Fuera de mí
Por Rochy Rosa
“Nosotros los que conocemos, somos desconocidos para nosotros”
Frederick Nietzsche
Me parece interesante partir de esta cita de Nietzsche ya que resume la condición contradictoria del ser cognoscente, contradicción que se produce entre mi subjetividad y el afuera a veces, tan ajeno, otras, afuera que acuna y da forma a mis sensaciones por medio de una sentimiento de confidencia.
Fuera de mi se encuentra la esfera de lo externo, lo otro que me constituye pero que desconozco. El otro, que brinda a mí recién llegada conciencia todos los principios que enseñan a regularme, muchas veces, renunciando a mi particularidad. Un otro que invade mi sujeto, otro colectivo que ayuda a la consecución del sujeto-sujetado. El otro, artista también que brinda aristas, por medio de la curiosidad constante, puntos de fuga válvulas de escape a tanta sujeción, a tanto deber ser, a tanta función predeterminada.
Arte que ve en la destrucción algo inherente a la vida, una consecuencia natural de cada proceso, procesos que dejan productos pero también su residuo. Artistas que provocan algo más que “juguetes evasivos” para mi consciencia alienada, artista que comparte las mismas variables de tiempo y espacio, artista presente en su devenir. Condición artística que habita en todo ser que posee la capacidad de nombrar, la capacidad simbólica de viajar de un sentido a otro, potencia reducida por tanta renuncia al elegir, condición artística que espera a que la actitud creadora decapite de vez en cuando a tanta tentativa a la evasión, a tanto infantilismo en los sentimientos, a tanta imitación y tantos lugares vacíos creados para la extinción de uno mismo. Arte que devela todo el “lado profundo” de la cuestión por medio de cuerpos inconsistentes, masas corpóreas que exceden el mismo intento del sujeto.
En esta dialéctica social, en este ir y venir de sensaciones, intenciones y de silencios, el sujeto artista toma partido. ELIJE, y es en ese accionar, en esa praxis, en esa posibilidad constante de cambio, en esa vorágine temporal en donde nuestra elección nos moldea y moldea el afuera. La vida es arte en tanto NECESIDAD CONSTANTE DE CREACIÓN, de elección, elección trasformadora, no adaptativa. Elección que rastrea la verdadera necesidad “ de mi yo por venir” (Antonine Artaud), elección que no responde a las necesidades PREMOLDEADAS por aquel afuera tan hambriento de categorías, gran organizador de funciones a las cuales el sujeto se sujeta, renunciando a veces de ser propia particularidad a todo lo que su ser biográfico le devela como paisaje interno.
Libertad, posibilidad que nace con la necesidad de cambio y la posibilidad de elección, conciencia de finitud que me lanza a proyectarme, y es en ese proyecto producido por cada mínima elección, que nace la libertad, hay que dar cuenta de la propia libertad, de cada elección que uno realiza hay que ver que es uno capaz de hacer con “lo que hicieron de uno” (Sartre). Uno también es la respuesta de sí mismo, continente y contenido, contenido que excede las puertas del cuerpo, cuerpo que es huella viviente de mi praxis y de la convivencia con el otro. Cuerpos opulentos, amorfos, excesivos cuerpos que dan cuenta del desborde producido por la tensiones entre opuestos raíz de mi sujeto, proceso que configura mi subjetividad. ¿Cómo conformar la propia existencia sin sufrimiento?, ¿En qué me convierto al intentar burlar, compulsivamente, ese sufrir, ese duelo, esa pérdida de mi objeto de amor?, ¿ Es posible transitar sin duelos?
Hacerse cargo, por la indeterminación de mi ser, por mi condición de ser finito e inacabado, que esa conciencia de que nada es eterno, que esa urgencia temporal nos lance hacia el abismo, nos separe del temor a la vida, nos emancipe de otro para moldear las particularidades de mi placer y deseo.
Arte como refugio, arte liberador de conciencia que puja por una subjetividad crítica y reflexiva (C. Castoriadis), que desata dogmas, o arte que produce solo industrias culturales, materiales para lo evasivo, cosas “lindas” que me den “felicidad”(…) Partes de un todo que depende de la elección, de la toma de posición de cada uno. Ser humano artista cuya mejor obra es su vida, dar cuenta de ella, albergar con creatividad esa trasmutación constante, acunar las sensaciones de fracaso, residuo existencial de mi choque con el otro, con mi otro que convive dentro mío, con la negación del afuera. Aquella adversidad enemiga y amiga a la vez, adversidad que nos lanza a la necesidad constante de rehacernos, de estar situado en un aquí y ahora que me constituye.
La vida es arte en tanto y en cuanto estemos dispuestos a sortear, a convivir con lo adverso, lo extraño, lo otro. Pulsión de vida, potencia en constante crecimiento, trasformación constante de variables, transformación de uno en sí mismo, dejando todo lo que se pueda de aquel sujeto-sujetado a su propio Inconsciente y a un discurso social que le exige un deber “renunciar a…”.
Operador de la moral de otro, seres que consumen quimeras solo para que sus pies no apoyen tierra, que poseen tanto miedo a la vida que solo son actos reflejos, copias de gestos, frases y morales de otros, para ahorrar su propia producción vital, copias inconsistentes de otro que los castra y los categoriza. Por el contrario, el arte no es una mera copia, es saber desarrollar la necesidad constante de cambio, es animarse a dar respuesta y sobre todo, es animarse a preguntar, dando tregua al temor que nos enceguece y nos vuelve inmóviles. Arte como generador constante de impulsos, como fiel soldado que se planta ante la adversidad y, sobre todo, arte que alimenta el impulso por la curiosidad, la incomodidad de no saber y necesitar ir en busca de esa respuesta. Curiosidad afortunadamente neurótica generadora de mundos, insatisfacción que provoca hechos. Curiosidad destructora de preceptos universales, curiosidad humana, innato sabueso que olfatea lo inerte que percibe aquel otro lado oscuro y no le teme. El asombro, principio de la filosofía, es el lugar, reafirmándonos en esa actitud es como nuestros cuerpos desbordantes de anhelos de preguntas atascadas en la garganta podrá fluir en una dialéctica en el universo de otros pensamientos posibles pero con nuestra impronta.
El arte es la interpretación de hechos, para lo cual, debemos alejarnos progresivamente de “la fatiga que dirige la vista hacia atrás, la voluntad volviéndose contra la vida” (Nietzsche).