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HERMANAS Libro: Carol López Dirección: María Figueras Por Dra. Raquel Tesone

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Una obra de teatro que cuenta con una grandiosa actriz que se estrena como directora con un libro de Carol López, autora y directora catalana -con una gran influencia del cine que se refleja en sus escenas- y un elenco finamente seleccionado. Tiene todos los condimentos de una fórmula que no puede fallar. Resultado: una obra magnífica. Partiendo de la base del guión de una lucidez para abordar el tema de los efectos de la muerte del padre en una familia, abordado con un humor negro al mejor estilo inglés para exquisitos y siguiendo por una dirección de actores que hace de la composición de los personajes una gran labor a nivel psicológico, no deja lugar a que el espectador no esté en tensión de lo que puede ocurrir y que se sienta cercano a esa familia que parece incluirnos en su drama con cierta naturalidad desde el living de su casa.

Nos encontramos con una familia que está reunida porque el padre acaba de morir en esa casa. Su muerte replanteará la vida de cada uno de los miembros de esa familia: la madre, tres hermanas, el hijo adolescente de una ellas, un novio que no llega en el mejor momento a darse a conocer, y un marido que no aparece en escena, pero que desde la ausencia hace su entrada.

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Desde elegir un ataúd como si el padre estuviera vivo y pensar qué color es el más adecuado para estas tres hermanas hasta todo el tratamiento de los efectos psíquicos de la muerte de su padre: negación, shock, las diversas formas de enfrentar ese dolor y comenzar a procesar el duelo, según las características de personalidad de cada personaje; todo, absolutamente todo, nos hace estallar en carcajadas. ¿Cómo se logra esta toma de distancia del drama en el que está inmersa esta familia? Allí está la mano de María Figueras con una puesta en escena inteligente, muy dinámica y una adaptación del guión de Carol López excelente y muy local.

Al padre lo están velando en otro lugar de la casa, lo que hace que la entrada y salida de los actores sea un elemento que otorga un ritmo muy apropiado a la obra que nos mantiene en suspenso de lo próximo que puede ocurrir. Este componente brinda además, naturalidad a la situación y el público puede seguir los movimientos de esa familia en el living de su casa y al mismo tiempo, uno puede imaginar que está sucediendo en las otras habitaciones, o donde están velando al padre que parece representar el lugar de “el qué dirán”, aquello que no se muestra a los que no pertenecen al grupo familiar.

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Hay frases que se repiten en las escenas, mostrando ese guiño de las familias, de los clichés que se dicen para tapar el vacío inexpresable de la muerte tanto como el agujero de lo no-dicho.

La obra va desarrollando lo que sucede con una familia donde muerto el padre quedan las mujeres. ¿Qué lugar tenía ese padre? ¿Y ese hijo adolescente que no sabe cómo construir su masculinidad en medio de estas mujeres que lo rodean? La madre de ese hijo, la hermana del medio, la más sensata de las hermanas en su manera de actuar y de ser, está de novia, y sin embargo, no se deja ni ayudar ni amar por ese hombre. Tuvo a ese hijo muy joven y aprendió a arreglarse sola. La hermana mayor sufriendo una desilusión por engaño y no sabiendo si humillarse para recuperar a su marido o afrontar la soledad que ya sentía estando junto a él y la hermana menor que intenta con drogas y sexo evadirse de todo, “vomitando” aquello que no le hace bien. ¿Hay lugar para los hombres en esa fatria de mujeres? Esto es lo que se va a desarrollar en la obra.

Podríamos entrever que existía un padre que parece haber estado muerto o ausente antes de morir con una esposa que vive para él y sus tres hijas muy distintas entre sí, pero con una sensibilidad común y un dolor que las mancomuna. Por un lado, la muerte del padre resignifica la posibilidad del ingreso de los hombres en esta familia. Por ejemplo, la madre que embebía en alcohol su sufrimiento, comienza a fantasear con su profesor de tango, y parecería que en este deseo, aparece su deseo de vivir para ella y no para los demás. Por otro lado, se destapan los secretos familiares y estallan los estados emocionales donde se dice todo lo que nunca se dijeron, y luego se pasa a otra cosa como si nadie escuchó nada. Sin embargo, lo que si se escucha es la llegada de la muerte como aquello que las lleva a redefinir sus vidas.

Los personajes se sientan en la silla de ruedas del padre en algún momento de la obra, ya sea para tocar el piano, lo cual da un clima de suspenso y un fondo musical. Esto puede pensarse como una metáfora que nos remite a un intento fallido de representar la muerte, y también, ponerse en ese lugar es saber que el que murió es el padre, pero que cualquiera de ellos puede estar en ese lugar si la muerte las toca.

Y en el final -que no vamos a anticipar- se resignifica todo.

Una obra que nos hace reír pero al salir nos hace pensar en nuestras propias familias y en la importancia del procesamiento de los duelos.

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