Manou es un niño explorador, nacido en las montañas. En una Aldea muy lejana donde muy pocos saben llegar. Un día corriendo por las praderas comenzó a sentirse mal. Su fuerza y su energía con sus nueve años de edad, se estaban desvaneciendo. Casi no podía respirar. Manou no se puso nervioso, se acordó de las palabras de su abuelo, el sabio de la aldea, Xi Pai. Tembloroso Manou empezó a delirar y sin darse cuenta encontró la paz cuando apareció su abuelo. Xi Pai apareció de la nada, fumando su pipa larga y con su barba blanca que llegaba hasta el suelo, lo miró fijo y empezó a reírse a carcajadas.
-¿Qué pasa Manou?-. Dijo el sabio, tratando de calmar al pequeño.
El niño asustado y haciendo fuerzas para estar tranquilo, respondió:
-¿Qué me sucede abuelo?, ¿me estoy muriendo?-. Entre risas, el abuelo tomó una calada de humo y se lo tiro al niño en la cara. Rápidamente Manou despertó. Sin entender lo que pasó, comenzó a sentirse bien, y no supo si todo lo que vivió era verdad o se encontraba dentro de un sueño. De pronto, movió sus manos y las observó. Se paró de un salto.
Inmóvil y quieto ahí estaba, Xi Pai, con su túnica blanca. Su barba como una nube perfecta. Le extendió la mano y le pidió que lo acompañara, ya que tenía algo que contarle para que él entendiera como un sabio percibía la vida.
Una vez llegado a la punta de una colina que daba al lago Mei Xing Xang, uno de los lagos más profundos del mundo, con un color verde esmeralda que aturdía a cualquiera todos los sentidos. Xi Pai y Manou se sentaron a conversar.
-Manou- dijo el sabio -Entendí que los momentos son únicos. Comprendí que el sol cuando va tomando el día es más bello y sincero que nunca y que el tiempo cura todo porque no existe otro antídoto para el dolor. Aprendí que la vida hay que trabajarla y amarla como cuando se amasa el pan, y aprendí que se es feliz, cuando se es feliz con uno mismo.
El amor a un hijo es inigualable pero entendí que se sufre. El amor es cíclico, y también se sufre por ello. Los humanos son seres individuales, y por eso hay que ser como uno quiere ser, sin importar el que dirán. La vida hay que vivirla sin importar los resultados.
Un largo silencio inundó ese momento de encuentro entre el abuelo y su nieto.
Manou se quedó inmóvil frente a todo lo que dijo el sabio y se quedo mirando el horizonte. Arrancó un yuyo de la tierra y lo masticó. Se tomo varios minutos y le dijo: -Xi Pai, yo solamente quiero jugar en el valle. Quiero zambullirme en el lago, quiero ir a la escuela, quiero viajar cuando sea grande, conocer personas y trabajar en una torre como en las películas. Deseo conocer una chica. Creo que eso quiero Xi Pai.
Xi Pai sonrío, tomó la mano de Manou y juntos tomaron el camino de regreso a la aldea.