Esta adaptación teatral de la obra homónima de Marco Denevi, reescrita para esta ocasión por Hernán Costa, hace gala del humor negro, la codicia, la ambición y la ausencia de ternura de seis hermanos atrapados por el deseo de tener algo a cualquier costo, como clase media aspiracional devenida a menos. 

Los extravagantes  Iluminada, Meneranda, Patricio de la Escosura, Honorario, Anacarsis y Lucrecia, tras la muerte de una las hermanas, en pleno velorio y sin posibilidad de realizar duelo alguno, comienzan a armar un plan tan siniestro como bizarro: recorrer los velatorios de gente adinerada para robarles todo lo posible a sus familias. La cristalería, dinero y demás cosas pequeñas pero de valor comienzan a ser apropiados por esta familia, que sucumbe a la tentación cuando descubren un muerto velado y sólo, en una gran mansión, que deciden comenzar a habitar, cual familia acongojada. 

Estos hermanos monstruosos, excelentemente interpretados por todos los actores y actrices – Uki Cappellari, Nico Carbone, Alberto Carmona, Gabi Giusti, Carolina Manetti Cusa, Gustavo Reverdito – encuentran, por supuesto, lo que estaban buscando: un joven abogado desesperado de amor – César Riveros-  y dispuesto a realizar la sucesión de la casa a nombre de esta familia.

Mientras esperamos que suceda algo, pasa otra cosa, de manera que uno como espectador es sorprendido tanto como los hermanos.

La dirección, las actuaciones, el vestuario “alucinante”,  la iluminación,  la música, las gestualidades casi coreográficas dan lugar a esta obra tragicómica que, más allá de las situaciones desopilantes, nos lleva a pensar qué pasa en una familia cuando lo que liga a sus miembros es la ausencia de amor, en el sentido de qué es lo que hace que los lazos fluyan y de qué modo.  La inescrupulosidad en vez del cariño, la empatía y la solidaridad ni siquiera de a pares hace de estos hermanos sujetos desamparados, miserables, frustrados  y ridículos.

Los asesinos de los días de fiesta es una muy buena obra para ver en clave de un humor inteligente, ese que surge de la angustia profunda y nos hace preguntarnos quiénes somos, pero desde una distancia que nos permite reír, tal vez hasta de nosotros mismos. 

Teatro La carpintería

Jean Jaures 858, Caba

Funciones: Sábado 20.00 horas.