Aliento de lobos – Dirección: Lázaro Mareco – Por Mariana Wassner

Aliento de lobos, una tragedia rural, narra la reconstrucción del asesinato de una madre, perpetrado por ¿cuál de sus hijos?

Oreste y Electra son hermanos y relatan, atribuyéndose cada uno a sí mismo, la muerte de su madre. La obra que comienza y termina con el mismo asesinato, se introduce no por el lado de la historia policial -aunque podría ser en apariencia- sino por el lado de la historia que une, desune, trama y desentrama a estos personajes, ya adultos, con su madre.

Electra, interpretada por Laura López Moyano con buenos matices que impactan, se hace cargo de una narrativa familiar que la lleva al asesinato: abusos, abandono, entrega a un hombre mucho mayor por parte de su madre.

Oreste, por su lado, también se atribuye el asesinato pero vinculado a los descubrimientos que va haciendo a través de su historia, de cómo fue separado de su familia cuando era pequeño, sin entender por qué y construyendo su propia versión.

En un clima rural que logra transmitir una idea de cierta soledad, y de “pueblo chico infierno grande”, los relatos de Oreste, con una muy interesante actuación de Francisco Bertín, y de Electra, flucturarán durante toda la obra. Presentes en el escenario todo el tiempo, van armando dos historias que comienzan separadas, distintas y que se van aproximando, se unen, se distancian, se mezclan, se entrelazan, de manera que la pregunta por la verdad cobra relevancia.

En esta obra no hay un claro nudo que desenlace la tragedia, porque tal vez no la haya; tampoco se centra en los perfiles psicológicos de los supuestos “hijos asesinos”, porque su intención es otra.

La dirección a cargo de Lázaro Mareco, se vale de un escenario despojado de elementos pero cargado de las vivencias de los hermanos y logra producir un clima inquietante, con una pregunta, que nos mueve a pensar como espectadores: ¿cuál es la verdad?

La verdad, claramente, no hace referencia a la literalidad de los relatos aislados y entrecruzados, sino a los modos en que Oreste y Electra han padecido su propia historia.