
Esta obra me resultó muy interesante porque no recordé hasta ahora que ya había visto esta misma obra pero con otra puesta completamente diferente en el año 2018 bajo la dirección de Eduardo Lachivita (link de mi nota abajo), y advierto que lo que más convoca del autor es precisamente las vueltas de tuerca que tienen sus obras y la universalidad de las problemáticas que hacen a la esencia humana. Además, tuve el gran honor de ser recibida en el hogar de Eduardo Rovner con una inmensa calidez y abrevar de su una infinita sabiduría (link de la entrevista abajo), y fue días antes que recibiera el galardón de Personalidad Destacada en el Ámbito de lo Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Es verdaderamente una gran pérdida para nuestro universo teatral y me desearía tenerlo enfrente para volver a pensar junto a él sobre su obra ya que tiene un plus de valor el haber recibido al actor Pablo Cernadas en mi consultorio a Pablo Cernadas Al diván (link abajo), uno de los protagonistas de la obra. Es un gran aporte conocer al actor que encarna y haber tomado un reportaje con Pablo y las actrices protagonistas: Sonia Novello y Claudia Mac Auliffe (link del reportaje abajo) a la salida de la función, un trío actoral magnífico.
La obra trata la relación de una pareja de 25 años, Ana y Osvaldo, y aborda desde el principio la dificultad de escucharse, el complejo entramado donde la vida cotidiana y la rutina los deja inmersos en una suerte de presencia ausente. Algo del teatro del absurdo se juega en una escena de la vida cotidiana en tiempo real, en la que Osvaldo irrumpe contando que conoció a Magda y se desata un caudal emocional donde se explora las manifestaciones inconscientes de lo no dicho. Los personajes nos conmueven y produce complicidad en el público porque la puesta en escena con mesitas mirando el escenario, crea la sensación de estar dentro de la casa con la pareja y los espectadores parecemos voyeurs entrando en esa intimidad. Los personajes encarnan las pulsiones y los deseos reprimidos en una búsqueda imperiosa de reconocimiento. Ana se culpa, ¿es que hizo algo para que Osvaldo mire a otra que no sea ella? Ana siente su narcisismo dañado y por eso es una obra que resulta contemporánea, porque más allá de los “contratos” o acuerdos verbales, el amor es una construcción de a dos que sino se nutre, comienza a deshidratarse y más cuando se trata de una convivencia en la que se instala una rutina y roles fijos en cada uno de los partenaires.
El protagonista se siente inserto en un circuito diseñado para huir del vacío existencial. La necesidad de compañía se manifiesta ante la angustia de la falta del otro. Su esposa parece tejer en su mente otra escena, no lo escucha y si bien, parece amarlo, ambos parecen estar ausentes en la escena del otro. Cada uno está en otra escena. Lacan señala que el deseo siempre surge en relación al deseo del Otro, y en la obra, irrumpe una desconocida que lo trae pero desde afuera de la relación. Invade el espacio del protagonista simbolizando la carencia fundante que trata de colmar con objetos y presencias externas, para ocultar que cada uno se siente solo en “compañía” del otro. La fragmentación de la identidad del personaje de Osvaldo refleja el conflicto que se produce cuando el amor se desprende del deseo, al decir de Freud, la corriente tierna no se une a la pulsión sexual. Ana intenta mantener el control del entorno y la idea de pareja que ella forjó, en un esfuerzo por que su imagen narcisista no bascule frente al caos emocional provocado. Entre lo que el sujeto cree ser y lo que realmente experimenta, hay una fractura que busca sostenerse a través de la manipulación y la presencia de otros.
La obra nos muestra que en las cuestiones del amor, hay siempre un riesgo de goce (desde el punto de vista lacaniano), algo no se satisface pero se arma un ciclo de repetición de situaciones incómodas o absurdas. El retorno a la repetición y la compañía que termina siendo no deseada, produce un sufrimiento que se transforma en una suerte de goce inconsciente. Se repite para elaborar un conflicto edípico. Cuando Magda aparece en la escena, desafía la estabilidad simbólica de la pareja. Entre el orden establecido y la irrupción de lo imprevisto, cada personaje debe poner a prueba la capacidad de confrontarse a su propia su soledad.
En esta obra la necesidad de compañía, nos muestra de forma tragicómica, la fragilidad de los lazos humanos y el absurdo que impone el sostenimiento de una relación de pareja cuando el deseo se escurre entre ellos.
La obra nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del deseo y el vacío existencial, planteando interrogantes, interpelando a los espectadores sobre la verdad de cada uno de los personajes en un mundo donde la subjetividad está atravesada por la desesperación como un síntoma contemporáneo ante la imposibilidad de sentirse completo sin el otro. La gran paradoja es que si bien ciertamente, no existe la media naranja, y la incompletud es inherente al sujeto, el otro nos constituye en nuestra identidad y es motor de nuestro deseo, y cabe la pregunta, ¿cómo compartir con ese otro, sintiendo la libertad de ser uno mismo con sus deseo, respetando lo mismo del partenaire sin intentar apropiarse de la otredad? Esta paradoja del amor la trabaja Jean Paul Sartre cuando dice que ese riesgo del amor es el gran debate consigo mismo, porque si logramos apropiarnos del otro para someterlo, lo dejamos de amar, porque termina siendo un objeto, cosificado, desvalorizado.
A la luz de los cambios en los distintos tipos de relaciones, y en la propuesta en el campo social de hacernos creer que “solución» a este dilema entre preservar nuestra individualidad (lo que se concibe en el campo como que “no me importe el otro” o el famoso «desapego», «solta») y el deseo de estar acompañado, aparece las nuevas etiquetas para establecer vínculos estructurados de acuerdo al «mercado». Estos formatos producen un encorsetamiento mayor, la imposición de modalidades de relacionarse sin tener en cuenta el proceso de construcción de una relación (de novios, o no, exclusividad o no, poliamor, swinger como infidelidad controlada, etc,), hace que todo aquello que se dice como fórmula no se pueda sostener al quedar la etiqueta vacía sin advertir que lo más importante son las vicisitudes y las emociones que acompañan cada vínculo.
Cada relación amorosa conlleva la resolución de un conflicto edípico, lo que implica soportar la tensión entre el deseo de autonomía, la dependencia y búsqueda de reconocimiento al tiempo de poder sentir lograr emanciparse para poder crecer en esa relación y no quedar fijado a una posición simbólica de hijo o hija en la búsqueda de una figura protectora paterna o materna.
Una obra que nos deja todas estas reflexiones, solo me queda terminarla con un broche de oro: quien lo puede decir mucho mejor que yo, el propio autor Eduardo Rovner. Aqui copio un fragmento de la entrevista sobre lo que él pensaba que su maravillosa pluma le dictaba:
Respecto a la obra “Compañía” que está actualmente en cartel y que para cubrirla te pedí el libro porque los diálogos eran muy potentes, ¿Cuándo lo escribiste pensaste que anticiparías un tema muy de estos tiempos como el poliamor?
En parte si, y en parte no. “Compañía” tiene por lo menos, trescientas puestas en todo el mundo, pienso porque es fácil de hacer, tiene tres actores. Te decía que en parte no me había dado cuenta mientras escribía de algunas cosas, y con tu nota de la obra te dije que vos apreciaste cuestiones que yo no las hubiera imaginado. Por ejemplo, el monólogo de Magda pega muchísimo, es como que replantea todo lo que pasaba en esa pareja, y yo no lo sabía. ¿Sabes en quién pienso mucho? En Pichon-Rivière, éramos amigos y trabajé con él, y él quiso dirigir la primer obra mía, y él decía que el artista es un ser que se anticipa. Me di cuenta de la fuerza que tenía ese monólogo final mucho después que lo escribí.
Magda es el agente de cambio que viene a denunciar una disfuncionalidad pre-existente en esa pareja.
Exactamente. En principio, me atrajo mucho la idea de este “ingenuo” que empieza a contar naturalmente a su esposa que se acostaba con otra, después me apareció la escena de la violencia que me encantó, eso de atar a alguien para convencerlo de que las cosas serían mejor así. Ahí estaba plasmado lo que hizo el proceso militar en nuestro país, la escribí para esa época, porque esa obra ganó el Premio Municipal en el ’91 o en el 90. Y después con Magda, me jugué hasta el fondo, sin creer mucho en lo que decía Magda, yo no estaba convencido y hasta hoy leo eso y me hace ruido, pero la gente sale conmovida. Hoy en día se toma el final que yo escribí y no entendía, como algo posible. Una vez escribí una escena que Pichon-Rivière leyó y me dijo: “¡esto es Edipo!”, era un personaje que se quería arrancar los ojos. Yo le dije que no lo pensé nunca, y Pichon me contestó: “mejor, sino no lo hubieses escrito nunca” (risas). Hoy está de moda en el teatro mostrar la familia disfuncional pero qué familia es más disfuncional que la de Edipo. Se casa con la madre, mata al padre, ¡¿qué venimos a descubrir?!
En tu caso, descubriste lo que podía pasar con Edipo en este momento social donde hay un intento de reunir el deseo al amor rompiendo con el pacto monogámico donde el deseo corre el riesgo de disociarse del amor: la mujer madre y la puta afuera. El problema es que actualmente, no sólo no se asocia el deseo con el amor, sino que todo se disuelve como dice Baumann cuando habla de amores líquidos.
Pienso que el intento de juntar el deseo al amor es porque en el amor se cree en la monogamia. Entonces, ¡hablemos de la monogamia!
Te escucho.
¡No, no, yo de eso no sé nada! (risas) ,Tengo tres matrimonios, yo he aprendido viviendo, porque si vos me preguntas si estoy de acuerdo con lo que dice Rovner en “Compañía”, te digo, no sé si estoy de acuerdo, digo: “¡qué pelotudo!” (Risas). ¡Porqué no se la jugó y listo! Tener la aventura, ir a la casa, y entender que ella es la mujer y no la amiga a quien le puede contar sobre su aventura o jugarse por la aventura. Pero al hacer la obra era inconsciente que esto podría pasar pero hoy día, ya no hay una verdad, hay una Iglesia que se está cayendo, hay instituciones religiosas que ya no funcionan y esas son las que mantenían las reglas de la monogamia. Creo que es un momento de transición en el que pasa de todo. Yo tengo 65 años, no soy ningún pendejo y me adapto fácil. Mi abuelita nos miraba y nos decía: “locos” pero no se ponía mal. A mí me pasa lo mismo, hoy las cosas son así, son impredecibles, pero no me pongo mal.
En “Compañía” si bien es el marido que puede provocar celos con la entrada de otra mujer a su esposa, vos planteas que es él quien puede tener celos del vínculo que se gesta entre ellas dos.
Por eso cuando Magda le está haciendo masajes a la esposa, me dije: “¡esta no me la pierdo!”, esto le tiene que dar celos a él. Como director, la mujer atada quisiera que tenga expresiones de placer cuando la otra le hace masajes.
Ingresas en la complejidad del psiquismo humano, porque lo que estás mostrando es que el poliamor no evita los celos, no elude el sentimiento de traición de los protagonistas, y eso hace interesante tu obra. Se anticipa a la idea de que la lucha del objeto de deseo, puede destruir el deseo, ya que en una sociedad de consumo, se propone al otro como un objeto de deseo reemplazable y fácilmente descartable.
El tema es que los sentimientos existen y no los podes eludir, la cuestión es cómo cada uno los maneja. Puedo tener ganas de matar a alguien, y después de hacerte cargo de esto y de tantos años de análisis, vivo queriendo matar a todos (risas). Salgo con el coche, y quiero tener un tanque y pasar por arriba de un colectivo (risas). Y respecto a la lucha del objeto de deseo y el amor, si el objeto de deseo no se singulariza, eso ya no es amor. Y lo que hay que entender es que igual todo es Edipo. Entonces, lo que hay que tratar, es de no salvarse de los sentimientos, sino de ser conscientes y saber cómo manejarse con lo que uno siente. Así es como se sostienen los vínculos.
Recomendamos el video al elenco y abajo la lectura de la entrevista completa a Rovner, Al diván con Pablo Cernadas y la otra mirada de la la obra.
REPORTAJE A PABLO CERNADAS, SONIA NOVELLO Y CLAUDIA MAC AULIFFE – Por Dra. Tesone / Rachel Revart
ENTREVISTA COMPLETA A EDUARDO ROVNER: TODO ES EDIPO – Por Dra. Tesone / Rachel Revart
AL DIVÁN PABLO CERNADAS – Por Dra. Tesone / Rachel Revart
Compañía de Eduardo Rovner – Dirección: Roberto Lachivita – Por Dra. Tesone / Rachel Revart









