Foto: https://unsplash.com/
Intervalos mentales o sueños despiertos, así llamo yo a ese momento donde la mente sueña despierta. Me pasa cuando estoy leyendo algo o viendo televisión. Un sueño que te transporta a otra dimensión, situación o “viaje” que se arma en tu cabeza.
Un viaje que hace que nos quedemos pensando, desarrollando, algo muy parecido al guión de una ficción, ver despierto imágenes desencadenadas por un disparador. ¿Qué hace que nos quedemos en ese sueño despiertos? ¿Por qué parece tan real y nos deja pensando?
En mi caso, mi sueño despierto, lo viví leyendo para una materia que estoy cursando: Administración Estratégica y para prepararla leí sobre la simplicidad y la realidad compleja. Leyendo un texto me detuve en dos conceptos, que uno siempre quiere buscar la simplicidad para sentirse seguro, ordenado, tranquilo sin sobre saltos. Pero también es complejo porque la realidad no es ordenada, ni tranquila, ni segura. Nada es lineal. Los seres humanos solo buscamos estabilidad. Nos codificamos así, nos vendieron que la estabilidad es lo único que nos hace felices. Para ser felices, pienso que hay que vivir en nuestro propio “caos consciente”, ser estrategas de nuestro propio ser, buscar las salidas, trabajar los conflictos. Estos conflictos son los que realmente nos hacen estar vivos, no vienen a producirnos daño, vienen a enseñarnos. Pero ojo, no los conflictos fáciles, livianos, como pelearte con un vecino, putear a un taxista o con un vínculo familiar (es el más fácil). Hablo de tener una disputa con tu destino, con tus propios obstáculos. Con patear el tablero, pero no como el de un libro de auto ayuda. Algo más real, más complejo. Como poner en jaque mate a nuestro propio Yo, a nuestro ego, a nuestros sentimientos, a nuestros prejuicios. Eso es barajar y dar de nuevo.
Mi sueño era que estaba dando una charla técnica a Excursionistas, un club de fútbol que milita en la primera C del fútbol argentino. Era mi primera charla, yo colgaba en el vestuario un cartel que decía: “Vamos a ascender a primera división”. Era mi presentación oficial, se oían los chasquidos de los botines de los jugadores cuando ingresaban al vestuario. Había un buen clima, se los veía expectantes por el nuevo ciclo que comenzaba. Después de un silencio prolongado, daba mi charla técnica. Era muy real, los hacía reflexionar y estaba todo especialmente preparado para cambiarles esa codificación simplista. Los alentaba, los miraba a los ojos, les pedía que se convencieran de mis estrategias para conseguir el ansiado objetivo, el ascenso. Los alertaba que la única traba que ellos tenían eran sus propios prejuicios y debilidades. Los convencía fervientemente de que el grupo humano y el talento van de la mano. El sueño siguió su curso y las imágenes brotaban, con prácticas de fútbol genuinas, hasta sentía la aceptación de mis dirigidos. Fue tan verídico, que yo me veía vestido de traje, con la típica corbatita negra de técnico y veía a los jugadores escuchándome muy comprometidos, hasta sentí que ascendíamos.
¡Sí, soñaba toda esa cadena de imágenes despierto con los ojos abiertos!
Hasta que de golpe se acabó, volví a mi ser, a mi texto que había dejado de leer. La sensación de vacío se adueñó de mí. ¡Me encantaría dirigir a un equipo de fútbol y no lo sabía! Pensé sin reflexionar y luego, me quedé pensando que eso también es patear el tablero: pensar ¿qué me quiero decir?, ¿qué me quiero mostrar?
Más allá de todo, este sueño podría tener múltiples significados, no lo sé… voy a seguir pateando el tablero y quien te dice que algún día, Excursionista se fija en mí y doy mi tan ansiada charla técnica.