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NO MIREN ARRIBA con Leonardo Di Caprio – Dir.: Adam McKay – Por Dra. Raquel Tesone y Lic. Norys Peña Figueroa

Cuando el cine explora las miserias humanas y lo hace mostrando cómo podemos ser fácilmente manipulados si nos dejamos guiar por los medios de comunicación, las redes sociales y los políticos en cuestiones fundamentales como la salud y la ecología, nos sentimos convocados. 

El éxito de No miren para arriba (Netflix) abreva de la sed por saber cómo podemos zafar de los efectos nefastos que genera en nuestro psiquismo esta manipulación mediática y en la toma de consciencia del aporte que cada uno puede hacer para que el planeta no siga en vías de extinción. Y más nos convoca aún visualizar ésta problemática actual interpretada por actores de la talla de Leonardo Di Caprio, Meryl Streep, Jennifer Lawrence y Cate Blanchett, en tono de comedia, lo cual la hace mucho más impactante. Reírnos de lo absurdo de la naturaleza humana, no es tarea fácil, y esto es mérito de la excelente dirección de Adam McKay que es sumamente contemporánea y que está marcada con el ritmo vertiginoso las sociedades actuales.

Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence son dos astrónomos que al descubrir la llegada de un cometa y conocer las consecuencias apocalípticas que implica su impacto en la Tierra, están embargados de impotencia al verse confrontados por la indiferencia y la idiotez de los políticos, quienes aún sabiendo que todos podemos morir en el lapso de seis meses, siguen persiguiendo sostenerse en el poder sin importarles más nada. Meryl Streep vuelve a dar muestras de su talento en el papel de Presidenta de los Estados Unidos junto al imbécil de su hijo interpretado con excelencia por Jonah Hill, quienes encarnan la incansable búsqueda de lograr alianzas con los medios de comunicación y los empresarios, consiguiendo que los ciudadanos sigan pegados a las noticias y atrapados en las “redes”, de la misma manera que se apasionan con la metida de cuernos de una star o la pertenencia a un equipo de fútbol. Ya lo dijo Discépolo: la Biblia y el calefón… Este “da lo mismo” sin mirar para ningún lado siquiera, mientras destruimos el planeta Tierra o dejamos que lo destruyan, nos lleva a pensar que si nos quedamos como espectadores de una película dirigida por otros, es inevitable la extinción, salvo que podamos asumirnos como protagonistas de la historia de la humanidad.

No miren arriba usa como recurso la llegada de un cometa que arrasará con todo el planeta (podría ser tanto una pandemia, una guerra u otro tipo de catástrofe natural) para advertirnos además de las formas en que se puede llegar a desatar una psicosis colectiva. Ya desde su título nos propone un imperativo connotado de una especie de ceguera: hay algo que no debemos mirar. A eso se puede oponer otro grupo que pueda decir lo contrario e imponer otro imperativo: miremos para arriba. Y antes los polos opuestos, le cabe otra fracción de la población que se deje llevar por la idea de que no hay nada que mirar, nada existe, todo es mentira, nada hay motivo para temer. Suena muy parecido a lo que venimos viviendo hace más de dos años con la pandemia: a favor, en contra, el negacionismo, las teorías conspiranoicas y la pérdida total del “principio de certeza” que tal como señala la psicoanalista Piera Aulagnier, conlleva la potencialidad psicótica. Si no tenemos como sociedad ni siquiera el consenso que, por ejemplo, un vaso es un vaso (aunque cada uno lo pueda subjetivar), la psicosis es inminente. Cuando nada es creíble y los dobles mensajes paradojales están a la orden del día, el manejo de la opinión pública lleva a la repetición de discursos inventados por otro. Esto lo denominó Aulagnier: alienación social, lo que impide pensar-nos en nuestra subjetividad y por lo tanto, dejar de sentirnos parte de un proceso de transformación social para pasar a ser un engranaje más de una cadena manejada quien sabe por quién.

El científico, personaje que encarna con maestría Leonardo Di Caprio, es quien manifiesta signos de angustia frente a la situación de no poder controlar nada, aun sabiendo el final preanunciado pero no encontrando anclaje en la realidad ya que ponen en duda su saber (tanto como se pone en duda hoy si habría que vacunarse o no para parar la pandemia). Ante esto, se ve impelido a recurrir a psicofármacos para no llegar a la desatar de forma aguda un ataque de pánico, ataques que vienen en aumento frente al panorama que se presenta en medio de la pandemia y de la falta de información, o lo que es peor, de la confusión engendrada por la desinformación o la de-formación de lo que ocurre en el mundo. Generalmente, la angustia aparece en situaciones en las que las personas se enfrentan a situaciones difíciles, donde hay un elemento amenazante (físico o psicológico) pero cuando el camino a seguir no está claro, y por lo tanto, se vive la incertidumbre total, y como quien se agarra a un salvavidas a punto de ahogarse, las personas se toman con desesperación de diferentes discursos creyendo que allí obtendrán alguna posible certeza que los calme. El resultado es muy contrario a lo esperado, estos discursos engendran odio y repercuten en la disolución del lazo social.

No miren para arriba es un llamado de alerta frente a los efectos nocivos de la estupidez humana cuando en situaciones críticas impera el miedo anulando todo trabajo de pensamiento individual y colectivo.

Esperemos poder mirar, mirarnos, pensarnos y dejar de ser pensados por otros. 

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