. Tengo mis amigos de allá que cada vez que voy, soy esa otra persona y .al llegar, me reencuentro con el Javier de allá, ese que acá no está.
¿Y ya de niño sentías que había dos?
Jugar a ser otro es algo que hacen todos los chicos y era un juego con mi papá, y tener un juego con tu papá, es lo mejor que te puede pasar, teníamos códigos, y la verdad que los aproveché mucho a mis padres. Eran muy amorosos.
Es difícil el corte cuando los padres son tan amorosos.
Por eso me fui a hacer el corte violento en ese otro hogar, en el teatro Payró. Mi último período de consulta tuvo mucho que ver con darle cabida a esa unión con mi mamá, a ese amor de mi madre hacia mí y del amor mío hacia mi madre. Cuando murió mi mamá, aparecía esto de ¿para quién hago las cosas ahora? Había un deseo de darle algo a esa mamá tan amorosa.
Devolverle algo de ese amor con el que te nutrió para poder despedirte.
Es que tuve dos mamás: la amorosa y la mala que estaba en el Payró, y la otra también murió, y era hacer por un lado, hacer para que mi mamá se sintiera feliz y por otro, hacer para mostrarle a la otra.
Dos madres contrarias: la madre buena y la madre mala. Otra dualidad.
Winnicott dice que puede haber una madre buena mientras haya una madre mala. Yo la dividí en dos porque no podía tener la mala en ella. Y no era buena porque era buena y abnegada, no lo era porque me amasaba los ravioles. La madre de mi hijo lo frustra en algo, cuando lo tiene que frustrar, cuando le salió los dientes, dijo listo y se terminó la teta, y eso le procuró una madre que no lo ata. Ella se lo banca. Mi madre necesitaba mi dependencia.
Y vos no la podía soltar y tuviste que irte del país para poner una distancia física entonces.
También. Es que vos veías a mi vieja y te iba a encantar, porque era una encantadora, era muy graciosa.
Vos tenés esa seducción que describís en la forma de ser de tu mamá.
Si y tengo algo de los dos, de mi papá tengo esa cosa más flemática, de origen suizo, el racional, sangre fría y mi vieja de origen italiano calabreses. Dos culturas explosivas como combinación. Esos dos aspectos conviven en mí, me puedo poner pasional y de pronto, puedo tener una sangre fría inconmovible.
El problema es que cada vez que tenés que tomar una decisión no podes satisfacer a los dos Javieres. Uno está apegado al país y el otro, se quiere ir.
Es como el chico de padres separados que no sabe cómo contentar a los dos (risas). Es muy interesante esto que me decis.
Y me quedé pensando en el espacio callejón. ¿Es que hay un callejón sin salida con dos Javieres? O ya que traes a Winnicott, ¿sería posible crear un “espacio callejón” transicional para que se encuentren y se puedan alinear ambos?
(Risas) Habría que encontrarle la salida. Un lugar de llegada… que lo es, pero con circulación.
Sin escaparte de un Javier ni del otro y llegar a poder dejar a ambos satisfechos. Dejamos acá.
DEL OTRO LADO DEL DIVÁN
Javier es un encantador y ya en su forma de expresarse, nos hace ingresar en un juego de seducción que nos envuelve de inmediato. Es alguien muy cultivado y es quien sigue cultivando sus saberes como una experiencia teatral, todo ingresa en ese universo. En la captura imaginaria de lo ficcional al tiempo existe la construcción en paralelo y simultáneamente de otra realidad. Estos dos espacios no se tocan, y podemos pensar que en ésta etapa, podría generarse un reencuentro de estos dos aspectos contrarios para integrarse y superarse a sí mismo. En ese espacio transicional entre la realidad y la ficción, entre su ser racional y su ser emocional, es donde hay un espacio “entre”, tal como él sabe y lo nombra a Winnicott, y es el espacio de juego, donde los dos Javieres no se aburren y se divierten. Es allí, en el “entre”, el lugar en el que Javier sabe que algo nuevo puede crearse, ya no para complacer a su madre, ya no para separarse de ella sino para integrar ese amor dentro de sí mismo y seguir transformándolo en arte y en una salto cualitativo en la profundidad de su ser.