
Créditos: http://www.elextranjeroteatro.com/
«Kando -Otro Teatro Musical-» de Zypce
Por Lucas Ochoa
Como bien anticipa el título, es otro teatro musical. Yo le agregaría, otro “tipo” de teatro musical. Es algo que posee una lógica y una puesta en escena poco convencional. De a ratos desconcertante, pero no por eso poco atrapante. Y se mezcla perfectamente con la palabra “kando”, de origen japonés y que representa el valor excepcional que se le pueden otorgar a los objetos.
Su protagonista principal es Federico Zypce y una variada amalgama de sonidos, luces, sombras, canciones, idiomas y aparatos/instrumentos microcontrolados de todo tipo que entre escena y escena se sincronizan para volverse una unidad.
Como pieza teatral, en “Kando” no muere nadie, no hay robos ni un hecho infortuito que rompa con el equilibrio de la dramaturgia. O sí, pero en otra dimensión.
Por ejemplo, antes de ingresar a la sala le dan a cada espectador un papel con instrucciones para descargarse una app propia de “Kando”. Una vez adentro, un video proyecta los últimos pasos para dejarla lista y advierte que debe estar activada, junto al celular, durante la duración de la obra. ¿Qué cosa puede aportar más dramatismo y tensión en los tiempos que corren que estar pendiente de la pantalla de un celular? Cuota de drama cubierta. Aplausos.

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La única trama explícita de la obra son los postulados marxistas del siglo XIX que giraban en torno a la teoría de la plusvalía bajo el interrogante de cómo el dueño de la fábrica aumentaba su fortuna. La plusvalía, o el plusvalor, es el aumento del valor de un objeto por motivos intrínsecos al mismo. “Se modifica la forma de la madera cuando con ella, por ejemplo, se hace una mesa. No obstante, la mesa sigue siendo madera. Pero no bien entra en escena como mercancía, se transmuta en cosa sensorialmente suprasensible”.
Y Zypce lo interpreta perfectamente al mismo momento en que desea regalarnos su plusvalor. Objetos a priori raros, bizarros, monstruosos, se transforman (gracias a su arte) en una perfecta melodía percusionista. Y así, durante toda la obra para lograr un verdadero “kando” animista, en donde realmente cada objeto en escena parecía cobrar vida propia.
Pero la plusvalía también es el valor que cada uno, como individuo, puede aportar (a la vez que apropiarse) con lo que ve y escucha en escena. Allí radica también otro de sus valores agregados: la multiplicidad de sentidos que despierta.
Duración: 55 minutos
Teatro: El Extranjero