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FITO PÁEZ en CARNEGIE HALL – Por Maxi Curcio

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‘YO VINE A OFRECER MI CORAZÓN: SEMBLANZA DE UN ARTISTA EN ESTADO DE GRACIA’ – Por Maximiliano Curcio

EN EL CARNEGIE HALL DE NUEVA YORK

Fito Páez no para, no descansa. Música, Cine, Libros, Teatro. Un artista inquieto y en permanente evolución, con la destreza y el talento necesarios que requiere ejecutar con excelencia cada disciplina artística que aborda. Las marcas autorales indelebles de una trayectoria que abarca ya 35 años desde su debut solista y que lo coloca, indudablemente, como uno de los artistas argentinos más grandes de toda la historia.

El presente 2018 viene siendo un año movido para Páez. La favorable repercusión de su último disco de estudio ‘La Ciudad Liberada’ (2017) fue coronada con un estreno por partida doble en el Luna Park, el último abril. Luego se sucedieron proyectos y estrenos de la más variada índole: la partitura musical para la banda sonora del film de Juan Pablo Kolodziej ‘Camino Sinuoso’, la música original de la obra de teatro ‘La Conducta de los Pájaros’ (protagonizada por Norman Briski y Romina Ricci) y el estreno de su reciente novela corta “Los Días de Kirchner” presentada en la pasada Feria del Libro en Buenos Aires. Y eso no es todo, aún esperan fecha de inicio de rodaje dos films que lo tendrán detrás de cámara (entre ellos, la postergadísima ‘Novela’) y una selección de cuentos pronto a ser publicados. Como si todo eso fuera poco, Fito Páez celebra su excelente presente con una presentación que engalana su ilustre carrera: una edición especial en el Teatro Carnegie Hall de New York, un evento sin precedentes para nuestro rock nacional. Que artistas del calibre de Mercedes Sosa y Astor Piazzola hayan pisado ese mismo escenario permiten que el logro concretado por el cantautor rosarino aún cobre mayor envergadura.

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Perteneciendo a los capítulos más gloriosos de la historia de nuestro rock, la llegada de Fito Páez a Estados Unidos lo posiciona en un mercado que, por talento y trayectoria, merece conquistar. Como alguna vez lo hiciera su idolatrado Charly García cuando grabara y mezclara en New York (producido por el enorme Joe Blaney) los discos ‘Clics Modernos’ (1983) y ‘Piano Bar’ (1984). Como olvidar la aventura norteamericana de nuestro adorado Luis Alberto Spinetta, quien se diera el gusto de grabar un disco de culto, enteramente cantado en inglés, llamado ‘Only Love can Sustain’ (1980). La lista de nombres coloca a Páez en un imaginario podio junto a los más grandes del rock argentino. Merecidísimo. Para colmo su desembarco viene avalado por un ‘regalo extra’: el corte comercial “Tu Vida, mi Vida” de su último disco obtuvo dos nominaciones a los Premios Grammy Latinos a celebrarse a fin de mes en Las Vegas. Medios masivos como Billboard y New York Times se hicieron eco de esta noticia y entrevistaron a Páez con motivo de su llegada al país del norte, posicionándolo como una de las figuras de referencia en la música de habla hispana contemporánea.

El célebre teatro neoyorkino, por el que han desfilado las figuras de la música popular en inglés más importantes del siglo XX, es un monumento del legado musical de una ciudad que respira música, cultura y encanto en cada esquina. El honor que representa tocar en este escenario es un desafío que Páez preparó con la habitual pasión y entrega que encara toda su obra. El formato sinfónico fue similar al que el músico eligiera para presentar el disco en vivo ‘Euforia’, grabado en el Teatro Colón de Buenos Aires, en 1996. En aquella oportunidad, con la dirección musical del genial Gerardo Gandini. Estilo que el músico repitiera de forma similar para la presentación “Páez en América” en 2015, en el Centro Cultural Kirchner. En esta ocasión, Páez encaró un variado repertorio que repasó lo mejor de su discografía rodeado de 21 músicos en escenario: full banda y full orquesta, tal como fuera anunciado el show, acompañado de su habitual formación: Diego Olivero (bajo), Juan Agüero (guitarra), Gastón Baremberg (batería), Juan Absatz (teclados) y Anita Álvarez de Toledo (coros).

Con asistencia completa, las 2.800 personas que acudieron al concierto fueron testigos de un evento único, irrepetible, en donde el músico desgranó un repertorio que atravesó todas las épocas y estilos de su brillante obra.

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El recital dio comienzo con un tema inédito en las presentaciones del músico rosarino, ‘Buenos Aires Rufián’, para seguir con esa joya compositiva llamada ‘Cadáver Exquisito’. Los bellos arreglos de su canción talismán ‘11 y 6’, dieron paso al lado b de esta historia de niños/jóvenes amantes marginales: ‘El Chico de la Tapa’. Llegó la hora de ‘Parte del Aire’ y el emotivo recuerdo a sus padres, ‘Tema de Piluso’ y su amor incondicional a Rosario, para luego dar paso a dos perlas del disco “Giros”: el tema homónimo con aire de tango que da título a la placa y ‘Cable a Tierra, un auténtico retrato de una época.

‘La ciudad de los pibes sin Calma’ sonó para celebrar el 30° aniversario de ‘Ey!’ (álbum que saliera a la venta en Septiembre de 1988), al tiempo que ‘Tu Vida, mi Vida’ nos ubicó cronológicamente en el luminoso presente musical de Páez, para dar paso a ‘Creo’ y repetir, como un mantra, que “con eso basta”. La reversiones de ‘Tumbas de la Gloria’ y ‘Un Vestido y un Amor’ resignificaron en sus bellas melodías las principales influencias que atraviesan el mapa musical del cantante, desde García, hasta McCartney, al tiempo que recordaron a sus inolvidables musas inspiradoras. ‘Islamabad’ nos ubicó otra vez en su reciente álbum, mostrando un artista comprometido con el mundo a su alrededor, denunciando las dobles morales del poder. ‘Naturaleza Sangre’, ‘Polaroid de Ordinaria Locura’ y ‘Ciudad de Pobres Corazones’ pueden ser una trilogía de poderoso rock y sonar igual de disfrutables convertidas a este formato, un desafío cumplido con éxito.

El set no dio descanso, sucediendo una lista de hits interminables: ‘Ámbar Violeta’, también perteneciente a “Euforia”, puede seguir sonando cada día más hermosa, ‘Al Lado del Camino’ debe ser esa declaración de principios para cantar con la frente en alto y ‘El Amor después del Amor’ el mensaje de esperanza y tolerancia para acercar los corazones como un antídoto para todo mal. Promediando el show, la magia del pianista y cantante seguía intacta: ‘Brillante sobre el Mic’ nos seguirá emocionando, ‘Circo Beat’ nos hará delirar eternamente y ‘A Rodar mi Vida’ nos contagiará el impulso de revolear trapos, aún dentro del elegante templo musical de La Gran Manzana.

La fiesta todavía no se había terminado. Aún faltaban los bises: la sentida interpretación a capela de ‘Yo Vengo a Ofrecer mi Corazón’ fue la enésima muestra de un artista entregado en cuerpo y alma sobre el escenario, ‘Dar es Dar’ y ‘Buena Estrella’ cantadas como un credo de mejores tiempos por venir (más que nunca necesarios hoy en día), coronaron una noche con ese hermoso himno a la alegría contemporáneo: ‘Mariposa Tecknicolor’. A la despedida de los músicos y el sentido agradecimiento de Páez, siguió una celebrada versión de ‘Dale Alegría a mi Corazón’ cantada junto al público, quien retribuyó -en plena comunión con su artista-, con cariño y ovación un concierto histórico. Tomaremos justa dimensión de este clásico, con ADN tan argentino  y tan pasión de multitudes, ¿coreado en plena meca neoyorkina?

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No es novedad que la música de Fito Páez ha atravesado generaciones y marcado épocas, convirtiéndose en la banda sonora de millones de argentinos. Su lírica y sus melodías han marcado el pulso evolutivo de un artista que supo contarnos la historia desde la primavera alfonsinista que lo viera debutar como solista con “Del ’63” (1983) hasta los convulsivos tiempos presentes de los cuáles se hace eco en “La Ciudad Liberada” (2017). Su obra entera deja ver la huella inalterable al paso del tiempo: el compromiso ético y estético de Páez a través de sus canciones. Su calidad musical encontró un justo y merecido lugar en la historia grande musical de las últimas décadas, coronada con el hito del pasado viernes. Luego de su lucimiento en el icónico recinto neoyorkino, la metrópoli que nunca duerme ya no amanecería de igual forma. Un ilustre rosarino dejó a su paso una auténtica ciudad liberada.

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