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REPORTAJE A MARÍA ONETTO: POTESTAD – Por Catherine Baccellerie Harrysson

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Por Catherine Baccellerie Harrysson – Corresponsal de Europa de visita en Buenos Aires

Al salir de la Sala de Caras y Caretas, luego de terminada la obra de teatro Potestad dirigida por impecablemente por Norman Briski e interpretada con una maestría sin igual por la actriz que ya viene realizando decenas de obras de alto nivel teatral, María Onetto, nuestra directora Dra. Raquel Tesone / Rachel Revart y nuestra corresponsal de Europa, Catherine Baccellerie Harrysson, la esperaron para felicitarla por la inmensa y extraordinaria interpretación y por el premio ACE tan bien merecido. Además, intentar poner palabras a las cuestiones que desencadena esta obra del genial dramaturgo Tato Pavlovsky y que trabaja sobre los efectos traumáticos de la dictadura en Argentina con una profundidad impactante.  

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Antes que nada María, queremos felicitarte junto a Raquel Tesone por tu actuación en esta obra donde dejas cuerpo y alma, estamos aún en estado de shock por el gran impacto emocional que produce. Contanos cómo se generó este proyecto con Norman Briski como director.

En el año´85 Tato Pavlovsky escribe esta obra en una noche al momento que se estrenaba una obra mucho más larga: “Telarañas” y quien era su mujer en ese momento, Susana Torres Molina, le propone escribir un monólogo para empezar.  Tato escribe esta primera parte donde se perfila una obra muy singular donde no sabes qué es lo que está pasando. Después Briski lo dirige a Tato en esta puesta original. Cuando estrenan la obra, no es que no le permitieron estrenarla, pero decían que para ese momento de la democracia donde los derechos humanos -que nunca están asentados-, resultaba algo inconveniente estrenar esta obra. Sobre todo porque el personaje es un médico casi de poca monta, ni siquiera fuerte ideológicamente de derecha, podríamos decir que eran mano de obra desocupada. No es Videla. Y te diría que la martingala de la obra es que provoca mucha empatía, candor y cariño este hombre quién después se perfila en un monstruo. Lo que la obra te demuestra y te hace reflexionar es que ser un ser humano, vos lo sabes muy bien por el psicoanálisis, es muy complejo y son tus decisiones éticas las que hacen que vos no seas un monstruo, vos estás a un paso de ser un hijo de puta con pequeños actos o con grandes acciones, siempre estamos expuestos a poder serlo.

 La complejidad del psiquismo humano es inmensa y no somos ni buenos ni malos. 

En ese sentido, somos grises. Tus posibilidades de ser un monstruo las tenés todo el tiempo y de hecho uno realiza cosas jodidas, no a este nivel por supuesto… La obra te demuestra es  que lo que te da valor como ser humano son tus decisiones éticas. Es decir no es que uno nace así sino que serán tus decisiones, aquello que querés hacer con vos mismo, el trabajo que realizas en tu interior como el trabajo del psicoanálisis qué es tan importante,  ya que el trabajo psicoanalítico te hace pensar algo así como: “bueno, mira que le estás jodiendo la vida a mucha gente con este comportamiento”. 

Es el primer año de producción teatral de Briski y me propone hacer y dirigirme porque la quería hacer con una mujer ya que como era Pavlovsky el actor de la original, y si vos ves “Potestad” en YouTube, te vas a dar cuenta que el cuerpo de Tato es una escenografía en sí mismo, y es insuperable. Pavlovsky era alguien que se llenaba de texto, él improvisaba y acá la hacemos con Briski como perfecta, siguiendo exactamente el guión. Tato la hacía en lugares pequeñitos, impactaba muchísimo con lo que hacía porque era una cabeza más extrañada la de él. Briski, lo que hace es decirse qué hacer y darse cuenta que la apuesta de reestrenarla sin Tato es imposible porque lo de Tato es incomparable.  Entonces, se pregunto cómo hoy puedo seguir hablando de esto y pensó en esta puesta. 

Y por eso se le ocurrió esta puesta y con una actriz, una mujer.

Si, precisamente, porque como te dije, Tato es incomparable.  Y creo que había algo también del género Noh porque yo tampoco soy una mujer haciendo de un hombre si lo pensamos desde el teatro japonés.

Claro, sos como un fantasma y alguien que perdió su alma inclusive. 

Por eso te digo, el teatro japonés tiene muchas ramas, una de ellas es el teatro Noh donde el actor puede ser viento, árbol, roca, puede mutar y pienso personalmente que en estos tiempos, la idea del personaje está para mí pasada de moda, esa concepción es algo ya muy convencional. Es como que el actor es una materia y yo disfruto como espectadora de la emisión de sonidos, ya no es la figurita televisiva exhibiendo su narcisismo todo el tiempo sino todo al revés. Es el disfrute de no ser algo y de dejar de ser. 

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Allí es donde el actor se ofrece como un canal. 

Sí, exactamente, como un canal. Norman Briski ya tenía la idea de que las barras de fierro de la iluminación en algún momento se bajarán y que esa escenografía también hable.

Ahí baja la otra realidad, baja la otra escena. 

Allí baja el fierro ya que si bien todo el tiempo vos estás asociando con la dictadura la obra con la dictadura, hay un punto donde vos ves que el protagonista no deja de sufrir aquello que sufre como ser humano y él siente que todo lo hizo por amor a esa niña.  

La violencia trajo al mundo a ese ser y él vive que a esa niña se la arrancaron con violencia.

Lo vive violentamente porque está atravesado por su cabeza y sus emociones. Lo interesante que él lo relata como cuando vos recordás algo, es una especie de ensoñación con el detalle que te hace perder de vista lo que pasó realmente, vos podés ver un dedo, un gesto, lo nimio. 

En el duelo se percibe el micro detalle, es como estar en un mundo paralelo y te abre tanto al proceso de duelo que hace que el espectador vea lo que el protagonista no ve. 

Exactamente, y esa apertura tiene que ver con el teatro Noh que puede llegar a durar como 8 horas.

Es increíble cómo te desplazas por el escenario y pensaba si tenías algún elemento electrónico para poder hacerlo.

No hay nada electrónico, utilizo unas medias especiales y hay una persona que me entrenó en todo lo concerniente al teatro Noh y fue un entrenamiento que me llevó 4 meses de manera intensiva. Además, hay que caminar con las rodillas flexionadas para poder deslizarse por el escenario y con el vestuario que pesa, para poder caminar como en media sentadillas. Le decía Renata si me iba a hacer un dobladillo y ella me decía que no, y que es así el vestuario. 

Un vestuario de excelencia el de Renata Schussheim. Además, una escenografía muy bien lograda, cuando iluminaron ese mural puesto en el escenario más el sonido de tambores, tomé conciencia de los muertos y de los cuerpos de los desaparecidos. 

Esto habla de los cuerpos de la gente que desaparecieron y el por qué lucharon y entregaron su vida, por algo que uno recién ahora lo puede estar disfrutando. Y que Norman la quiera hacer ahora con todo lo que está pasando en Sudamérica y pensando en una dinámica de gigantismo donde me ves chiquita, me ves grande con esas plataformas japonesas que son del teatro Noh, es una gran apuesta. Tengo que venir dos horas antes para prepararme, producirme el maquillaje y repasar el texto. 

La asociación, bisociación del texto y el movimiento es impresionante. 

Sí, al principio estaba un poco preocupada porque a veces se puede hacer un unipersonal con la cuarta pared cerrada, pero acá me dirijo al público, yo veo todo veo, si los espectadores están conmigo, si están concentrados, y no sabes la angustia que me da ver que alguien esté como mirando para otro lado. ¡Me mata!, y por ahí está así porque está pensando. 

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Y porque hay mucha violencia en lo que recibe el espectador y hay que procesarla, toda la violencia que fue padecida en la época de la dictadura.  Y además, porque se narra lo inenarrable y como el personaje está desquiciado y no tiene alma, es más desgarrador. 

Y estás  recibiendo un gran dogmatismo y el poder reír al inicio es muy bueno porque podés hacer ese arco de “me divertí, me interpeló, me violentó, me afectó…”

El hecho que la gente empatice con este personaje es mucho más fuerte, y hasta que se ría al principio.

Si, es mucho más fuerte que si lo hubieran condenado. Y ese es el dilema de esta obra que trata la temática de padres que no se los dieron a otros para que lo adopten sino que son apropiadores, y los hijos al recuperar su verdadera identidad, los están mandando presos a sus padres. Algunos se enfrentan y algunos no pueden hacerlo, y es como vivir una vida partida.

Probablemente voz habrás escuchado hablar de «Historias desobedientes» de Pablo Verna, es el esposo de mi prima Mariela Milstein y él fundó este colectivo porque él es el hijo de un médico de la dictadura que inyectaba la gente. Y en él se juega Edipo, él ha matado al padre y es muy fuerte. A partir de que él denuncia a sus padres, ahora mucha gente está denunciando a sus padres. 

Y vemos lo que está ahora pasando en Chile con todos los hijos de genocidas… Inclusive acá vino a ver la obra la hija de Etchecolatz, y ella también  denunció públicamente a su padre. Estos temas que se abordan éstas “obras peligrosas”, también como las que realiza Javier Daulte, quienes no hacen obras burguesas que salís solamente entretenido sino que salís con un pequeño quilombo también.  

Escuchar en esta obra frases como: “es un país de mierda”,  “no nos protegieron”, “nos dejaron solos”, es muy shockeante porque todos pensamos algo de eso y nadie se anima a decirlo así. Me gustaría preguntarte cómo haces para liberarte de ese personaje ahora que salís del teatro y que vas a otro lado, María.

Pienso qué los personajes que hacen mal o que el actor siente que no los puede hacer, son los personajes que actúan de manera retenida como si yo tuviera que tener todo y todo está en la cabeza, como si lo que hiciera fuera la primera parte solamente de esta obra, como un personaje medido.  En cambio esta obra tiene descarga, yo descargó y mucho, lloro, expreso el dolor y disfruto teatralmente porque siento que la obra produce una emoción estética cómo lo puede como la que puede producir un cuadro. Eso produce un placer actoral. Me pasó cuando hice “Sonata de otoño”, la gente decía cómo hiciste esa hija que tenía una relación tan tremenda con su madre. Y sin embargo, hay placer actoral, y para mi, te diría que son más interesantes los malos que los buenos para actuar. Aca lo que más me angustia es estar sola en el escenario, porque cuando vos actuás con alguien compartís ese momento, pero aca nadie vivió la función conmigo, no hay otro actor. Sólo la estaba haciendo una vez por semana y a raíz de que la obra “Terrenal” se fue de viaje, me propusieron hacer las dos veces y estoy haciendo otra obra que se llama “La persona deprimida”, que la estoy haciendo los jueves y los viernes dirigida por Daniel Veronese , es muy divertida porque es alguien que está tan angustiado qué es desopilante escucharla. Y que me hayan ofrecido dos unipersonales es intenso pero me baño, duermo bien y además estoy haciendo «Valeria radioactiva» con Daulte

Son tres obras muy pesadas. 

Valeria es más bien un melodrama y tiene escenas muy divertidas y ahi comparto con un elenco

Yo no haria tres obras así pero no es me métier… 

No creas que yo no pienso y siempre elijo lo que me dan. La otra vez me ofrecieron hacer una obra basada en un libro qué es la historia de un pedófilo y ahí pensé que para dirigir o para actuar tenés que meterte esos mundos en tu cabeza, y ahí dije no, yo no me voy a meter en la cabeza de un pedófilo. 

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Se trata de la construcción del «no», esa es tu puerta de salida. 

Lo que sucede es que el movimiento que uno hace en el teatro es querer comprender, vos querés sumergirte en esa cabeza, si me llamarán por ejemplo para hacer Hitler, cualquier personaje nefasto tiene su justificación, si vos los escuchas a los nazis ellos tienen una justificación por eso vuelvo a este tema de lo ético. Pienso que una persona inteligente puede decidir decirse “yo elijo no hacer esto aunque crea que pueda tener justificativo”, pero una persona como mi personaje que es medio mediocre, piensa que es como la madre María Teresa de Calcuta y que hizo algo bueno, la mentalidad de ciertas personas que pueden pensar en que los otros son subersivos, o son fanáticos, guerrilleros o molestan a los demás y nos quieren hacer vivir en un caos, entonces, la idea es de que él es un salvador. Se puede llegar a decir que tal vez cometió el error de no avisar pero piensa que esa la familia estaba en algo raro… 

Ahí entramos en el tema de la pos-verdad, cada una tiene su verdad y es finalmente un relato. 

Claro y estamos todos dentro de un relato. Hoy escuchaba respecto a las elecciones aquí en Argentina que sí se tenían que poner a discutir Macri con Fernández que, por supuesto yo deseo que gane Fernández, y si ellos tuvieran que pensar juntos cómo tienen que hacer la transición, esas dos personas piensan tan distinto los problemas de la Argentina, que sería imposible. Ni siquiera están de acuerdo en los problemas que tiene Argentina. Con el feminismo pasa lo mismo a nivel ideológico, nosotros decimos: “muchachos, nosotras estamos atrás en la cola hace rato esperando reivindicaciones” y te contestan que no es momento. Con mis compañeras kirchneristas, nos preguntábamos como Alberto no va a hablar del aborto ahora, decían qu tiene que ser más tarde sino no ganaría perodespués habló del aborto pero es como si dijera: “bueno, yo te lo voy a decir por lo bajo, el aborto lo voy a legalizar pero no te lo puedo decir antes de ganar, se vendrían encima los evangelistas, los católicos y eso no lo puedo decir ahora”. Pero que no lo pueda decir antes, hace que yo me alejé un poco porque como vos recortas el mundo es fundamental y si el aborto te parece un tema menor, decilo, y si no te parece un tema menor, decilo aunque pierdas votos, porque al feminismo lo vas a perder. La mayoría de mis amigas a votar al FIT que tienen este tema en claro. Fernández igual en el debate dijo que hay que tender a legalizarlo.

Evidentemente, estas son las secuelas de una mentalidad argentina que está perimida pero que sigue dejando estas secuelas de la dictadura vigente. Gracias María por tu tiempo y por esta obra que nos da tanto para repensar los paradigmas que nos dejan atrapados y que hay que reformular para lograr una sociedad mejor.

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