Después de diez años, Mauricio Dayub decidió volver al teatro. Y se lo tomó muy personal, ya que escribió, produjo y protagonizó un unipersonal llamado El equilibrista, en el cual personifica y analiza las relaciones familiares, sobre todo, de las familias tipo italianas que arribaron a Argentina en busca de una vida mejor.
En la obra, Dayub le da voz y cuerpo a su abuelo, a su abuela, a sus tíos y a las parejas de todos ellos, por medio de una rememoración que comienza consigo mismo tocando el acordeón en honor a su abuelo. El recuerdo nos llevará de paseo por sus raíces italianas, por su primer desamor, por la profesión de su tío, que fue bañero, y por muchos otros recuerdos que se bifurcan como las ramas de un árbol.
Las ramas del árbol terminan en hojas que tocan diferentes temas: el equilibrio, por supuesto, pero también el mundo de las sensaciones, el concepto de arte, la vida de día y la vida de noche, la pérdida de los seres queridos, y muchos temas más. «La vida es de los que se animan a perder el equilibrio» es una de las frases más significativas de la obra. ¿Otra? «La vida es cuando tus padres ya no están».
El actor entrerriano, de destacada trayectoria con la exitosísima Toc Toc, encarna los personajes como si fuera una muñeca rusa: se viste y se desviste, cambia el tono de voz, baila, canta, nada sobre una patineta y hasta vuela. Su actuación es sencillamente descomunal y emocionante, con pocos precedentes en la historia del teatro nacional.
Otro aspecto que maravilla al espectador es la puesta en escena. El escenario, de apariencia simple, muta de la mano de Dayub, gracias a Dayub y para acompañar a Dayub. Sin cuarta pared y con muchísimos recursos escénicos, la obra nos sorprende minuto a minuto.
Aunque algunos chistes tal vez estén un poco pasados de moda y que, en dos ocasiones, a Dayub se le vio la máscara, la obra es una pieza de arte que sin dudas permanecerá en la memoria de las personas que la vean. El abordaje de los temas y la escenificación generan un impacto enorme en los espectadores. Por eso, luego de caminar por la cinta en su truco final, Dayub se llevó una ovación de pie.