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ELSA TIRO – Dirección: Luciano Cáceres – Por Dra. Raquel Tesone / Rachel Revart

Esta obra de teatro escrita por Gonzalo Demaría lleva un título que nos convoca a una deriva polisémica: El sátiro, Elsa Tiró (un tiro), multiplicada por la puesta en escena espectacular que se luce en el escenario del Teatro Regio, acompañada por un gran pianista en vivo, canciones y bailes, y donde la entrada y salida de los actores está muy lograda para crear efectos en el espectador y con proyección cinematográfica en una especie de contra telón blanco, la dirección de Luciano Cáceres, consigue llevarnos a un estado onírico. Su actuación junto a Alejandra Radano y Josefina Scaglione, está como salida de un sueño. Quizá podemos interpretar que sea el sueño inspirado en la vida del dramaturgo estadounidense Eugene O’Neill, quien pasó una temporada en Buenos Aires en su juventud y se enamoró de una prostituta llamada La Renguita. Fue en esta ciudad donde escribió su primera obra perdida. O’Neill en la obra, ya anciano y enfermo, recibe el Premio Nobel de literatura, y la obra aborda la relación con su esposa Carlotta intenta quien intenta descubrir el secreto de su pasado y de su obra.

La mezcla de ficción y realidad, historia y literatura, amor y locura, tiene mucha creatividad, ya que al mismo tiempo, recrea el ambiente de Buenos Aires a principios del siglo XX, con sus contrastes sociales, culturales y políticos. Los personajes son mortificados y sufren los conflictos familiares y sus dramas existenciales con una fuerte teatralidad. Por momentos, el guión de Demaría se torna denso en ese intento de construir personajes complejos. 

Luciano Cáceres encarna no solamente al escritor sino también su pasión por el teatro, su rebeldía contra las convenciones sociales y su nostalgia por su primer amor. Alejandra Radano hace un gran trabajo como Carlotta, la esposa celosa y manipuladora de O’Neill, que intenta controlar su vida y su obra. La actuación de Josefina Scaglione como La Renguita, la prostituta que seduce a O’Neill con su belleza y su inocencia, está lograda pero el contrapunto entre la mujer “oficial” y la “puta” es ligero y no está profundizado, lo que hace que pierda poder está puesta maravillosa acompañada por las bailarinas Federica Wankiewicz y Rosina Heldner, y la pianista Gabriela Bernasconi, todas magníficas. 

El tema del arte como un poder, la búsqueda de la verdad y el precio de la fama, son cuestiones que resaltan. Los recursos escénicos: iluminación, sonido, la música y proyecciones audiovisuales son impactantes, especialmente durante las escenas en las que se visualizan los sueños y las alucinaciones de O’Neill. Estos componentes conforman una estética que visualmente es sumamente atrayente.

Se recrean diferentes espacios y atmósferas, y el diseño de vestuario es impresionante y adecuado para cada personaje y época, acompañado de efectos visuales y sonoros que se utilizaron para engendrar tensión y emoción.

La obra demuestra que el arte es un lenguaje creado para aquello que carece de palabras, y además, una forma de escapar de la realidad y de los conflictos que se refractan a través del arte. 

Los temas universales y actuales de esta pieza teatral, como el amor, la pasión, la locura, la creación artística, el conflicto entre el deber y el deseo, el peso del pasado y el sentido de la vida, están desarrollados aunque se pierde la dinámica en el guión, lo que queda compensado por ser una obra que hace honor al teatro y a uno de sus grandes exponentes. 

Funciones:  jueves a domingos a las 20 hs. en el Teatro Regio (Av. Córdoba 6056, CABA).

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