Manuel era una persona especial: a él le gustaba abrazar a los árboles. En el camino desde su casa al trabajo, siempre se cruzaba con ese eucaliptus centenario de la esquina de 68 y 4, y colgaba sus brazos alrededor del tronco por algunos minutos. Los porteros ya lo conocían, así que ninguno se inmutaba. … Sigue leyendo