TEATRO

«KILÓMETRO LIMBO» de PEDRO GUNDESEN

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KILÓMETRO LIMBO

Dirección: PEDRO GUNDESEN

Por Ana Bogado

Fotos: G. Gorrini / M. Cáceres

Basada en hechos reales, “Kilómetro limbo” tuvo lugar en los alrededores de Rosario en el curso del año 2002, y tuvo como protagonista a un veterano camionero apodado “el Nene”, quien, al borde de su jubilación, sufrió de un accidente que lo dejó inconsciente, al momento de realizar una entrega de 40 cabezas de ganado.

Habiendo sufrido tan sólo unas pocas heridas (por suerte, ninguna de gravedad), el Nene pudo despertar al poco tiempo luego del accidente aunque sólo para toparse con la sorpresa de hallarse a sí mismo tendido en una cama ajena, rodeada por la penumbra.

En una casi una total oscuridad, el Nene se preguntó en voz alta, entre llantos y quejidos de dolor, dónde estaba y qué había pasado con su carga, cuando, de pronto, desde algún punto en aquella implacable opacidad, lo interrumpió una voz grave y serena que le aseguraba que todo estaba bien. Grande habrá sido la sorpresa del viejo conductor cuando se manifestó ante él un corpulento y extravagante personaje, que entonces, con las luces encendidas, caminaba de un lado al otro bamboleando las caderas y hablando con un tono varias veces más agudo que el inicial.

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Con una sonrisa, aquel hombre/mujer, se presentó ante él como “El Taqueño” y, muy amablemente, le ofreció una tablita de achuras, que, él pensaba que muy probablemente venían de alguna de las vacas que debía entregar…

Con estos elementos y condimentado de una excelente puesta en escena -que imita a la perfección la miseria en la que se hallan sumergidas las pequeñas casas que suelen encontrarse a los costados de la ruta- y maravillosas actuaciones por parte de Claudio Rissi (el Taqueño) y Osvaldo Santoro (el Nene), esta obra no tiene desperdicio. Y, es más, los espectadores y yo nos hemos desternillado de la risa con muchas de las líneas de “El Taqueño”, un personaje de lo más simpático, interpretado con maestría por Rissi.

Si tan sólo pensáramos en las ocasiones que hemos pasado delante de estos pueblos sin prestarles atención o en cómo, aún ahora, a los transformistas se los mira de reojo con prejuicio, tomaríamos consciencia con esta obra teatral y procuraríamos ser más comprensivos con el próximo y con uno mismo. Pensemos en las veces que el sufrimiento ajeno nos pareció algo distante, aún sabiendo que eso no podía estar más alejado de la realidad, hasta que un hecho nos toca de cerca. Las personas no solemos observar más allá de nuestras propias vidas y, quizás, esa sea una de las la razones por las cuales nuestra sociedad sigue esclerosada y sin evolucionar en la actualidad.

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El Taqueño era un alma solidaria que repartía entre los vecinos aquello que sobraba del matadero. Tenía muy poco y, aún así, lo cedía a quienes más lo necesitaban. En un mundo donde la mayoría le es indiferente al dolor ajeno, ¿cómo nos sentimos con el derecho de reprochar un acto de desesperación como el que se cometió en el 2002, cuando una muchedumbre de gente hambrienta se juntó alrededor de un camión volcado y organizó una carneada para todo el pueblo? Muchos pensarían que fueron unos salvajes, y eso se deba muy probablemente, a no haber nunca pasado hambre.

Kilómetro limbo, no me dejó en el limbo, pero si me llevó de la mano hacia estos cuestionamientos. Seguramente a ustedes también les sucederá algo parecido, y es sin dudas una muy buena opción para el fin de semana.

Funciones: Teatro Cervantes

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