
Entiendo que mi apreciación será un tanto subjetiva, como siempre y más en este caso, ya que escribo sobre la obra de Yoska Lázaro quien fuera mi maestro de Teatro en La Pieza Meisner y dejó una huella significativa en mí en cuanto a la actuación y una profunda reflexión sobre la relación entre el arte y la vida.
En cuanto a la situación concreta: viernes a la noche, llegó a Ítaca y me encuentro con un complejo teatral moderno en el corazón de Almagro. Casona antigua fiel al estilo del barrio, con una cafetería más que interesante. A metros mío divisó al gran maestro Raúl Serrano al cual estudié hace poco tiempo para enseñar su teoría a mis ex alumnos de la secundaria. Quiero saludarlo, pero no alcanzó, no soy el único que quiere lo mismo. Raúl fue maestro de Yoska, por lo que entiendo que estoy con el maestro de mi maestro, con un histórico del teatro nacional, con el autor mismo de la teoría que se enseña en las escuelas del país.
Para Serrano, el motor de la acción es el Conflicto y existen tres esferas en donde se desarrolla: con el ambiente (social-histórico), con el otro (partenaire) y, por último, el más complejo de todos que es el conflicto con uno mismo y será el que presenciaremos durante la obra, alcanzando un desarrollo técnico altísimo en la actuación de Yoska.
Una vez en la sala, lo encuentro a Seymour Hoffman tirado en un sillón. La escena huele a un profundo abandono. Las cuatro paredes de la habitación son el mundo entero. Una máscara: el objeto en cuestión. ¿Será el tema el lazo social? ¿La ruptura entre lo íntimo y lo público? Recordemos que existe una etimología de la palabra “persona” que se enraíza en la cuestión de la máscara. Somos, en el mundo dialéctico, en esa alienación que implica presentar un rostro. Un tema más que interesante para detenernos a analizar en nuestra era cara-libro que tanto ha modificado nuestra identidad intensificando las problemáticas narcisistas (Facebook). ¿Qué es lo que lo hace sentirse tan vacío?
“Camuflar el dolor, trabajar como un monje, como un guerrero, como un adicto a la actuación” Iván Cerdán Bermúdez
La sensación pesada de la humedad de Buenos Aires hecha habitación. Las paredes, que somos nosotros espectadores, somos las únicas interlocutoras del soliloquio final. El personaje, en un luchando con sus propios fantasmas. Todo es barro, recuerdos de la infancia, del amor en todas sus formas, del trabajo, en fin, de las instancias significativas de su vida: el retorno del pasado cayendo sobre la conciencia.
Al tratarse de los días finales de un actor, la obra toma cierta reflexividad sobre el quehacer mismo de la actuación. Tanto Yoska como Raúl Serrano trabajan sobre el concepto de honestidad en el teatro. Pero, ¿de qué nos sirve la honestidad si no nos salva de la angustia? Sí, incluso para nosotros mismos no podemos ser totalmente transparentes y en eso se basa la herida narcisista abierta por Freud a principios del siglo pasado.
Es ahí donde teatro y vida se separan. Para la técnica actoral la honestidad con el propio cuerpo es fundamental. Para la vida, esto es un tanto más intrincado. No basta con «seguir el impulso» para fundar una ética ni para enfrentarnos con nuestras penas. Si bien es cierto, siendo honestos con nosotros mismos damos un paso importante, esto no es suficiente para aliviar el dolor. El problema aparece para el personaje desde algo que irrumpe en él, ¿El sentimiento inconsciente de culpa? Desde su máscara, es ganador de un Oscar por su increíble interpretación de Truman Capote: es una persona que ha logrado el reconocimiento. Desde el punto de vista familiar, tiene una familia ¿feliz?, una esposa que lo acompaña en sus peores momentos y tres hijos. Entonces, ¿de dónde proviene está recaída? Según sostiene, él nunca se curó de su adicción, sólo la suspendió por 20 años. Para esto, la reemplazó con la alienación en el trabajo. Pero ahora, cuando su deseo está logrado, aparece nuevamente. Se permite recaer sin saber o sabiendo, que llegará hasta la muerte. En esta lucha consigo mismo, se abrirán las puertas de su pasado y afloraron los fantasmas que nunca habían sido sepultados. Y si la adicción no se curó y permaneció latente o reprimida, ¿de dónde provenía este síntoma? ¿Esta necesidad de alienación en algo que lo sostuviera?
Para cerrar, en el nivel de los lenguajes: una excelente actuación, un texto impecable y poético y gran juego de luces y sonidos para apreciar con mayor intensidad esta crónica con final anunciado.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Dramaturgia: Iván Cerdán Bermúdez
Actúan: Fernando Dominguez, Yoska Lázaro
Diseño De Sonido: Tian Brass, Fernando Garcia Valle
Realización de vestuario: Emilia Antonella Bacigaluppi
Realización de máscaras: Flavia Juárez
Fotografía: Nacho Lunadei, Melissa Merino
Diseño gráfico: Juan Pablo Rodríguez
Asistente de producción: Guido Inaui Vega
Arreglos musicales: Adrian Cappuccio
Producción general: Teatro tres Velas, Lpm Producciones
Puesta en escena: Fernando Garcia Valle
Dirección: Fernando Garcia Valle
Web: http://@offman.obradeteatro
Duración: 50 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos