
En el marco del FIBA 2021, presenciamos la función del unipersonal “Adiós Πατέρας” (un ensayo sobre el recuerdo o la despedida) de Tiziano Cruz, un joven oriundo de Jujuy y ganador de la bienal de arte joven por esta creación.
Tras un manifiesto introductivo donde las premisas se repiten para que sigan retumbando en El Inconsciente, Tiziano (coronado de flores) y sus reminiscencias al mundo del mercado del arte contemporáneo se mezclan con hipótesis, pensamientos, interrogantes y mayúsculas afirmaciones tales como “ESTO NO ES VIDA, ES TEATRO”.

Se abre una brecha en esta obra tan cruda: por un lado la vivencia de Tiziano contada en primera persona, quien nos relata la pérdida física de su hermana en un hospital a causa de la negligencia médica luego que ella diera a luz. Desde otra perspectiva vemos la lucha de su padre en el norte de nuestro país y que hasta el día de hoy reclama justicia para su hija. Tanto Tiziano como su padre se mimetizan (sin estar físicamente juntos) piel a piel durante la interpretación de una manera sumamente poética. Es una misma lucha, pero cada uno emprende un camino distinto. En el caso de Tiziano la catarsis y el arte lo impulsan a crear esta pieza teatral.
Esta performance es tan descriptiva que Tiziano nos dibuja a mano alzada un plano de su casa rodeada de durazneros, nos revela imágenes de su hermosa familia, nos abre las puertas de su hogar que luego será cenizas tras un incendio, motivo por el que parte hacia nuevos rumbos.

Tiziano manifiesta que “un artista debería matar a su padre” siendo su propio ser que evoluciona y se nutre de nuevas vivencias. “Πατέρας” en griego, significa “padre” ¿Estamos acaso ante la presencia de la despedida de Tiziano de su propio ser y por ende en su continuo proceso de re invención? El mismo Freud dice que “lo más prohibido es matar al padre” en un sentido simbólico para poder ser uno. Esta es una de las tareas más compleja del psicoanálisis y en este caso, un trabajo de transformación de las situaciones traumáticas en obra de teatro. El gran mérito de esta obra autobiográfica es la elaboración del artista de sus vivencias tanto en la dramaturgia, la puesta, su actuación y dirección.
Tiziano Cruz se entrega al espectador como intérprete y dramaturgo. Él es la ofrenda, la oveja lista para esquilar a flor de piel. Nosotros somos los agasajados que, con suma atención, nos abrigamos con su lana actorazada, para que en él crezca una nueva piel.
